
Este Búho estaba ordenando su biblioteca cuando de pronto cayó en mis manos uno de los libros más tiernos y sinceros que haya podido leer. Se trata de ‘Casa de las estrellas’, una publicación colombiana llena de definiciones hermosas hechas por niños. Como la que da Weiner Román, de siete años, cuando se le pregunta qué significa para él la palabra ‘sueño’: ‘Que no existan los colegios, que nazcamos con mente de saber todo’.
Sigo volteando algunas páginas y me encuentro frente al significado de ‘tranquilidad’: ‘Por ejemplo, que el papá le diga que le va a pegar y que después le diga que ya no’, como responde Blanca Henao, de diez años.
Se trata de un libro enternecedor del poeta y profesor colombiano Javier Naranjo. Es un diccionario de palabras que nosotros –los adultos– usamos con frecuencia. La peculiaridad radica en que las definiciones las dan niños entre los tres y doce años. Son definiciones ingenuas, tiernas y honestas.
El escritor Javier Naranjo cuenta que la idea nació durante la celebración del Día del Niño, en 1988, cuando les pidió a sus alumnos de primaria que definieran la palabra ‘niño’. “Ahí comenzó todo. Me contestaron cosas como ‘un niño es un amigo que tiene pelo corto y marrón y que se acuesta temprano’. Me quedé impactado por la capacidad de síntesis, por la lógica que encontré y por la eficacia en la definición”, dice el colombiano, a la vez que explica que los conceptos no han sido alterados en absoluto.
“Corregí puntuación y ortografía. Nada más”. Son alrededor de 500 definiciones, para un total de 133 palabras, que Javier Naranjo logró reunir aproximadamente en diez años durante su vida de docente en la provincia de Antioquia, al noroeste de Colombia.
Creo que, al igual que ‘El Principito’ de Antoine de Saint-Exupéry, ‘Casa de las estrellas’ es un libro ideal para adultos, porque nos acerca a la visión que tienen los niños sobre el mundo. Por momentos, algunos significados arrancan carcajadas, otros invitan a reflexionar y también pueden conmover.
Lo dijo Gabriel García Márquez muy sabiamente: “Algunos niños a una cierta edad, y en ciertas condiciones, tienen facultades congénitas que les permiten ver más allá de la realidad admitida por los adultos”. El libro fue publicado por primera vez en 1999 y gracias a la gestión de un buen amigo y colega paisa pudo llegar a mis manos. Como aperitivo, aquí comparto algunas definiciones:
ADULTO (Camilo Aramburú, 8 años): ‘Niño que ha crecido mucho’.
AMOR (Adelaida Restrepo, 10 años): ‘El amor es lo que hace a los niños’.
CUERPO (Caty Duque, 11 años): ‘Soporte de la cabeza’.
DINERO (Carolina Uribe, 11 años): ‘Es el peor vicio’.
DIOS (José Piedrahíta, 3 años): ‘Es invisible y no sé más porque no he ido al cielo’.
ETERNIDAD (María Hidalgo, 10 años): ‘Un pozo que no tiene fondo’.
FELICIDAD (Carolina Haayen, 10 años): ‘La felicidad es cuando el amor, la paz y las cosas buenas están juntas’.
IGLESIA (Natalia Bueno, 7 años): ‘Donde uno va a perdonar a Dios’.
LLUVIA (Alejandro Mazo, 9 años): ‘Es Jesús orinando’.
MADRE(Camilo Gómez, 7 años): ‘Mi mamá me cuida mucho, me quiere mucho, me da la comida cuando yo no quiero’.
NIÑO (Sebastián Agudelo, 8 años): ‘Humano feliz’.
PADRE (Fernanda Borrero, 9 años): ‘Es una persona muy especial porque nos tuvo en su corazón cuando nos tenían en el vientre’.
SEXO (Fernanda Pates, 8 años): ‘Es una persona que se besa encima de la otra’.
SOL (Alejandro Giraldo, 8 años): ‘El que seca la ropa’.
UNIVERSO (Carlos Gómez, 12 años): ‘Casa de las estrellas’.
VIDA (Jorge Iván Gómez, 6 años): ‘El amor, la paz, la tristeza’.
Sin duda, un libro para tenerlo en la mesa de noche. Para leerlo con atención. Para inspirarse. Apago el televisor
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