Este Búho es admirador de la gran intérprete vernacular Sonia Morales, quien este domingo celebra con un megaconcierto los 17 años de fundación su tremendo restaurante campestre en Puente Piedra, ‘La Patrona’, donde uno puede degustar un genuino picante de cuy al estilo Áncash escuchándola cantar en vivo ‘Perdóname’.
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Hoy tiene dos restaurantes y planea inaugurar otro en Estados Unidos. ‘Mi restaurante me salvó de la pandemia’, reconoce. Este columnista ingresa al túnel del tiempo. 1989. Eran los tiempos de la épica ‘Guerra del Pío Pío’ entre la versión del recordado Eusebio ‘Chato’ Grados y la de Amanda Portales.
Ese año fue nuestro primer encuentro con el recordado folclorista de Cerro de Pasco, cuando lo fui a entrevistar en su escuela de música en el jirón Azángaro. Grados era el productor de un grupo de jóvenes cantantes que la rompían, ‘Las Chicas Mañaneras’, que eran como ‘Las Chicas del Can’ del folclore. Entre sus integrantes llegó a estar una chiquilla yungaína: Sonia Morales, quien siempre consideró a Eusebio como su ‘maestro’. En ese tiempo el ‘Chato’ estaba en su apogeo.
‘El Pío Pío era el tema más popular del país, tenía un sintonizado programa radial y dos programas de televisión. Pero lamentablemente me dediqué al trago’, nos confesó cuando le hice la última entrevista de su vida, sin saber que un par de meses después moriría en plena pandemia, en mayo del 2020, y lo enterrarían casi clandestinamente, sin los homenajes multitudinarios que merecía.
Aquella noche, en su departamento de un condominio cerrado de El Agustino, el ‘Chato’ estaba con diálisis, pero ‘parado’, no estaba grave. Eusebio -lo interrogué-, ¿con cuál de tus colegas músicos te has metido la borrachera de tu vida? ‘Con Pascualillo (legendario músico chichero intérprete de ‘No me resigno a perderte’). Fueron como cinco días seguidos en Buenos Aires. Pero eso sí, no planté ningún show’.
Luego le dijo a su sobrino: ‘Por favor, trae algo para brindar con los señores’. Con Renzo Pariasca, el fotógrafo, y Teófilo, su padre y viejo amigo del músico, nos miramos con zozobra. ¿El ‘Chato’ ha recaído en la bebida? Pero nos miró con una sonrisa pícara: ‘No se alarmen, más bien perdón por brindar con Inca Kola, ya no tomo’.
Luego se puso melancólico. ‘Hoy me estoy muriendo. Hace tres años me detectaron cáncer a la médula ósea y sufro de insuficiencia renal. Pero no se la voy a poner fácil a la muerte. Felizmente, mi esposa Juanita Yarada Quispe aprendió a dializarme y aquí en mi departamento tengo las cajas de medicinas que llegan en montacargas’, nos dijo, mientras posaba para la foto con las bolsas de diálisis y su infaltable chalequito con el que realizaba sus legendarios zapateos.
La infancia de Eusebio ‘El Chato’ Grados
‘Sin estas medicinas me muero’. Eusebio era el hijo pródigo del pueblo minero de Atacocha, en Cerro de Pasco. Tuvo una infancia dura y de jovencito ingresó a trabajar en la mina. Por protestar y pedir mejores condiciones de trabajo lo metieron preso. Su padre, un minero curtido, le aconsejó: ‘Hijo, no quiero que termines tus días en una mina y mueras con los pulmones destrozados. Tienes talento para la música, ándate a Lima y no regreses’.
Lo demás es historia conocida. Con más de 50 años de trayectoria artística, fue embajador de la música folclórica por todo el mundo. Corea, Europa, Estados Unidos, Latinomérica, pero siempre, hasta el último día de su vida, reclamó reconocimientos oficiales del Ministerio de Educación, de Cultura, del Congreso. Y nada.
Como bien dijo el poeta Antonio Cisneros: ‘Para qué quiero reconocimientos póstumos, si no los voy a ver’. Nunca olvidaré que antes de retirarnos de su casa nos cantó una estrofa de un tema nuevo de su autoría: ‘Tan solo quiero, cuando me muera/junto a mi tumba esté mi guitarra/que mis canciones sean la plegaria de esta mi vida, errante y bohemia’. Premonitoria.
Fuimos testigos de su último e íntimo ‘concierto’ y la voluntad final de una leyenda de la música popular. El 16 de mayo se cumplirá el tercer aniversario de su lamentable desaparición y esperemos que le rindan los homenajes que no le hicieron en vida. Uno de ellos tendrá que ser en ‘La Patrona’, el local de Sonia Morales. Lo justo. Apago el televisor.