Este Búho ve con mucha preocupación el avance incontrolable de la delincuencia cada vez más violenta y sanguinaria, especialmente de las extorsiones y crímenes por sicariato. Todo se está saliendo de control, pues hemos llegado a situaciones demenciales nunca antes vistas, como que los delincuentes detonan potentes explosivos en los colegios ¡en pleno horario de clases!, sin importarles lo que le pase a nuestros niños.
Esta semana, un centro educativo en Huacho cerró porque les quemaron el frontis con gasolina durante la madrugada y las autoridades del plantel, a quienes exigen quince mil soles, presas de un justificado miedo, decidieron cerrar el local. Lo más llamativo es que colocaron un cartel que reza: Cerrado por extorsión.
El problema es muy grave, pues son decenas de miles los peruanos que en estos momentos son víctimas de sanguinarias mafias: mototaxistas, peluqueros, vendedores ambulantes, bodegueros, ferreteros, boticarios y otros. Personas humildes que a diario luchan por subsistir.
El general en retiro de la Policía, Eduardo Pérez Rocha, advirtió en entrevista con Trome que el verdadero problema es que el gobierno no tiene un plan de acción para enfrentar a estas lacras. Si no existe una ruta, si no hay un trabajo coordinado entre autoridades, entonces seguiremos perdiendo esta guerra porque las mafias sí están bien organizadas y con el dinero manchado de sangre que obtienen, que son millones, adquieren armamento moderno y compran autoridades corruptas.
La verdad es que los delincuentes hacen fiesta ante la inacción de las autoridades, porque se están haciendo más poderosos. Pérez Rocha puso como ejemplo el tema de las extorsiones, que surgió en Trujillo y como las autoridades no hicieron nada, se extendió a Arequipa, Piura, Lima y otras regiones.
En la capital, prácticamente en todos los distritos, las organizaciones criminales cobran cupos y al que no quiere pagar lo golpean, cortan o asesinan a balazos, además de destruirle el negocio. Recordemos el caso hace semanas de varios mototaxistas que fueron asesinados en el transcurso de unos días en un paradero de San Juan de Lurigancho.
Por eso innumerables personas pagan calladitas. Saben que es plata o plomo. El cupo o su vida. Esto es inaudito. Las obras de construcción también son un apetitoso bocado para los delincuentes, pues se mueven cientos de millones de soles. Hace días conmocionó al país el cruel asesinato del dirigente sindical Arturo Cárdenas, a quien un despiadado gatillero mató de manera cobarde a balazos en la puerta de su local gremial en La Victoria.
Su sindicato tenía a cargo la construcción de colegios bicentenarios, que son obras de decenas de millones de soles. El país vive una crisis de inseguridad que no solo cobra a diario la vida de inocentes, sino que además atenta contra el desarrollo económico del país, ya que muchos negocios terminan cerrando y despidiendo trabajadores.
Este columnista se pregunta por qué la presidenta Dina Boluarte vive de espaldas a la realidad, cree que estamos en el país de las maravillas y no pone en marcha de inmediato un plan de emergencia en el que se comience a construir al menos dos grandes prisiones de máxima seguridad en la puna para meter allí a los hampones más peligrosos.
También debe dotarse a la Policía de mejores armamentos, equipos de comunicaciones, de transporte, y se modernicen las comisarías. Hay que mejorar los sueldos de nuestros efectivos y sacar a los malos elementos de esa institución, que felizmente son los menos.
Encima tenemos un Congreso lumpen que dicta algunas leyes para favorecer a criminales. Acá se deben alinear el Ministerio Público y el Poder Judicial para que los criminales no sean liberados con tanta facilidad. Estamos viviendo tiempos recios, como decía Mario Vargas Llosa, pero no hay duda de que vendrán aún peores si no hacemos algo ya. Apago el televisor.
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