Este Búho, en momentos en que algunos resentidos sociales agarran de ‘piñata’ a la Policía, cree necesario resaltar a la figura de uno de los muchos efectivos que arriesgan su vida para servir a la ciudadanía. Para que algunas opinólogas odiadoras duerman tranquilas en sus residencias y no les roben ni las secuestren. Me refiero al jefe de investigación de Homicidios de la Policía Nacional, el coronel Víctor Revoredo.
La cabeza de este valiente oficial tiene un precio de 40 mil dólares sucios de la sanguinaria banda venezolana, ‘El Tren de Aragua’. La ‘viuda negra’ del abatido ‘Maldito Cris’, Wanda del Valle Bermúdez, ‘La Bebecita del Crimen’, está sedienta de venganza y se ha unido a la banda criminal, que quiere devolver el golpe a las fuerzas del orden, atentando contra el coronel.
Saben que también encabeza la brigada especial de investigación a la criminalidad extranjera. Fue el primero en detectar que en el Perú operaba una organización con un tipo de ferocidad desconocida hasta ese momento. Más salvaje y animal. Un 9 de setiembre del 2019, encontraron los restos descuartizados de un peruano y un venezolano en unas bolsas de rafia en Fiori y Acho.
Por el tatuaje se identificó al extranjero. Por primera vez se habló del ‘Tren de Aragua’, que la carnicería fue cruelmente filmada y participaron también mujeres, según las cámaras del hostal. Después aparecería un video del macabro asesinato. Hasta ese momento ‘El Tren’ actuaba sin reflectores en el país.
“Es un grupo, una cepa criminal muy peligrosa. No les tiembla la mano para descuartizar. Ellos desconocen que en el Perú impera la ley. Han vivido muchos años en zonas liberadas, en convivencia diaria con el penal de Tocorón”, dijo el alto oficial, que egresó de la escuela de oficiales de la desaparecida PIP. A los PIP los conocían como ‘rayas’ o ‘ratones’ y eran el terror de los delincuentes más avezados.
Pero cuando en 1980 llegó la democracia con Fernando Belaunde, los choros que se habían ‘controlado’ por el gobierno militar, que implantó la pena de muerte, salieron con todo a conformar temibles bandas, como la de ‘Los Elegantes’, que robaban residencias, o las de secuestradores. El ‘Loco Perochena’ y ‘La Gringa’ eran los cabecillas de los de terno.
Pero una vez asaltaron la casa de la hija del expresidente Velasco y otra del sobrino del presidente Belaunde. La PIP entró en acción. El comandante Jorge Herman, de Surquillo, se infiltró en los ‘night clubs’ del distrito simulando ser un empresario buscando aventuras. Allí enamoró a una guapa ‘lolita’ que usaba un bello collar de oro.
“Se lo quité a mi marido de su último botín”, le confesó. Esa joya era de la hija de Velasco. La bailarina erótica, sin saber que era policía, le daba datos de su ‘marido’. Dónde se escondía, sus características. ¡Era Perochena!
“Una madrugada irrumpimos en su guarida en ‘Chicago Chico’. Cuando salían el ‘Loco’ y su bella mujer, ella me vio y me gritó: ¡maldito, y yo creí que te querías casar conmigo!”, me contó el implacable ‘raya’ hace unos años.
Los PIP también se fajaron en la lucha contra el terrorismo de Sendero Luminoso. El coronel Revoredo ni bien salió de la escuela llegó a Ayacucho como alférez y vivió en carne propia la terrible experiencia de enfrentar al terrorismo. Fue la PIP, con la Dircote y el GEIN, la que logró la captura de Abimael Guzmán y la cúpula de Sendero Luminoso.
‘Gamboa’
En este recuento sobre el fundamental papel de la Policía en defensa de la seguridad nacional, no podemos dejar de mencionar la gran anécdota de cómo un ‘raya’ se convirtió en ‘estrella’ de una serie de televisión. Me refiero a la serie ‘Gamboa’, donde el mayor de la PIP encarnado por el gran Eduardo Cesti combatía el crimen en Lima.
Genaro Delgado Parker convocó al sobrino de Mario Vargas Llosa, el cineasta Lucho Llosa, para que dirija los primeros capítulos. El visionario broadcaster quería a un policía pintón, tipo Tom Selleck de ‘Magnum’, pero Llosa le recordó que los detectives de la televisión más exitosos eran feos como ‘Kojak’ (Telly Savalas) y, más bien, tenían que tener cara de avispados y ser excelentes actores.
Cesti se inspiraba en detectives tipo ‘Columbo’ (el feo Peter Falk) o ‘Baretta’ (Robert Blake), por eso escogió a Cesti, un actor que venía del teatro dramático. La serie marcó época. Actuaban como villanas bellas actrices (Lourdes Berninzon) y de policía femenina, la primera de la tele nacional, la guapísima ‘ojos de gata’ Diana Quijano, quien después triunfó en Telemundo Miami, y como debutante la recordada Marilda Castro, deslumbrante en un capítulo alucinante: ‘El rapto de la novia’, cuyo guion lo escribió el mismísimo Mario Vargas Llosa.
La PIP ya no existe, pero coroneles como Víctor Revoredo nos la recuerdan como un semillero de extraordinarios oficiales. Queda a su alto comando darle la seguridad que merece para que acabe con ese tren del terror que viene de Aragua. Apago el televisor.