Este Búho continúa cumpliendo con la cuarentena y tuvo todo el fin de semana para reflexionar sobre la terrible realidad que atraviesa nuestro país. Porque la maldita pandemia ha servido para darle un cachetazo en la cara a quienes nos vendían el boleto de que ‘ya estamos en el club de los grandes de América’. La triste y vergonzante realidad es que nuestros servicios de salud son paupérrimos, solo más altos que los de Haití y más abajo que todos los países de la región.
¿No se acuerdan que durante su segundo gobierno Alan García nombró a un ‘lobista’ como ministro de Salud, y el fulano construía hospitales, los inauguraba sin equipos y terminaban siendo ‘elefantes blancos’ inútiles, según denuncias periodísticas, pues ‘el negocio estaba en el cemento’? Esa indolencia por la salud pública nos pasó la factura cuando apareció el coronavirus, algo peor que el cólera o el dengue, que ya habían desnudado nuestra orfandad para enfrentar epidemias.
Por algo el Perú ostenta el triste título de ser el segundo país de América Latina con la mayor cantidad de contagios, solo después de Brasil. ¿Por qué si Martín Vizcarra no es un troglodita como Bolsonaro y, más bien, impuso una férrea cuarentena antes que todos los países de Sudamérica, terminó perdiendo su batalla contra el virus? Ya habíamos mencionado que el gobierno se equivocó en muchos aspectos, pero hay uno fundamental: no tomó -y no toma- en cuenta que el 70% de la economía es informal y, creo también, tiene que ver la idiosincracia de los peruanos. Por lo tanto, resultaba una ilusión que se impusiera el aislamiento social obligatorio y se haya puesto como ejemplo el funcionamiento de los supermercados, el Metropolitano y los corredores viales, cuando en los mercados mayoristas y minoristas, así como en el transporte público, no se hacía caso a las normas del Estado, y se convirtieron en tremendos ‘focos infecciosos’.
Durante casi dos meses los limeños saborearon plátanos, papayas y uvas, con virus de contrabando, ya que no hicieron pruebas rápidas a los comerciantes y, cuando se las tomaron, ya era demasiado tarde. Lo peor es que muchos irresponsables se fueron a vender a otros distritos su fruta con rebaja y Covid-19. Igual en el transporte público. Con estos dos principales agentes del mal, desatados y sin control, no se ‘aplanará’ la curva de contagios, como anunciaba hace un mes el presidente.
Pero sería mezquino responsabilizar solo al mandatario, cuando el gran culpable de las terribles cifras es el nulo espíritu cívico de buena parte de la población que, paradójicamente, le da un mayoritario respaldo de 80%. Sin embargo, Vizcarra, entre otras cosas, pecó de una ingenua ‘buena voluntad’. Por proteger a los sectores más pobres, los que no iban a alcanzar el ‘bono’, un 26 de marzo anunció por TV que destinaban 200 millones de soles a todos los municipios del país ‘para que compren víveres’ y regalen canastas a la población más vulnerable. De ahí a la fecha hubo innumerables denuncias sobre la pésima manera de las municipalidades para entregar los alimentos, si es que lo hicieron. Han pasado dos meses y un informe periodístico nos ha llenado de indignación y rabia.
De acuerdo a la Contraloría, seis concejos provinciales y 130 distritales han consignado que repartieron canastas por un costo mayor a 115 soles, que era un tope máximo sugerido por el Ejecutivo. Lo alucinante es que algunos alcaldes, como el del Callao, entregó a los ‘más vulnerables’ canastas de un valor de ¡¡4 mil 309 soles cada una!! ¿Qué contenían? ¿Refrigeradora y cocinas? Increíble, y lo peor es que solo entregó ¡¡232 canastas!!
Según Contraloría, los municipios recibieron el dinero, entregaron ‘paquetes’ de menos de ochenta soles en productos y los han inflado. Hay un video de la entrega de canastas del burgomaestre chalaco en el programa ‘Al estilo Juliana’, en Puerto Nuevo, donde se ve que solo hay ‘paquetes con arroz, azúcar, tallarines, grated de atún, tarros de leche, fideos y algunas bolsitas de menestras’, como declararon unos vecinos. ¿Eso cuesta más de 4 mil soles? La denuncia es terrible porque en épocas de desgracia nacional y muerte, justamente por no tener dinero, indigna que ocurra esto. Los culpables merecen prisión.
Apago el televisor.