Coldplay y Bad Bunny
Coldplay y Bad Bunny

Este Búho escribió hace un par de días que sigue las tendencias juveniles. Soy de otra época, pero no ajeno a las modas, a las novedades, a los nuevos ídolos que erigen nuestros muchachos. No creo en esa frase cliché que muchos utilizan para menospreciar a las nuevas generaciones: ‘Todo tiempo pasado fue mejor’.

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Creo que hay que mirar las tendencias actuales con curiosidad, con mente abierta y sin prejuicios. Por eso veo sus series, leo sus libros y escucho su música. Digo todo esto porque, hace un par de días, se presentó en nuestro país la agrupación inglesa Coldplay, que llenó dos días consecutivos el Estadio Nacional, un recinto que puede albergar fácilmente a 50 mil espectadores.

Sus fans peruanos, incluso, acamparon días antes del show para poder estar lo más cerca posible al escenario. Muchos de ellos, jovencitos acompañados de sus padres. Miles se quedaron afuera con la resignación de que la música atravesara los gruesos muros del estadio. Otros, más osados, treparon rejas y se colaron al espectáculo.

Un espectáculo catalogado como el mejor del mundo por su impresionante tecnología de punta. Utilizan juegos de luces inteligentes, gigantescas pantallas led, efectos especiales y cada asistente porta una pulsera con chip que se ilumina al ritmo de las canciones. El show es amigable con el medio ambiente, es decir, se evita al máximo la emisión de CO2.

Por eso solicitan voluntarios para pedalear bicicletas estáticas y generar energía eléctrica, utilizan un suelo cinético que produce electricidad con el salto de los fans. Además, es inclusivo, porque cuenta con un intérprete en lenguaje de señas. Todo esto hace que el show sea una experiencia única en el mundo, sin opacar la calidad musical de los ingleses, quienes son autores de verdaderos hits como ‘Yellow’, ‘The scientist’, ‘Paradise’, ‘Fix you’, entre otros.

En sus más de 20 años han sabido renovarse, refrescarse, pero sin perder su esencia, aunque algunas críticas digan que toda su discografía suena igual. Su colaboración con los BTS, con el tema ‘My universe’, fue un boom en todas las plataformas, solo en YouTube tiene 231 millones de reproducciones. Otro fenómeno musical, en la otra orilla, es el de Bad Bunny, el ‘Conejo malo’.

Apaleado por los puristas y conservadores, nadie puede negar que el puertorriqueño ha marcado un hito con sus canciones. Quizá sea el latinoamericano más influyente en Estados Unidos. Hace poco se convirtió en el primer cantante de habla no inglesa en ganar como ‘Mejor artista del año’ en los MTV Video Music Awards 2022, un premio exclusivo para gringos.

No existe discoteca o fiesta donde no se baile y coree sus canciones. Llamarlo ‘transgresor’ es poco, sus temas cruzan la línea de lo moralmente correcto. Es por eso que ha recibido tantas críticas y vetos. El trap, género en el que se desenvuelve, ha sido catalogado como la ‘cloaca’ de la música, aunque también es el más escuchado en aplicaciones como Spotify.

Benito, el nombre real de ‘Bad Bunny’, está próximo a pisar nuestro país y los precios para verlo bordean los 10 mil soles, una suma exorbitante, pero que sus más fieles fanáticos están dispuestos a desembolsar. Para su presentación se abrió una segunda fecha debido al pedido de su público. Ahora se entiende por qué en su cuenta bancaria tiene más de 18 millones de dólares.

Lejos de tratar de entender este fenómeno, muchos ‘críticos’ musicales se han dedicado a lapidarlo, satanizarlo y hasta prohibirlo. Lo califican como ‘basura’, como música ‘chatarra’, y quizá sea eso mismo lo que llama la atención de las nuevas generaciones, caracterizadas por ir contra la corriente, por dar la contra, por romper las reglas.

Conocer esos terrenos, a quienes ya cruzamos el umbral de los 50, solo nos da un panorama real, sin filtros, de lo que consumen nuestros hijos, sobrinos o nietos. Conocer sus códigos nos acerca más a ellos. Apago el televisor.

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