"Chavín de Huántar: el rescate del siglo", película peruana.
"Chavín de Huántar: el rescate del siglo", película peruana.

Este Búho irá al cine a ver la película ‘Chavín de Huántar, el rescate del siglo’, que acaba de estrenarse. Esta producción nacional llega a las salas cuando en diciembre se cumplirán 29 años de la toma de la residencia del embajador de Japón en Lima, por un comando de catorce integrantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, el MRTA.

La cinta cuenta los entretelones del famoso operativo militar, calificado como uno de los rescates más exitosos de la historia. Bajo la dirección de Diego de León, actúan Rodrigo Sánchez Patiño, Sergio Galliani, Connie Chaparro, André Silva, Carlos Thornton, Christian Esquivel, Miguel Iza y Giovanni Valer. Este último es nada menos que el hijo del comandante Juan Valer, quien murió de forma heroica durante el recate.

Giovanni solo era un niño pequeño de dos años cuando ocurrió todo. Que él actúe en esta película demuestra una vez más que la realidad siempre puede superar a la ficción. Pero debo entrar al túnel del tiempo para recordar esa hazaña de los comandos del Ejército peruano, que el 22 de abril de 1997, tras 126 días de cautiverio para 72 personas, ejecutaron el histórico operativo. El saldo fue dos militares y un civil muertos, y todos los subversivos abatidos.

El nombre Chavín de Huántar es en alusión a los laberínticos túneles del templo preinca ubicado en Áncash. Cuando fracasaron las negociaciones para la liberación de los rehenes, el gobierno de Alberto Fujimori optó por realizar una operación de rescate, reclutando a un grupo de curtidos mineros para que cavaran túneles desde casas aledañas, por donde deberían ingresar los soldados en un operativo sorpresa.

El inhumano secuestro se inició la noche del 17 de diciembre de 1996, cuando el embajador de Japón ofrecía una recepción por el natalicio del emperador Hirohito. Nadie quería perderse esa reunión, pues las relaciones entre Perú y Japón eran de las mejores. Esa noche estaba presente casi toda la familia Fujimori, hasta su anciana madre. Los catorce subversivos, comandados por Néstor Cerpa Cartolini, tomaron la residencia, que en ese momento tenía cerca de 800 invitados, entre políticos, militares, empresarios y ciudadanos nipones. También estaba el mismísimo canciller Francisco Tudela.

Los rehenes eran muchos y los terroristas no podían controlarlos a todos, por eso hicieron caso a la Cruz Roja para que liberaran a todos los cautivos que no tuvieran ‘peso político’. Recuerdo que Fernando Andrade protagonizó una espectacular fuga, al estilo de Tom Cruise en ‘Misión imposible’. Un alto oficial de la Marina, que llegó en uniforme de gala, también escapó desnudo para que los terroristas no lo identifiquen y se ensañaran con él. La madre de Alberto Fujimori tuvo la suerte de que no la reconocieran y salió sana y salva. Lo curioso, por decir lo menos, es que salvo Cerpa Cartolini y los camaradas ‘Tito’ y ‘El Árabe’, el resto eran chiquillos que provenían de la selva.

Según los familiares de estos terroristas muertos en el combate, a ellos los trajeron de sus caseríos ‘para que conocieran Lima’. Aquí fueron entrenados en tiempo récord para tomar la residencia. Cerpa Cartolini era un tipo curtido en la ideología comunista y un fanático. En 1979, cuando se desempeñaba como dirigente sindical, indujo a los trabajadores a tomar la fábrica Cromotex.

Cerpa Cartolini, después del ‘éxito’ de su acción armada en la embajada de Japón, buscó negociar. Pedía un avión para viajar a Cuba, donde solicitaría asilo político con el consentimiento de Fidel Castro. Pero las negociaciones se dilataban y los micrófonos colocados en cuadros, guitarras y crucifijos le permitían al personal de la Dircote, los llamados ‘Orejas’, escuchar a los líderes terroristas, quienes estaban desesperados y los chiquillos se habían relajado. Estaban en plan amoroso o se dedicaban a jugar fulbito por las tardes. Fue justamente en el momento en que jugaban su ‘pichanguita’ que los comandos intervinieron.

El comandante Juan Valer murió protegiendo con su cuerpo al canciller Tudela. Un rehén, el magistrado Carlos Giusti, murió por una bala terrorista. Se debe rendir permanente homenaje a los militares de Chavín de Huántar, a quienes les debemos gratitud. Los comandos pusieron el pecho para luchar contra el maldito terrorismo, que no está acabado como aseguran algunos que les hacen el juego a los radicales de izquierda. Apago el televisor.

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