Este Búho lee consternado que el mítico rockero argentino Charly García se encuentra internado en el Instituto Argentino de Diagnóstico, al que llegó con ‘quemaduras extensas’ en la pierna y su pronóstico es reservado. Su última aparición pública fue el pasado 23 de octubre por su cumpleaños número 70, celebrado a todo lo grande junto a Fito Páez, Julieta Venegas, Alfredo Toth y Pablo Guyot de GIT y una pléyade de rockeros argentinos que tocaron con él en vivo.
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A Charly lo descubrí entrando a la adolescencia, escuchando con mi pata Jimmy De la Torre un programa de rock en radio Miraflores, que en ese tiempo daba la hora. Allí un DJ iluminado colocaba los LP de una banda argentina, Sui Generis, que integraba junto a Nito Mestre. Me impactó de aquella época ‘Canción para mi muerte’. ‘Hubo un tiempo que fue hermoso/ Y fui libre de verdad/ Guardaba todos mis sueños/ En castillos de cristal/ Poco a poco fui creciendo/ Y mis fábulas de amor/ Se fueron desvaneciendo/ Como pompas de jabón/ Te encontraré una mañana/ Dentro de mi habitación/ Y prepararás la cama para dos...’.
Charly es un músico que supo encandilar a más de cinco generaciones desde que irrumpiera en el mundo musical a inicios de los setenta y nos legó un buen puñado de hermosas melodías con Sui Generis, con música y letra de García, como ‘Rasguña las piedras’, ‘Necesito’ y sobre todo ‘Estación’. Recuerdo haberme emocionado al escuchar esta última canción en el Estadio Monumental, en Ate, en ese increíble reencuentro de Charly García y Nito, en el 2001, concierto que vi ya maduro, con mi enamoradita de San Marcos, Anita Fuentes, que ahora está en el cielo. La invité al concierto y escuchamos emocionados ese tema porque lo cantábamos años atrás, jovencitos, en una playa solitaria de Naplo. Ella, yo y mi radio casetera cantando a toda voz ese poema hecho canción: ‘Todos sabemos que fue un verano descalzo y rubio/ que arrastraba entre los pies/ gotas claras de mar oscuro/ y en el pecho dos médanos eternos, y en los ojos un cielo transparente/ que brillaba tras del sol, serena y furiosamente...’. Cuando llegamos a ese concierto, Ana y yo éramos amantes de otra época, pues nuestros destinos se habían bifurcado, para bien o para mal, pero en ese momento nos transformamos en esos cachorros que fuimos en aquella playa solitaria, gracias a aquella canción.
Charly García, después de Sui Generis, formó bandas emblemáticas, pero fue su época de solista la que lo marcaría como una leyenda, a partir de su disco ‘Yendo de la cama al living’ (1982), una obra maestra. Sin embargo, sería su siguiente trabajo el que lo haría cruzar fronteras y volverse una megaestrella latinoamericana: ‘Clics modernos’ (1983), con temas como: ‘Nos siguen pegando abajo’ y ‘Estoy verde’ que sonaron hasta el hartazgo. Con ese repertorio y el de ‘Piano bar’ llegó en 1985 a tocar a la legendaria y querida Feria del Hogar, con un Fito Páez chibolito en los teclados. Fue un concierto memorable. Estuvimos con Ana en primera fila aquel 28 de julio de 1985. Salió al escenario y dijo: ‘Me pidieron que salga con la bandera del Perú. Nooooo. Eso no es. Feliz independencia, locos, que les dure’.
Si los ochentas fue una década prodigiosa para Charly y sus fanáticos, los noventas fueron años furiosos, de frustración, excesos y violencia para él, y eso lo trasladaba a los escenarios. Protagonizaba escándalos de todo tipo, se peleaba seguido con la prensa y los fanáticos más insistentes, y sus conciertos eran cada vez mas cortos -podía interpretar cinco canciones e irse- y los excesos hicieron que lo internaran varias veces en clínicas de rehabilitación. No era fácil seguirle el ritmo y sus músicos sufrían en carne propia sus desplantes. Así llegó al Perú nuevamente a la Feria del Hogar en 1995 y dio un espectáculo deprimente, para alguien que lo había visto en vivo en todo su apogeo. Se peleaba con el sonidista hasta que pateó el parlante y el concierto terminó antes de lo previsto. Me sentía más triste de ver al ídolo en ese deplorable estado. Pero el 3 de marzo del 2000 el bigotón demostró a todo el mundo ‘que estaba más loco que los tres chiflados’, como tituló el diario deportivo Olé, al colocar en portada que García se había lanzado desde el piso nueve de la habitación de un hotel a la piscina. De milagro salió ileso y ante una nube de periodistas declaró: ‘Esta fue la primera cosa deportiva que realmente disfruté en mi vida’. Carlos Alberto García, un loco, un genio que todavía no quiere ponerle punto final a su extraordinaria historia. Apago el televisor.