Este Búho observa con detenimiento la palabras y los gestos del empresario preso Zamir Villaverde declarando ante la Comisión de Fiscalización del Congreso. Denuncia que quieren atentar contra su vida en la cárcel. Acusa al Servicio de Inteligencia, a un ministro y al propio Pedro Castillo. Lo ‘escaneo’ y detecto que Villaverde va a cantar con voz más potente que la del tenor Pavarotti a la hora de ‘echar’ a Castillo y su entorno más íntimo.
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Recordé películas sobre tristemente célebres delatores de la mafia. En ‘Buenos Muchachos’ (1990), de Martin Scorsese, Ray Liotta, en una actuación extraordinaria, es Henry Hill, un gánster durante tres décadas de su vida sirviendo a la ‘Cosa Nostra’, pero al final se siente traicionado por el capo de la mafia ‘Paulie’ Cicero (Paul Sorvino) y su amigo Jimmy Conway (Robert De Niro), por lo que decide contarlo todo al FBI y con sus delaciones llevó a todos los miembros de la ‘familia’ a la cárcel, donde ‘Paulie, por su avanzada edad, murió tras las rejas.
Pero a veces la realidad supera a la ficción. Tuve oportunidad de ver en Netflix el impresionante documental ‘Our godfather’ (Nuestro padrino), sobre el más famoso delator de la mafia siciliana, un gatillero de la ‘camorra’: Tommaso Buscetta, quien ‘echó’ públicamente en un ‘megajuicio’ a más de 350 mafiosos, incluidos los jefes de las principales ‘familias’ de Sicilia, recibiendo varios de ellos cadenas perpetuas. Entre los enjuiciados estaba el sanguinario Salvatore ‘Toto’ Riina, ‘capo de capos’ y culpable de exterminar a los familiares más cercanos de Buscetta, lo que lo obligó a ‘traicionar’ a la ‘Cosa Nostra’ a la que juró fidelidad total hasta la muerte.
Para empezar, el documental nos lo presentan como lo que fue: un gánster nacido en un hogar con 17 hermanos en la zona más paupérrima de Palermo, Sicilia, la capital del crimen. Se gradúa con honores en los bajos fondos cometiendo un asesinato. ‘Lo hice para demostrar hombría’, sostiene. En 1946 ya es miembro de la ‘camorra’, hasta que en 1963 estalló la ‘primera guerra de la mafia’ y para salvar su pellejo fugó a Estados Unidos, donde la familia Gambino lo ayudó a establecerse en el negocio de las pizzas.
El Búho: ‘Our godfather’ es una historia aleccionadora para un hombre que escogió el mal como modo de vida
Buscetta es detenido por portar un pasaporte falso y, antes de que lo encierren, huye a Brasil. Allí, en la playa, conoce a una bella ‘garota’ llamada Cristina, de 20 años -él tiene 42-, y ambos inician un volcánico romance y tienen un hijo, Roberto. En Italia, el ‘capo’ dejó a dos mujeres y varios hijos. En el reportaje se cuenta que a inicios de los ochenta llegó a buscarlo a Río de Janeiro un capo de la mafia siciliana para pedirle que se una a ellos en la guerra contra el sanguinario ‘Toto’ Riina y regrese a Palermo.
El mafioso asegura a las cámaras que rechazó la petición, pero el gánster, cuando regresa a Sicilia para decir personalmente que no va a ‘guerrear’, su llegada es tomada como que iba a unirse a la mafia de Palermo contra el jefe de los Corleonesi, ‘Toto’ Riina, y así provocó el exterminio de su familia. Entre 1982 y 1984, por orden de Riina, sus dos hijos desaparecieron para siempre. Se sabe que fueron secuestrados, torturados, estrangulados y disueltos en ácido, una muerte sin dejar rastros.
También corrieron la misma suerte su hermano, yerno, cuñado y cuatro sobrinos. Según su esposa y su hija, que declaran en el documental, Tommaso nunca volvió a ser el mismo, sus hijos mayores tenían treinta y treintaidos años, y los otros familiares no tenían nada que ver con sus negocios turbios. Desesperado, con un hijo recién nacido, a sabiendas de que era hombre muerto en Italia, intentó suicidarse. Salvado, fue enviado nuevamente a Italia.
Anímicamente destruido dijo a la policía que solo iba a declarar ante el implacable enemigo de la mafia, el juez Giovanni Falcone, al que ofreció sus valiosísimos testimonios y así comenzó su vida como informante. Al magistrado se unió el FBI y gracias a sus delaciones, también para la justicia norteamericana, se le permitió vivir con su familia con una identidad distinta en un programa de protección a testigos en Estados Unidos.
El juez Falcone no tuvo la misma suerte que Buscetta. El principal enemigo de la mafia fue asesinado con un bombazo en plena carretera y junto a él murieron su esposa y tres guardaespaldas. Tommaso sabía que la vida de su familia seguía corriendo peligro. Contra su propio pronóstico, lo dice el protagonista, nunca pensó morir de cáncer, de ‘muerte natural’. Para frustración de los sicarios sicilianos que peinaban Estados Unidos, falleció de cáncer en un hospital en el año 2000, a los 71 años.
Esta es una historia aleccionadora para un hombre que escogió el mal como modo de vida, pero es a la vez desgarradora para un padre que sufría al tener que esconderle la verdad a su familia, decirles que ‘su cabeza’ y ‘sus cabezas’ tenían un precio, porque la venganza de la mafia siciliana no tiene fecha de caducidad. Apago el televisor.
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