Este Búho leyó consternado una noticia que llegó desde República Dominicana: murió el actor Ray Liotta. Para muchos su nombre no puede decir mucho, pero si le contamos que fue el protagonista del filme ‘Buenos muchachos’ (1990), de Martin Scorsese, con una extraordinaria actuación de Ray, encarnando al mafioso cocainómano y desquiciado Henry Hill, la cosa cambia. Raymond Allen Liotta murió a los 67 años durmiendo en su habitación de hotel en la zona colonial de República Dominicana, donde se encontraba filmando la película ‘Aguas peligrosas’.
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Este Búho lo recuerda de una cinta de sus inicios, ‘Totalmente salvaje’ (1986), del gran Jonathan Demme, en el alucinante papel de Ray Sinclair, el exconvicto y psicópata marido de Melanie Griffith, quien quiere matar a Jeff Daniels. Película que Demme hizo antes de tocar la gloria con ‘El silencio de los inocentes’ (1991).
También encarnó a Paul Krendler, el villano agente del Ministerio Público que atormentaba a Clarice Starling (Julianne Moore) en ‘Hannibal’ (2001), a quien el siniestro Aníbal Lecter le destapaba el cráneo para que se comiera sus sesos a la parrilla. En más de 80 películas hizo papeles tanto de malo como de bueno, pero le quedó la imagen de tipo malvado, cínico, por su rol en ‘Buenos muchachos’.
Él se quejaba y aclaraba las cosas: ‘No es que prefiera hacer de tipo malo u oscuro, simplemente me lo ofrecen’. Nacido en Newark, Nueva Jersey (1954), fue abandonado por su madre biológica en un orfanato, y a los seis meses lo adoptó el matrimonio Liotta. ‘Durante años -confesó a la revista People- nunca entendí cómo podía haberme dejado allí. Y me provocó esa clase de energía de estar jodido. Cuando cumplí cuarenta años conocí a mi madre real. Ya no estaba enfadado’.
El Búho: Es considerada una película de culto
Pero si queremos escribir algo de Ray Liotta, no podemos separarlo de la historia del filme ‘Buenos muchachos’ y de su director Martin Scorsese. Es considerada una película de culto. La otra cara de una misma moneda con respecto a ‘El padrino’.
Pero mientras la saga de la familia de Vito Corleone se adaptó de una novela ficción de Mario Puzo, la película del director de ‘Casino’ se basaba en una historia real: la vida de Henry Hill, gánster miembro de la familia Luchese -una de las cinco familias más poderosas de Nueva York-, que fue arrestado por el FBI y se acogió al beneficio de ‘protección de testigos’ después de delatar a varios de sus amigos y compañeros. La película se convirtió en una obra maestra por muchas razones. Por ejemplo, Martin hizo que los actores hablaran con el autor del libro, quien les proporcionó material que no había usado, por ejemplo cintas de grabación en las que Hill contaba sus historias.
Quien más brilló en el set fue Pesci, haciendo del desequilibrado Tommy DeVito, un personaje basado en el gánster Thomas Anthony De Simone. Intercaló sus acciones aterradoras con comentarios chistosos, ayudando a que la película tuviera el tono que Scorsese quería, entre la tragedia y la comedia.
Una de las escenas más recordadas es aquella en la que su personaje asesina con saña al mafioso que se burlaba de su pasado en el restaurante de Liotta, y luego, con cara de acongojado, le dice al protagonista: ‘Lo siento, no quería manchar tu piso de sangre’. Esa actuación le valió a Pesci su primer Oscar, el único de la cinta que tuvo seis nominaciones. A las grandes actuaciones Scorsese le sumó toda su maestría y su sello.
La película está llena de sus marcas personales: voces en off que van modulando los hechos. Memorable es el inicio, cuando Liotta suelta una frase que resume la película y su vida, para bien y para mal: ‘Siempre quise ser un gánster’. La cinta evoluciona con el tiempo, como la banda sonora que abarca los treinta años que es el espacio en que se desarrolla el filme, donde escuchamos desde a Aretha Franklin, The Shangri-Las y los Rolling Stones, entre otras ‘joyitas’. Todo esto licuado con abrumadora violencia y lecciones de lealtad y traición.
Sin embargo, cuando la Warner Bros. la proyectó en una función de prueba, los comentarios fueron negativos, aduciendo que había extremas dosis de violencia y lenguaje procaz -todavía no irrumpía ‘Pulp Fiction’ para romper esquemas-; sin embargo, en una decisión arriesgada primó la posición del director y se proyectó tal cual. Fue una sabia decisión. La crítica y el público se rindieron y la aclamaron.
Mención aparte merece el verdadero Henry Hill, quien después de la película se convirtió en un hombre famoso. Protagonista de documentales, invitado a programas de televisión donde daba recetas de cocina, pues le llegó tanto dinero que puso su propio restaurante. Ray Liotta contaba que un día de 2012, su única hija recibió llamadas de condolencias por la muerte de su padre. Ella no sabía nada.
Luego el mánager de Ray lo llamó y le dijo emocionado ‘¡Estás vivo!’. Tanto había calado su personaje en el imaginario de Hollywood que creían que Liotta había fallecido cuando en realidad el muerto ¡¡era Henry Hill!!, el verdadero, de un infarto fulminante y no de un balazo de la mafia. Cosas del cine. Descansa en paz, Ray Liotta. Apago el televisor.
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