Como les comenté hace algunos días, acaba de pasar por nuestra capital el inmenso y talentoso periodista argentino Jorge Lanata, quien fiel a su costumbre dejó varias frases geniales para los jóvenes que aspiran a convertirse en periodistas. ‘No dejes de leer todo el tiempo. No dejes de escribir todo el tiempo. No dejes de indignarte todo el tiempo. No dejes de sorprenderte todo el tiempo. Pero sobre todo, no dejes de aprender todo el tiempo’.
En una entrevista a un diario local, el hombre de prensa que destapó toda la podredumbre de los esposos Kirchner en su país, también habló sobre el futuro de los diarios impresos y la irrupción del Internet.
‘Los periodistas de prensa escrita van a tener que reformularse. Todo está por verse. Desde ese punto de vista, es un gran momento experimental como nunca lo hubo’.
Sí le preocupa la calidad periodística, y lo resumió en el click. ‘Si tienes una noticia que dice que el primer ministro se acostó con un cerdo y abajo hay otra que indica que el primer ministro fue a la reunión de la OTAN, ¿cuál vas a leer? Todos se van al cerdo. El ‘clickeo’ está deformando completamente a los medios. Ahora lo importante es que la gente clickee, y no precisamente la información...’.
Este columnista siempre se da un tiempo para conversar con jóvenes estudiantes de Comunicaciones. ‘Búho -me preguntan-, cuándo decidiste ser periodista’. La verdad, no lo sé. De niño recuerdo que fui un lector apasionado de las columnas que hablaban de cine y televisión. Eso sí, debo agradecer eternamente a mi alma mater, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el haberme formado. Y reitero que hay escritores que son de culto.
Un periodista de raza, que integra ese selecto grupo en el Olimpo de los padres del llamado ‘género de no ficción’ o ‘nuevo periodismo’, con luminarias como Truman Capote, Norman Mailer o Tom Wolfe, es Gay Talese, a quien le debemos la famosa serie de HBO ‘Los Soprano’, pues ese ‘boom’ televisivo se basó en su extraordinario libro ‘Honrarás a tu padre’, un descarnado relato de lo que significaba la mafia italiana en los Estados Unidos a inicios de los sesenta. Pero su último libro, titulado ‘El hotel del voyeur’, publicado a finales del 2016, puso al escritor en el ojo de la tormenta. La historia es alucinante. En el año 1980 recibe una llamada telefónica. Es Gerald Foos, el dueño de un motel en una ciudad de Colorado. Este le hace una confesión: ‘Desde 1960 observo las relaciones sexuales de mis clientes porque he acondicionado huecos que camuflé con rejillas de ventilación’. Lo más loco es que ¡su esposa, y madre de sus dos hijos, sabía de las ‘debilidades’ de su marido y lo ayudó en la tarea!
A Talese le pareció interesante la historia y comenzó a comunicarse por teléfono y por cartas con el hombre. Según el libro, lo que le interesó era que el mirón no filmaba a sus víctimas ni se masturbaba mientras invadía aquellas intimidades. Por el contrario, llevaba un diario con notas donde analizaba las formas de comunicación de las parejas antes de llegar al coito. Mantenía un cuaderno donde anotaba la edad, la procedencia, la raza y la educación de sus víctimas.
El ‘voyeur’ y Talese hicieron un pacto: el escritor no podía publicar nada sin su consentimiento. Pasaron ¡36 largos años! hasta que el escritor se decidió a publicar un adelanto de su reportaje en la revista The New Yorker. Para esto, el hotelero, viejo y cansado de tanto mirar, tapó los ‘huecos’ en 1995 y tres años después vendió el motel que fue demolido en el 2014. Pero lo que motivó el escándalo es que en ese ‘adelanto’, el periodista confesó que él viajó hasta Colorado y Foos lo llevó a su ‘huequito’ para que vea cómo una pareja mantenía relaciones.
Una ola de indignación se apoderó de ciertos sectores en las redes sociales. Las feministas lo bombardearon con correos. Talese no se amilanó ante la histeria cibernética. Pero lo que sí minó la pétrea credibilidad del periodista fue una investigación del Washington Post.
Los sabuesos llegaron a Colorado y demostraron que Gerald Foos le mintió a Talese, quien acusó el golpe. Reconoció que muchos de los relatos de Foos no ‘eran confiables’. Luego, prometió no promocionar el libro, pero respondió: ‘Si no lo hubiera visto in situ, habría sido muy difícil que creyera su historia’. Y también retrucó: ‘Todos los periodistas son incansables ‘voyeurs’, que ven los defectos del mundo, de sus gentes y sus lugares”.
A sus más de 85 años, sigue viajando por el mundo, dictando conferencias y ‘escueleando’ a los jóvenes. ‘No hay que trabajar con grabadoras, sino con el cerebro, recordando lo que nos dicen y escribiendo con el corazón’. Todo un maestro. Apago el televisor
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