Este Búho escucha al juez Richard Concepción Carhuancho dictar 18 meses de prisión preventiva para Ollanta Humala y Nadine Heredia y no puede dejar de ingresar al túnel del tiempo.
Año 2007. Recuerdo la primera vez que conversé con Ollanta Humala, meses después de las elecciones presidenciales del 2006, donde el líder del Partido Nacionalista, remozada versión del termocéfalo y sectario Movimiento ‘Etnocacerista’ elucubrado por don Isaac Humala, ganaría sorprendentemente la primera vuelta electoral y perdería en la segunda con Alan García. Una elección donde muchos votaron tapándose la nariz por el aprista, para impedir que ‘el candidato chavista’, protegido de Hugo Chávez, ‘convirtiera al país en otro satélite de sus petrodólares.
Después nos enteraríamos de que ‘no era amor al chancho, sino a los chicharrones’ y que su esposa Nadine Heredia, según denuncias del fiscal Juárez Atoche, se apropiaba de las remesas clandestinas de dinero sucio venezolano y se valía de cualquier argucia para justificar ese dinero que trasladaba a sus cuentas y a las de testaferros: recibos por honorarios ‘truchos’, asesorías laborales fantasmas, ONG de papel... En fin, en ese año no ganaron la elección pero elevaron su patrimonio de tal manera que la madre de Nadine Heredia, que se ganaba la vida haciendo ‘movilidad escolar’, pagó al contado una residencia en Surco, entre otros gastos repentinos. Toda esta bonanza, según la Fiscalía, gracias al dinero mal habido venezolano.
Este aparato financiero era manejado por la esposa de Ollanta Humala y su hermano Ilan Humala. Fue el tiempo en que el comandante decidió convocar a directores o editores de medios para conversar en su local de la avenida Arequipa, sobre las razones de su derrota, atribuidas, a su criterio, a ‘un cargamontón de todos los medios de comunicación contra su candidatura’.
Este columnista acudió en representación del director. Ollanta Humala parecía un hombre bien intencionado pero muy ‘cuadriculado’. La entrevista se prolongó más de los veinte minutos estipulados y se pasó más de una hora con un Ollanta Humala entusiasmado por el relato de la elección de Fujimori en 1990 que nos tocó cubrir. Hasta que entró una 4x4 al local. Ollanta Humala la vio por la ventana y palideció. Era Nadine Heredia.
Se escucharon sendos golpes en la puerta de la oficina y una voz que le exigía: “¡Ollanta Humala, solo eran diez minutos y ya estás más de una hora, ven rápido!”. El militar parecía haber recibido la orden de un general y nos despidió rápidamente, prometiendo otra reunión. Allí vi un adelanto del futuro de ese ‘Cosito’ que recién nacería cuando llegó a Palacio en el 2011.
Ya en el Gobierno, Nadine Heredia hizo mucho más que solo administrar el tiempo de su esposo Ollanta Humala. Desde el saque, se encargó de expectorar al patriarca don Isaac Humala, el padre de la criatura y dueño de la ‘pelota nacionalista’.
La primera oposición del Gobierno no fue el fujimorismo, sino su propia familia. Don Isaac, doña Elena Tasso y la más ultraconservadora del clan, Ima Sumac Humala Tasso, la menor, y por supuesto, Antauro. Este, a los pocos meses de asumir el poder su hermano, quien declaró que no lo iba a indultar, lo llamó ‘traidor’ en una entrevista para la revista ‘Time’, donde se le ve en su celda ‘fumando un troncho más grande que un zepelín’.
Cuando se produjo el quiebre entre Ollanta Humala y su familia, unión no solo consanguínea sino ideológica, apareció Nadine Heredia para convertirse en esa voz de mando con la que convivió toda su vida. Una voz de mando que así como lo empujó a candidatear, a ganar la presidencia, también lo llevó a cerrar los ojos mientras ella se inmiscuía en asuntos del Gobierno, y manejó dineros en grandes cantidades no justificables para el sueldo de un presidente, que no pasa de los veinte mil soles mensuales.
Subieron tan rápido como bajaron. Ahora Ollanta Humala y Nadine Heredia enfrentan una prisión preventiva. Como no podía ser de otra manera, vuelve a aparecer don Isaac y recuerdo sus premonitorias palabras: “Mi nuera es una loca que se mete en todo y mi hijo es un idiota que se lo permite”, había sentenciado cuando le negó el indulto a Antauro.
Hoy no le dice a su hijo lo que en febrero le aconsejó Antauro: “Ollanta Humala, mejor suicídate”. El patriarca prefiere decirle públicamente: “Si hubiera cometido ese grave error político, si estuviera en su lugar, yo me meto un tiro”. Apago el televisor.