Este Búho escucha y lee los argumentos de quienes intentan cubrir a Ollanta Humala y Nadine Heredia con un manto de conmiseración. Poco falta para que a algunos de sus argumentos, barnizados de cierto cariz jurídico, le agreguen palabras como ‘pobrecitos’ o ‘me dan pena sus hijitos’, cuando eso no convence en absoluto a la opinión pública, que vio cómo Nadine Heredia se reía cínicamente desde el penal Santa Mónica al ver al fiscal sustentar los peligros de revocar los 18 meses de prisión preventiva dictados por el juez Concepción Carhuancho. Hasta ese momento, el ambiente estaba enrarecido. Era notorio el aluvión mediático que arrastraba comentarios a favor de la liberación de la pareja nacionalista.
De allí la sonrisita cachacienta de Nadine Heredia. La revocatoria parecía cantada cuando el juez César Sahuanay había rechazado admitir pruebas nuevas que demostrarían la peligrosidad de los detenidos sobre una potencial ‘compra de testigos’, descubrimiento de la Fiscalía que fue posteriormente propalado por un programa periodístico. Ya no se hablaba de humildes campesinos parientes de un asesinado por orden del ‘Capitán Carlos’ en Madre Mía, sino de un colaborador eficaz del penal de Ancón (¿Belaunde Lossio puede ser?).
Quienes los defienden, lloran por su detención y argumentan hablando jurídicamente, cierran los ojos a propósito de los persistentes actos delictivos. Comprar testigos, falsear su letra para engañar a los peritos y hacer adelantos de herencia a sus hijitas para evadir el pago de futuras reparaciones civiles. Es decir, el actuar típico del que se cree culpable y pone a buen recaudo el botín. Por eso, este columnista no hace fiesta porque la Segunda Sala de Apelaciones no revocó lo ordenado por el juez Carhuancho, pero tampoco me da pena. Pienso que lo único que hizo la Sala es defender la justicia ante un par de investigados que capitanean una bien montada organización que es investigada por lavado de activos y que no ha dejado de operar con el fin ulterior de lograr la libertad de ambos a cualquier medio. Y ya tenemos ejemplos de cómo han actuado algunos de sus congéneres. Fujimori huyó a Japón, Toledo a Estados Unidos. Alan bravuconea amenazando con juicios a quien ponga en duda su honorabilidad, pero ‘el gran discípulo de Haya de la Torre’ permitió que en su gobierno unos segundones realizaran millonarios ‘faenones’, como Facundo Chinguel, liberando narcos con ¡indultos que firmaba el propio presidente!, y que se recibiera de Odebrecht, según confesión del propio Marcelo, ¡29 millones de dólares como pago de coimas!
El fallo del juez Concepción Carhuancho, privando de su libertad por 18 meses a Ollanta Humala y Nadine Heredia, no puede descalificarse porque malos fiscales, cobardes o ‘aceitados’, no han querido investigar a Keiko Fujimori, ahora que ha salido a la luz una supuesta financiación de millones desde la Caja 2 de Odebrecht. Y si los recibió, ese dinero nunca se invirtió formalmente en la campaña, pues no se consignó en el reporte a la ONPE. En todo caso, reclamar la libertad de Ollanta Humala y Nadine Heredia ‘porque Alan y Keiko están libres’ es como decir ‘estos deben salir de la cárcel porque los otros están libres’. No, lo justo es que TODOS los corruptos, si se les demuestra, deberían quedar tras las rejas. Este Búho no tiene compromisos con nadie. No dispara para un solo lado. Y pienso que así como creo que los Humala resultaron unos aventureros que ingresaron a la política a enriquecerse antes y después de llegar al gobierno, creo también que las investigaciones a Alan y Keiko deberían, en el caso del aprista, intensificarse y no tratarlo como si llegara a la Fiscalía ‘de visita’. Y respecto a Keiko, abrirle una investigación sobre sus vínculos con Odebrecht y que el mismo fiscal vaya a Brasil a hablar con Marcelo y Barata. De confirmarse la entrega de dinero, tendría que ser acusada de lavado de activos, al igual que los Humala. Lo único bueno de todo esto es que los políticos corruptos ya saben que por fin la justicia puede alcanzar hasta a los ex presidentes. En estas circunstancias hay más de uno, pero ni eso puede mitigar el sentimiento de frustración, indignación, pena y rabia de ver la podredumbre de gobernantes que hemos tenido. Apago el televisor.
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