Este Búho es consciente de que la Navidad para los ‘tíos’ es completamente distinta a la de los niños. Es la ley de la vida. Los adultos algún día fuimos niños y muy felices en estas fiestas. Pero no me puedo engañar, a pesar de que ningún tiempo pasado, presente ni futuro será igual, creo que el espíritu de la Navidad del siglo anterior ha desaparecido.
Este columnista vivió de chico en esa última etapa, cuando la figura de Papá Noel no era discutida y la propaganda de Coca Cola a nivel mundial, con su canción con niños de todas las razas, la pasaban a cada rato. Todavía se decía ‘Santa Claus’. Eran épocas en que creíamos que si se nos caía un diente y lo escondíamos en un rinconcito, un ratoncito nos iba a dejar una moneda de sol de bronce. Éramos muy inocentes con una televisión sin cable, cuyos tres canales competían por lanzar sus mensajes navideños. En ellos sobresalía el ‘Tío Johnny’, que cantaba la traducción del tema de Bing Crosby ‘Papá Noel llegó a la ciudad’. Hoy, en días previos a Nochebuena, las portadas cuentan que un venezolano se confesó autor del crimen de su pareja, una compatriota de 20 años, y de sus hijitos de cuatro y tres añitos, a cuchilladas. ¿Cómo procesan los niños de hoy esas noticias ultraviolentas?
Antes solo comprabas cohetecillos o cohetones, rascapiés y luces de bengala o los silbadores. Hoy se mueven toneladas de verdaderos arsenales de ‘mamarratas’ que causan muertes de niños en explosiones. En nuestros tiempos, seguro había grandes casos de corrupción, pero no de la magnitud faraónica de Odebrecht, por el que cuatro presidentes están investigados, uno de ellos prófugo. Comprometidos, según investigaciones, en coimas millonarias. Los presidentes militares de mi niñez y adolescencia, Velasco y Morales Bermúdez, salieron de Palacio para vivir un retiro con comodidad, pero no como los de ahora, con bonanzas inmobiliarias escandalosas no solo en el país, también en el extranjero, sino que lo digan Alan y Toledo.
Los niños de hoy responden tests con preguntas sobre corrupción, y ‘Lava Jato’ o ‘Los Cuellos Blancos del Puerto’ figuran en los exámenes de cultura general de secundaria. Las ofertas de juguetes de mi época eran más sencillas y nos moríamos por una pelota de cuero de 18 paños marca ‘Player’ o las ‘Viniball’. Pero el mejor regalo era la bicicleta de marca checoeslovaca, como las recias ‘Velamos’, o las Monark. Otros juguetes que rayaban eran las clásicas pistas de carreras de carros a control remoto, antes que el gobierno de Velasco prohibiera los juguetes importados, lo que fue un golpe duro para los niños, que se conformaron con legos y productos de plástico Basa.
Hoy la situación para los chicos es de una oferta descomunal. Ya no hay una frontera que divida ‘juguetes’ de artefactos. Es así que los infantes, si tú les preguntas sobre el regalo de Papá Noel, te responderán: ‘Papá Noel no sé, pero quiero ir con mi papá para que me compre un smartphone’. Me quedé corto. Mañana hablaré de esta nueva generación y sus preferencias. Apago el televisor.
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