Este Búho abre su Trome y lee una noticia pequeña: Murió Jake LaMotta, campeón mundial de boxeo. Fue uno de los máximos ídolos en los tiempos de oro, a mediados del siglo pasado. Falleció a los 95 años un púgil que, según los entendidos, tuvo la mayor resistencia a los golpes en la historia del boxeo. Jake, ‘el Toro del Bronx’, hijo de inmigrantes italianos, se hizo famoso y universal cuando se retrató su historia en ese filme de culto de Martin Scorsese llamado ‘Toro salvaje’ (1981), que protagonizó Robert de Niro, quien se sometió a una metamorfosis y engordó más de treinta kilos para interpretarlo. Como mis lectores saben, este Búho es un fanático del llamado deporte de ‘las narices chatas’.
Estos ojazos han podido ver a grandes leyendas pugilísticas como Jack Dempsey, Joe Louis, Rocky Marciano, Archie Moore, Sugar Ray Robinson, Muhammad Ali, Joe Frazier, Carlos Monzón, Sugar Ray Leonard o el gran ‘Mano de piedra’ Durán. Hoy ya nada es igual y reinan payasos como Floyd ‘Money’ Mayweather, que aparece en su cama llena de billetes de 100 dólares, pero en el ring es más chistoso que peleador. Pero bueno, estaba en San Marcos cuando estrenaron ‘Toro salvaje’. En ese año, 1981, no logré que alguno de mis compañeros de la universidad me acompañara a la cazuela del cine ‘Lido’, ese ‘gallinero’, para ver aquella obra maestra.
La película retrataba el ascenso y la caída del ídolo, quien tuvo una vida trágica. Fue el primer campeón de box que reconoció que la mafia arregló algunas de sus peleas por culpa de su siniestro hermano Joey. En el filme, el gran Joe Pesci encarnó a Joey, quien le presentaba a varias mujeres, una de ellas fue su primera esposa, la sensual ‘Vicky’ (deslumbrante Cathy Moriarty), una rubia tentación que lo engañaba ¡hasta con su hermano! y el jefe de la mafia. El largometraje se centra en esos episodios terribles, duros del deportista. Su relación con la mafia, su debilidad por someterse a una mujer que no tenía sentimientos, solo un par de senos y un buen trasero. El director incide en la parte débil de un destructor, al punto que en la película se tiene que poner hielo en sus partes íntimas porque la bella Vicky lo seduce antes de una pelea y él debe cuidarse al máximo, lo que implicaba no tener relaciones sexuales. Pero su principal enemigo no era una mujer, sino el extraordinario boxeador Sugar Ray Robinson. La historia cuenta que el italiano solo le ganó una vez al morocho Ray. Creo que la mejor de las seis fue en Chicago. Se le denominó ‘La masacre de San Valentín’. Fue espectacular. LaMotta era el campeón. Estaba gordo y con la justas dio el peso. Sugar era una categoría inferior y se arriesgó. Hasta el octavo asalto se dieron de alma. Pero el calor de Chicago y el peso de LaMotta lo pusieron como si fuera una bolsa de golpear, a la que el zambo atacó sin misericordia. Jake era pura sangre. El árbitro detuvo la pelea. El ‘Toro Salvaje’ había sido derrotado.
Un dato importante. Scorsese se esmeró en retratar fielmente la fraternidad entre los ‘hermanos’ Jake y Joey y obligó a Robert De Niro y Joe Pesci a vivir juntos tres meses antes que se inicie el rodaje, para dar mayor realidad a su condición familiar en la cinta. Para resumir la pasión y la fuerza que le dio el director a la película, solo me queda reproducir sus declaraciones después del estreno: “Yo puse todo en ‘Toro salvaje’, todo lo que sabía, todo lo que sentía y pensé que ese sería el final de mi carrera. Es lo que se llama un filme kamikaze”. Apago el televisor.
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