Este Búho abre sus ojazos, coge el control remoto y ve cómo Héctor Becerril, que antes entraba con su carrazo y sus ‘chalecos’ hasta la mismísima puerta principal del Congreso, ayer por la mañana hacía su colita y mostraba su DNI para ingresar al Legislativo por una puerta lateral, en su calidad de miembro de la Comisión Permanente.
La policía tenía estrictas órdenes: solo podían pasar los veintisiete integrantes de dicho grupo, los únicos que por ley, después de la disolución del Congreso, pueden ejercer labores legislativas. Los restantes ya están disueltos, no podrán volver ni pasar por caja. Además de Becerril, vi una patética imagen de otro ‘disuelto’, Roberto Vieira, impedido de viajar a Estados Unidos porque intentó utilizar un pasaporte diplomático, prerrogativa que solo le correspondió hasta el lunes, mientras mantuvo su condición de parlamentario: ‘Señor, este pasaporte no vale, ya lo disolvieron’, le explicó el funcionario de Migraciones. Pero anécdotas aparte, este columnista, ya con más calma, escribe sus ‘picotitos’ para recapitular cómo llegamos a esta situación y los posibles escenarios que se vienen.
LOS DOS SON CULPABLES: Para empezar, debemos decir que hay una responsabilidad compartida en esta crisis. Primero, de Keiko y el fujimorismo picón por la derrota electoral en el 2016 y que, desde esa fecha, solo ejecutó una campaña de obstruccionismo y oposición a lo bestia contra el presidente Kuczynski, a quien obligaron a renunciar con la amenaza de vacarlo. El otro culpable, el presidente Martín Vizcarra, porque deslealmente conspiró con Keiko para ‘bajarse’ a PPK. El moqueguano creyó ingenuamente que lo iban a dejar gobernar, pero al darse cuenta de que lo trataban como a una marioneta, sacó las garras cuando se descubrió que el fujimorismo estaba metido hasta el cuello con la mafia de ‘Los cuellos blancos del puerto’. Con las banderas de la lucha contra la corrupción, le dio golpes letales a la mayoría fujiaprista al establecer el referéndum y la ‘no reelección de congresistas’. Subió su popularidad en las encuestas, pero aumentaron los odios de sus enemigos y ganó otros adversarios.
Todos ellos formaron una coalición que intensificó sus fuegos contra Vizcarra cuando el último 28 de Julio cometió el desatino de anunciar el adelanto de elecciones sin consultar siquiera con su vicepresidenta, ni con los más importantes miembros de la bancada oficialista. Ahí se armó otro frente que conllevó a esta crisis, con un Legislativo burlándose y archivando todos los proyectos del Ejecutivo. Hasta la histórica noche del último lunes 30, cuando Vizcarra anunció la ‘disolución’ del Congreso después de que el premier Salvador del Solar fuera humillado por la mayoría y se pasó a elegir al caballazo, y hasta con voto ‘fantasma’, a un nuevo magistrado del Tribunal Constitucional.
QUE EMPIECE A GOBERNAR: Vizcarra ya no puede decir que tiene un parlamento hostil que no lo deja trabajar. Hoy solo los miembros de la Comisión Permanente del Congreso ingresan al hemiciclo. La legalidad o no de la medida de Vizcarra será la comidilla de los programas políticos, el llanto de los congresistas disueltos también. Pero hay una realidad aún más importante. El país no debe parar. Y Vizcarra tiene que conformar un gabinete con ministros ejecutores. Tiene la cancha libre y ya no podrá haber excusas de ‘obstruccionismo’.
Debería quedar el ministro del Interior, Carlos Morán, para seguir combatiendo la delincuencia nacional y extranjera. Necesita nombrar a un ministro de Economía con mayor papel protagónico, que no se mueva por la sombrita; un ministro de Energía y Minas con muñeca y firmeza para tratar los problemas de la inversión minera, los conflictos y el cuidado del medio ambiente. Debe intensificarse la reconstrucción del norte. Eso quiere el ciudadano de a pie. Nadie hubiese querido que nuestro país pase por este trance otra vez, porque la palabra ‘disolver’ quedó en nuestras conciencias y nos provoca malos recuerdos desde que la pronunció Fujimori el 5 de abril de 1992. Pero estamos en el 2019 y debemos salir de esta crisis. La responsabilidad y la pelota están en la cancha de Vizcarra. Que gobierne y deje a los juristas librar otras batallas. Que haga lo que necesitan los peruanos. Apago el televisor.