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El caso del ‘Doctor Sexo’

El Búho de Trome entra al túnel del tiempo para recordar la terrorífica ‘carrera’ de Max Álvarez, con motivo de la muerte de Muñequita Milly tras practicarse una liposucción con el doctor Fong.
Max Álvarez

Este Búho lamenta la absurda muerte de la ‘Muñequita Milly’ como consecuencia de una liposucción que le realizó el conocido doctor Fong, quien la dejó con el intestino perforado. Solo espero que las autoridades no se olviden del caso y la Fiscalía investigue a profundidad. Sí me gustaría decir que jamás me operaría con un cirujano que sale bailando en Instagram o TikTok. ¿Un médico serio se promocionaría bailando en redes sociales? Lo que pasa es que hay muchos artistas de la farándula que se operan por canje. Se quitan la grasa gratis y el acuerdo es que difundan en sus redes que los operó un ‘prestigioso cirujano. Y eso no es chiste. La ‘Muñequita Milly’ no debería estar muerta.

El esposo y los padres de la cantante culpan de homicidio al médico y la prensa recuerda el caso del tristemente célebre cirujano plástico Max Álvarez, el ‘Doctor sexo’ o ‘Doctor muerte’. Ingreso al túnel del tiempo.

A finales de los años noventa Max era el cirujano de moda tanto para las damas de sociedad como para las estrellas de ‘Chollywood’, pues tenía una lujosa clínica en Monterrico. Allí operaba a las famosas del ambiente artístico y ninguna de ellas imaginaba que, tras la anestesia general, pudieron ser manoseadas o violadas, porque este desalmado tenía la costumbre de abusar de sus pacientes, como se descubriría años después. Pero hasta ese momento, el doctor era invitado como jurado en los afamados concursos de belleza. Salía en las páginas de sociales de las revistas. Solo entre sus íntimos se sabía que era mujeriego, tenía afición al alcohol, pero sobre todo a la cocaína. Además, tenía un triste pasado con una muerte encima.

En 1990, cuando cimentaba su fama, la joven dueña de dos tiendas de importadoras de repuestos, Ángela Chuquilín Tucto, de 26 años, fue a hacerse una liposucción antes de casarse. Entró caminando al consultorio y salió muerta. El cirujano se hizo el loco y con sus influencias a todo nivel logró que las autoridades judiciales, policiales y médicas no escucharan las denuncias del abogado de la infortunada Angela. Recuerdo este caso porque cubrí aquella muerte para un diario que ahora yace en el cementerio de papel. Apelando a sus influencias, el caso se archivó. Doce años después le hizo una liposucción y rinoplastia a su novia, la modelo argentina Claudia Badaracco (31), y la dejó abandonada convulsionando en su consultorio. Cuando regresó, ella estaba muerta. Los humildes familiares de una provincia de Argentina con mucho esfuerzo llegaron a Perú para denunciar la sospechosa muerte de su familiar solo por arreglarse la nariz, pero otra vez las influencias del galeno dejaron todo en nada.

Tres años después, ya era vox populi que Álvarez practicaba operaciones bajo los efectos del alcohol y sobre todo cocaína, y que no contrataba anestesiólogo y en ese estado ‘thriller’ aplicaba la anestesia. Sus clientes pudientes se habían esfumado y su clientela se había reducido a algunas figuras de ‘Chollywood’ por canjes. Pero a la actriz cómica Lucy Cabrera una vez olvidó colocarle la anestesia y ella sintió que el ‘Doctor sexo’, con evidentes signos de estar ‘pasadazo’, se colocaba la prótesis de un pene gigante y le decía con voz de enfermo: Vas a sentir mi ‘espechale’, ultrajando a la actriz. Lucy decidió darle una lección al ‘monstruo’ y en una próxima cita llegó con una cartera escondiendo una filmadora con la que registró todo y entregó la grabación a un sintonizado programa de espectáculos. Así, todo el país vio cómo el mal médico se colocaba su ‘espechale’ y sodomizaba a la actriz que gritaba de dolor. Ademas, se drogaba inhalando la maldita cocaína y no podía ni hablar.

Esa filmación hizo que lo botaran del Colegio Médico, reabrieran el caso de la argentina Badaracco y, por ello, lo condenaron a prisión. Álvarez murió solo -dijeron de un infarto-, despreciado por sus hijos, abandonado en el penal de Lurigancho. No se había recuperado de su adicción a la cocaína y pasta básica, y según algunos reclusos, ‘en realidad fue asesinado por la golpiza que unos internos le propinaron al no haber pagado sus deudas a los ‘taitas’ que le vendían droga. Hoy se debe fiscalizar a los médicos que atienden en seudo consultorios sin instrumentales básicos y que trabajan sin anestesiólogos. Muchas mujeres son engañadas y por verse más bonitas terminan viendo el horrible rostro de la muerte y los culpables se libran de la cárcel gracias a sus influencias. Apago el televisor.

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