Este Búho respira fútbol desde que tiene uso de razón. Desde niño mis recuerdos más felices están ligados a un balón. Y esta noche se juega nuevamente un Perú-Chile, por lo que no puedo dejar de comentarles lo que viví. En estos partidos son clásicos y hay que ganarlos. Y en esta Copa América con mucha mayor razón. Ya en el 2019 los goleamos y eliminamos del torneo cuando se creían favoritos.
Inevitablemente, ingreso al túnel del tiempo. Verano de 1977. Era chibolo y mi tío ‘Kike’, hoy prestigioso abogado, me dio una gran noticia: ‘Tengo dos entradas para el Perú-Chile’. En ese tiempo no había los revendedores cibernéticos de hoy que te ponen las entradas a precios exorbitantes en portales de internet. Los ‘rebecas’ de antes solo aumentaban el precio de una entrada en cinco, diez y máximo quince soles. Eran ‘conscientes, varón’. Lo justo.
Ese partido era vital. Chile con un empate clasificaba a la liguilla de Cali, donde junto con Brasil y Bolivia definían a los dos países que irían al Mundial de Argentina 78. Chile tenía a dos centrales extraordinarios, Quintano y Elías Figueroa, los héroes del partido de repesca en el que los ‘mapochos’ empataron con los rusos en Moscú, para el Mundial de Alemania 74.
En el partido de 1977, en el Estadio Nacional de Lima, hasta el primer tiempo iban cero a cero. Pero el ‘Cholo’ Sotil, tras un pase milimétrico del ‘Jet’ Muñante, decretó el uno a cero ¡¡de cabeza!! Luego vendría el 2 a 0, que lo puso Oblitas, quien en la Copa América del 75 -que ganamos- nos regaló un golazo de chalaca en Matute.
Esa Eliminatoria vio nacer el himno ‘Contigo Perú’, que hoy cantamos los peruanos con fervor y debería entonarse esta noche en Estados Unidos. Esa noche fue inolvidable, pese a que vivíamos en una dictadura militar.
El presidente de ese entonces, el general Francisco Morales Bermúdez, ebrio de emoción y whisky, bajó a la cancha y le pidió su camiseta al capitán Julio Meléndez. Cuando el central chalaco iba a buscar a un utilero para que le diera una camiseta nueva, el mandatario lo agarró del cuello: ‘¡¡Quiero la tuya, sudadita, carajo!!’, y se la puso sobre su guayabera. Por eso me dio un enorme gusto que la selección de Fossati haya recibido a Meléndez como se merece. Tremendo jugador el ‘Negro’, campeón de América en 1975 y gran defensor en Boca Juniors. ‘La gratitud es la memoria del alma’, reza una frase y hay que valorar a los que se fajaron por la blanquirroja.
Volviendo a los clásicos del Pacífico, hay episodios negros, como en 1997, en la Eliminatoria para el Mundial de Francia. Perú con un empate clasificaba. Ese partido puede llamarse ‘el de la vergüenza’. Centenares de hinchas chilenos enardecidos recibieron a golpes a nuestra selección en el aeropuerto y en la entrada del hotel, con la total complicidad de los carabineros.
Pero lo peor fue lo que sucedió en la entonación de los himnos. Cerca de cincuenta mil chilenos pifiaron nuestro himno nacional y, para que se escuchen más esas irrespetuosas silbatinas, pusieron poderosos parlantes. Los peruanos se chuparon, sobre todo el capitán Reynoso. Perú, con el ‘Cabezón’, fue goleado 4 a 0.
Pero una anécdota. En la Eliminatoria para Brasil 2014 hicimos llorar al técnico Sampaoli. Era su debut y pensaba arrancar con pie derecho, pero al final la ‘Foquita’, tras gran pase de Yotún, decretó el 1 a 0. Ellos nos ganaron de locales. Lo más triste para ellos fue quedarse sin el Mundial de Rusia 2018, mientras que nosotros sí fuimos, aunque nos queda la espina por no haber avanzado al menos una etapa más. Hoy será otra historia. Advíncula, Gallese, Zambrano, ‘Orejas’, Lapadula y compañía deben dar todo para que este país, golpeado por tanta inmundicia política, tenga una alegría. Apago el televisor.
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