Este Búho recibe correos de jóvenes. ‘¿Búho, es verdad que la mayoría de terminan siendo malos padres, como dicen algunos?’. Creo que no se puede generalizar. , pero porque el gran autor de ‘Por quién doblan las campanas’ haya tenido una relación traumática con su hijo Gregory, quien se volvió transexual y denunció públicamente los maltratos del novelista, no se puede considerar igual a todos. Escribí esta primera parte sobre escritores y la paternidad a raíz de que en el Reino Unido, por motivo del Día del Padre, el escritor irlandés John Banville, autor de la novela ‘El mar’, en una entrevista para el diario ‘The Irish Time’ declaró: ‘No he sido un buen padre. Ningún escritor puede serlo’. Esto desató una gran polémica. La mayoría lo fustigó duramente y citaban el ejemplo del gran León Tolstoi, quien en plena época de la Rusia zarista llegó a tener ¡13 hijos! Muchos se preguntaban cómo en esos convulsionados tiempos, León podía estar cerca de su vasta prole y, al mismo tiempo, escribir esas dos obras monumentales: ‘La guerra y la paz’ y ‘Anna Karenina’. Quedará en el misterio, pero sí perduran las fotografías del genial novelista ruso, con barba blanca mismo Gandalf de ‘El señor de los anillos’, junto con toda su descendencia, donde el menor era un niñito y el mayor todo un adulto. Como para decir ¡qué bonita familia! o ¡grande pa’! En la otra orilla encontramos al notable escritor norteamericano Richard Ford, autor de ‘El periodista deportivo’, quien es categórico. Cuando una gran encuesta en Norteamérica consultó a consagrados escritores sobre qué le recomendarían a los jóvenes que quieren abrirse camino en la escritura, Ford sentenció a boca de jarro: ‘Que no tengan hijos’. Richard, de setenta y tres años, no tiene descendencia, pero en sus escritos se nota que sabe mucho de lo que significa la familia y lo tormentosa que puede ser una desestructuración cuando un padre emprende caminos que pueden resultar, de algún modo, chocantes para sus hijos. En su laureada ‘Canadá’ retrata a una familia cuyo destino da un giro de 180 grados cuando el padre decide arrastrar a su familia en un proyecto delirante: asaltar un banco. El inicio de la novela es desgarrador, contado por el hijo del matrimonio delincuente: ‘Primero contaré sobre el atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos. El atraco es la parte más importante, ya que nos puso a mi hermana y a mí en la senda que acabarían tomando nuestras vidas. Nada tendría sentido si no contase esto antes que nada’. En la realidad, otros hijos sufrieron más de la cuenta al nacer en el hogar de un escritor, como las hijas de Jaime Bayly, pues él mismo escribió: ‘Mi segunda hija nació cuando tenía treinta años. Alegué que no podía vivir con mi esposa y mis dos hijas porque era escritor. Mi esposa se fue a vivir con las niñas lejos de mí...’.

Pero hay algunos escritores que han considerado ser bendecidos con la paternidad y se han ido de este mundo adorando a sus hijas y nietos, como el entrañable poeta Antonio ‘Toño’ Cisneros, quien declaraba: ‘Toda mi vida he vivido sin que me importe demasiado la cultura ni la poesía ni la bohemia. No está entre mis prioridades qué obra tengo que hacer o dejar de hacer. Me importa un comino. Más me importan mis hijos y mis nietos’. Apago el televisor.

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