Este Búho es consciente de que el destino es circular. Recibo correos de jóvenes que pueden ser mis hijos: ‘Búho, ¿por qué no hablas del gran poeta Jorge Pimentel? ¿Sabes que Roberto Bolaño era admirador suyo?’ Cómo son las casualidades, me había encontrado semanas antes con el poeta, en un supermercado de Miraflores, y me saludó como es él, cálido, cariñoso. Estaba chibolo cuando el gran vate tenía una jefatura en un diario que hoy yace en el cementerio de papel. A pesar de su aureola, era un tipo de lo más sencillo, humano y noble. Me acuerdo de una noche, en aquella cantina, la ‘Cámara de gas de Lince’. Estaba junto a otro poeta del movimiento ‘Hora zero’, Eloy Jáuregui, y el gran fotógrafo Carlos ‘Chino’ Domínguez. Ya llevaban varias ‘reses’ de ron con Coca-Cola. Con ‘Tadeo’, mi pata de Policiales, llegamos y los maestros nos invitaron a su mesa. Envalentonado con dos ‘reses’ encima, le dije: “Yo lo conozco, desde que ingresé a San Marcos, y leí un inolvidable poema suyo, de su segundo libro, el más impactante ‘Ave soul’: ‘Balada para un caballo’”. El vate se sorprendió y sus ojos se pusieron vidriosos. No era por las ‘reses’, sino por la emoción de saber que jóvenes de los 80 leían esos poemas de los que él, una vez, sostuvo: “Los escribo por venganza. Yo he querido vengarme de la sociedad peruana siendo poeta. Pero hay que ser muy valiente para dedicarse a la poesía y a la literatura, porque desde que decides ser poeta, todo está en tu contra. Eres un sujeto bajo toda sospecha”. En 1970, después de fundar su movimiento poético contestatario con estudiantes de la Universidad Federico Villarreal, sacó su primer libro, ‘Kenacort y Valium 10’. Justamente, gracias a ese libro, comienza una fructífera relación entre Pimentel y Bolaño que duraría años, vía correos, pero nunca se llegó a materializar ese esperado encuentro directo. Pese a ello, el chileno escribió elogiosas palabras sobre la obra del peruano. Pimentel es un escritor de culto. Reapareció en reuniones públicas por los festejos de los 46 años de la fundación de ‘Hora zero’. Más fácil es cruzarte con él en el supermercado con su esposa y su carrito que en un bar de bohemios.

“Lo único que yo hago es pensar en poesía, hablar de poesía y escribir poesía (…) aparte de buscarme mis ‘chibilines’ en cachuelos. Pero todos los días de mi vida son pensar en poesía”. En otras épocas dinamitó, junto a una pandilla memorable de poetas como Tulio Mora, Enrique Verástegi, el desaparecido Juan Ramírez Ruiz, Eloy Jáuregui, Miguel Burga, Mario Luna, a los intocables poetas, exniños terribles de los 60, como el entrañable Antonio Cisneros o Rodolfo Hinostroza. Con Cisneros tuvo una polémica memorable en un recital de poesía. Se dijeron de todo aquella noche de 1972 ante un auditorio repleto, donde estaba en primera fila la gran Chabuca Granda. Pimentel, jovencísimo y con pinta de galán, había acordado con otro miembro de ‘Hora zero’, Alberto Colán, que ingresara al auditorio mismo terrorista y le dispare con una pistola de fogueo. Jorge hizo la escena como si fuera Marlon Brando, el público se impresionó. Definitivamente se ganaron el odio de los poetas mayores, pero también la admiración de Chabuca Granda, que festejó la ocurrencia, ante una mirada de rabia del crítico José Miguel Oviedo. ‘Hora zero’ se adelantó al movimiento Punk de 1976. En ese año, Sex Pistols electrocutó con estridencias el rock progresivo de Pink Floyd o Yes. ‘Hora zero’, en 1970, le puso una lápida a la poesía ‘oficial’ de la época. Y fueron condenados, vilipendiados, electrocutados por la prensa oficial. De chiquillo me conmovía con su poema ‘Balada para un caballo’: ‘Por estas calles camino yo y todos los que humanamente caminan, por esencia, me siento un completo animal, un caballo salvaje que trota por la ciudad alocadamente sudoroso, que va pensando muy triste en ti. Mis cascos dan contra el cemento de las calles. Troto y todo el mundo trata de cercarme, me lanzan piedras y me lanzan sogas por el cuello, sogas por las patas, en un laberinto endemoniado donde los hombres arman expediciones para darme caza armados de perros policías (...) allí donde ni un sueño se revela me hago realidad, me hago realidad en esos ojos que están cansados de ver las mismas cosas/y es en verano cuando la vida se enciende...’. El poeta nació en 1944. También ejerció el periodismo y es un eximio caricaturista, creador de un personaje querido, ‘Solito’. Cuando un admirador se le acerca y le pregunta: ‘¿Qué diferencia ve de la Lima de los 70 y los 80 y la actual?’ Responde: “Mira, del 70 a la actualidad, yo solo veo más chifas y punto”. Apago el televisor.

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