Este Búho celebra que esté entre nosotros el argentino Jorge Lanata, quien ofrecerá una conferencia esta noche en la Universidad Ricardo Palma. Lanata es considerado uno de los grandes periodistas de investigación de esta parte del continente. Su trabajo obtuvo gran notoriedad debido a sus denuncias, en el año 2013, cuando destapó toda la olla maloliente de corrupción que se había ‘cocinado’ durante años en el gobierno del peronista Néstor Kirchner y continuó en el de su impresentable viuda, Cristina Fernández.
Desde el programa ‘Periodismo para todos’, lanzó ese año una ‘bomba’ en su primera emisión. Presentó los testimonios grabados con cámara oculta de dos empresarios del cogollo de la Casa Rosada, quienes reconocieron que trabajaban con el mandatario trasladando bolsas con millones de euros que eran llevadas primero a Santa Cruz, provincia de donde son originarios los Kirchner, y de allí las enviaban a Europa a ‘paraísos fiscales’ suizos. Confesaron que fueron casi sesenta millones de euros los que sacaron clandestinamente del país y hasta alabaron ‘el nivel de la infraestructura de la red delictiva’, indicando que ‘Néstor (Kirchner) pensaba en todo’.
Estallado el escándalo, hubo una arremetida de todos los medios oficialistas y sus ‘plumíferos’ para desbaratar el reportaje con calumnias contra el periodista. Como no podía ser de otra manera, las amenazas arreciaron. Cristina compró, a precio de oro, los derechos de transmisión del campeonato de fútbol argentino que estaba en señal privada de cable y se la cedió a la TV estatal que se transmitía en señal abierta para que el pueblo vea el Boca-River y no las gravísimas denuncias de Lanata, porque emitían el partido en el mismo horario. Pero las amenazas no solo lo alcanzaron a él, sino al fiscal que inició una investigación por ‘lavado de dinero’ a todos los implicados. El funcionario público denunció que recibió advertencias justo cuando recogía a una de sus hijas del colegio: ‘Vamos a matar a tus hijas. Pará de joder o te limpiamos a vos y tu familia’. El periodista argentino llega al Perú justo cuando la prensa sufre una arremetida con la tristemente célebre ‘Ley mordaza’, un engendro perpetrado por Mauricio Mulder con el entusiasta apoyo de la mayoría de Fuerza Popular, con Luis Galarreta y Keiko Fujimori a la cabeza. Y el propio Alan García, desde luego. Esa ley prohíbe la publicidad estatal -léase informaciones vitales para millones de peruanos- en los medios privados. Una vil venganza por las investigaciones que los medios independientes han realizado sobre casos de corrupción y para intentar tapar toda la podredumbre que se viene revelando de Odebrecht sobre los oscuros negociados de los gobernantes y sus socios.
Este columnista es consciente que el periodismo independiente nunca podrá tener una ‘luna de miel’ con el poder y sus tentáculos. Ellos quisieran periodistas cortesanos, que acepten viajecitos, almuercitos y ‘asesorías’. Que hagan, ante las denuncias a sus políticos ‘protegidos’, la de ‘Shakira’: ‘Sordos, ciegos y mudos’.
Por eso me identifico con los consejos de otro gran periodista argentino, Manfred Schönfeld, quien a finales de los ochenta, masacrado, tanto por los montoneros peronistas como por la Triple A derechista, defendía la verdad desde el periódico que dirigía. ‘En ese abrazo, en ese café, en esa cena que te invitan los poderosos, habrá una intención de comprar, convencer y caerle bien al periodista, es mejor evitar esos encuentros’.
Hay películas emblemáticas que describen perfectamente las presiones que les toca vivir a los hombres de prensa. En ‘The Post’, los periodistas del ‘The Washington Post’ descubren una terrible mentira de dos presidentes de USA: Lyndon Johnson y Richard Nixon. En documentos del Pentágono existía un estudio donde se llegaba a la conclusión de que Estados Unidos nunca ganaría la Guerra de Vietnam y que vencerían los comunistas. ¿Por qué entonces mandaron durante años a jóvenes reclutas a morir en el infierno asiático? Los periodistas del diario deciden publicarlo. El mismísimo presidente Richard Nixon dio la orden de prohibir su publicación moviendo sus hilos en el Poder Judicial y los anunciantes. ‘Vamos a quebrar tu periódico’, le decían, con cierto tufillo a congresista aprista con cara de pez diablo. Pero la dueña del diario, Katharine Graham, no se amilanó ante las presiones y decidió publicar el informe. ‘No se olviden que antes que dueña, también soy periodista’. Los llevaron a juicio, pero la Corte Suprema les dio la razón. Un tiempo después, otra investigación del ‘Washington Post’, sobre el escándalo de ‘Watergate’, obligaría a Nixon a renunciar a la Presidencia en un mensaje a la nación. Apago el televisor.
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