Este Búho vio hace unos días el reportaje de la colega de ‘Cuarto Poder’, Anuska Buenaluque, quien viajara especialmente a Miami para entrevistar al prófugo Jaime Yoshiyama. Algo me parecía raro. El escurridizo fujimorista había huido a Estados Unidos pretextando un problema ocular y se quedó sin atender a los llamados de la Justicia peruana. Ahora le han dictado 36 meses de prisión preventiva y está a merced de la orden de captura de la Interpol.
Por eso, no sorprendió que dejara plantada a la periodista y solo accediera a brindar la entrevista por teléfono. Hasta los más escépticos podían abrigar alguna esperanza de que diera algún dato que ayudara a aclarar su turbia situación legal, pues está acusado por su propio sobrino, Jorge Yoshiyama Sasaki, de mandarlo a ‘pitufear’ 800 mil dólares americanos del millón que Jorge Barata, de acuerdo a su testimonio, le entregó en sus manos en una casa de Miraflores.
En primer lugar, aceptó que efectivamente recibió un monto de ‘cientos de miles de dólares’, pero lo alucinante fue la explicación: ‘Ese dinero no es ilícito y no es de la empresa Odebrecht, sino de un multimillonario’. Un empresario nacido en Lima pero de nacionalidad chilena, Juan Rassmuss Echecopar, que estudiara Ingeniería en la UNI y seguramente allí habría conocido a Yoshiyama. Un multimillonario que en 1959 viajó a Chile e hizo fortuna en la minería y luego se expandió a otros rubros, como transporte marítimo, hidrocarburos y hasta la agricultura. El problema es que Rassmuss está muerto. ‘Él me llamó y me dijo que quería apoyar en la campaña para que el modelo económico continúe (...). Me preguntaba ‘cuánto necesitas’ y entonces me entregaba el dinero (...). Cada vez que venía a Lima, alzaba el teléfono, me preguntaba cuánto y me daba la plata’.
Lo increíble es que Jaimito no recuerda cuánto dinero exactamente recibió de su ‘benefactor’, aunque lo peor es que nunca le alcanzó ningún recibo, ningún apunte en la contabilidad, nada de nada. Era como si el dinero se lo hubiera dado un fantasma.
Por eso, en las redes sociales lo comenzaron a vacilar como el niño que hablaba con los muertos, en el famoso filme del indio M. Night Shyamalan.Una cinta donde Bruce Willis hace de muerto y el tremendo actor infantil Haley Joel Osment personifica a un pequeño que puede ver a los finados. Las redes convirtieron a Yoshiyama en el niño Cole Sear, que afirmaba ‘yo veo y hablo con los muertos’.
Las declaraciones del prófugo pusieron otra vez de moda el video de ‘Thriller’, de Michael Jackson, filmado por el director John Landis. En ese extraordinario material incluso puso la voz uno de los más escalofriantes actores de las películas de terror del siglo pasado: Vincent Price. Pero sobre todo, me hizo recordar esa buenísima película de miedo de George Romero: ‘La noche de los muertos vivientes’, de 1968, que vi muchos años después, en la cazuela del desaparecido cine Monumental de Breña. Y luego, una secuela notable del dibujante y director Dan O’Bannon: ‘El regreso de los muertos vivientes’, con música de The Damned y The Cramps. Los muertos salían de sus tumbas solo para comer cerebros, su manjar favorito. Lo cierto es que el empresario está prófugo y con un pie en la cárcel. Él se defiende responsabilizando a un muerto. No me queda otra que preguntarme como Mario Vargas Llosa, en ‘Conversación en La Catedral’, ¿en qué momento se jodió Yoshiyama? Apago el televisor.
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