Este Búho no puede dejar de pensar en la terrible e injusta tragedia generada por el incendio de la tristemente célebre galería Nicolini. En esos dos jóvenes trabajadores tratando de salir de un encierro cruel y maldito al que los sometió su empleador. Pateando la puerta de acero de un contenedor instalado ilegalmente arriba de una galería que tenía todos los permisos de Defensa Civil de la Municipalidad de Lima, que ahora se sospecha fueron obtenidos gracias a una coima. Hay un video que muestra el grado de putrefacción que se incuba en estas entidades públicas. Tal vez por eso el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, llegó un día después a la zona de desastre. Y con razón escuchó de los comerciantes de Las Malvinas lo que piensan de él y su gestión municipal. Allí estaban los familiares de los dos jóvenes que se han convertido en una suerte de mártires y aunque nunca habrá manera de justificar la muerte de un joven de manera tan absurda, servirá para que por fin se desnude una red de explotación que uno creía extinta en el país: la esclavitud. No hablamos de remotos caseríos en Puerto Maldonado o Iquitos; estamos hablando del emporio de Las Malvinas, a pocas cuadras de Palacio de Gobierno, donde PPK dirige los destinos del país y, paradójicamente, desde allí prometió que el Perú iba a transitar por la senda de la modernidad. Vuelvo a leer a Manuel Gonzales Prada y recito su contundente sentencia: ‘El Perú es un organismo enfermo, donde se pone el dedo salta la pus’. Veinteañeros como Jorge Luis Huamán Villalobos, ‘Tubito’, o Jovi Herrera Alania han tenido que morir encerrados con candado en un contenedor para darnos cuenta de la miseria social en que vivimos. Qué le podemos decir a la abuela de Jovi, padre de una bebita, que en pleno Centro de Lima trabajaba por 20 soles diarios encerrado con llave. Pero lo peor es que ellos aceptaban ese esclavizante y humillante régimen de trabajo. Esas son las paradojas del Perú, donde estos chicos, como miles en el país, se sentían ‘con suerte’ trabajando para empresarios miserables que se aprovechan de la falta de trabajo, burlándose de todas las leyes laborales, gracias a ministros que viven en una burbuja.
- MINISTRO DE TRABAJO: Es el rostro más desconocido del gabinete. A pesar de que debería ser el ministro más mediático y más ejecutivo en un país donde los malos empresarios se zurran en las leyes laborales, Alfonso Grados, que pasaba desapercibido por los comerciantes de Las Malvinas, lanzó la frase más desafortunada de la noche: ‘Los trabajadores atrapados (‘Tubito’ y Jovi) no aparecen en planillas’. Nunca se supo dónde estaban los inspectores del Ministerio de Trabajo, una entidad que es muy acelerada cuando se trata de declarar ilegal una huelga o un paro; pero ciega, sorda y muda cuando se trata de ajustar a empresarios delincuentes.
- ALCALDE DE LIMA: Se hizo el ‘mudo’, fiel a su costumbre, por veinticuatro largas horas. Cuando por fin llegó a la galería Nicolini, fue recibido con gritos hostiles. Una comerciante denunció que 150 dueños de tiendas pagaron una coima de 200 soles cada uno para que les den permisos de Defensa Civil de la Municipalidad. ¿Lo sabía Castañeda? Puentes que se desploman, bypasses que se agrietan, peajes abusivos como el de Puente Piedra y obras paralizadas como en la avenida Ramiro Prialé hacen que muchos pidan su cabeza. Porque, ojo, las construcciones ilegales de ‘contenedores’ en la galería se iniciaron en la gestión de Castañeda. Aquí podría tener su ‘Waterloo’ y su jubilación con roche de la política. Apago el televisor.