El Búho rememora el asesinato del periodista Hugo Bustíos.
Hugo Bustíos

Este se ponía a reflexionar ayer -a raíz de la lectura de sentencia por el homicidio del periodista en Huanta, en noviembre de 1988- sobre aquellos años aciagos, desgarradores que vivió el país por culpa de la insania terrorista de Sendero Luminoso, que declaró su demencial guerra al gobierno democrático de Fernando Belaunde el mismo día que salió elegido presidente, en mayo de 1980.

Hugo Bustíos era natural de Huanta y se desempeñaba como corresponsal de la revista Caretas. No solo era periodista, sino también bachiller en Derecho y comerciante. Nadie podía ejercer el periodismo en esa zona sin que peligrara su vida, sobre todo después de que en diciembre de 1982, el presidente Belaunde, ante la impunidad con la que los senderistas emboscaban puestos policiales y asesinaban a autoridades políticas acusándolas de ‘soplones’, decidió ordenar que las Fuerzas Armadas tomen el control político militar en Ayacucho. Fue algo a lo que se había resistido porque vislumbraba que con los uniformados en la zona, como en toda guerra interna, se iban a cometer excesos, detenciones arbitrarias, asesinatos de inocentes; pero nunca imaginó que esa demencial guerra terrorista y la intervención de los militares para combatirlos costaría, según el informe final de la Comisión de la Verdad, 70 mil víctimas e, incluidos los desaparecidos, alrededor de quince mil. La mayoría de las víctimas fueron civiles inocentes, campesinos de las comunidades de la sierra sur del Perú, que se vieron entre dos fuegos por la violencia asesina de los senderistas y la represión indiscriminada de los militares, quienes desconfiaban de los comuneros creyendo que por el hecho de serlo, ya eran aliados de los terroristas. Esas atrocidades dieron pie a que Francisco Lombardi filmara su notable película ‘La boca del lobo’, con Gustavo Bueno como un teniente con psicosis asesina y Toño Vega como un soldado que todavía mantenía valores.

En ese peligrosísimo ambiente, desarrollaba su trabajo Hugo Bustíos. Su muerte resultó incomprensible porque como lugareño y dueño de una bodeguita, tenía buenas relaciones con los jefes militares del cuartel vecino de Castropampa, en Huanta, principalmente con el comandante Víctor La Vera Hernández, jefe del cuartel.

Bustíos le dijo a su esposa Margarita Patiño: ‘Me voy al cuartel a hablar con La Vera -que una semana antes había almorzado con él y su esposa-, han agarrado al camarada Sabino y me ha ‘echado’, ha dicho que me conoce. Claro pues, si todos vienen a mi tienda y saben que soy corresponsal’. ‘Nunca regresó’, recordó su esposa.

En esos días se había producido el asesinato de una campesina, Primitiva Jorge, y su hijo, a manos de los senderistas. Hugo le indicó a su esposa: ‘Si me demoro, llamas a Caretas y me vas a buscar al cuartel’. Salió en su moto con su colega Eduardo Rojas, cuando una ráfaga de metralleta tumbó la moto e hirió a Hugo. ‘¡Herido! -gritó-. Corre compadre, ¡huye!’. El colega huyó en zigzag, pero logró ver cómo militares lanzaban una granada y el cuerpo de Bustíos voló por los aires. ‘Si se hubiese quedado callado, tal vez esos malditos se hubieran ido. Cuando vi el cuerpo, su mano estaba a varios metros, estaba destrozado’, evocó su esposa.

En la guerra contrasubversiva hay miles de casos como este que quedaron escondidos bajo un manto de impunidad. El ser corresponsal de un medio como Caretas, al menos le dio a su viuda la oportunidad de buscar justicia después de casi 30 años.

Si bien en un primer juicio condenaron a dos militares por este crimen (Víctor La Vera a 17 años y el capitán Amador Vidal a 15 años), es recién en el 2013 que Vidal declaró que Urresti, en su condición de jefe de Inteligencia de la base, salió a una misión y que incluso disparó. Pero la cosa se le complicó al candidato favorito a la alcaldía cuando en octubre de 2015 apareció una testigo, Isabel Rodríguez Chipana, quien juró que había visto disparar a Urresti contra el periodista, pero que después el militar la violó dos veces para amedrentarla. Ahora los jueces acaban de absolverlo y puede llegar a la alcaldía de Lima. Apago el televisor.

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