Este Búho vio ‘La hora final’, de Eduardo Mendoza de Echave, intencionalmente en la segunda semana de su estreno. Con buena acogida del público para ser lunes, lo que demuestra que el lógico alboroto mediático por la liberación de la terrorista y ‘guardiana’ del líder senderista Abimael Guzmán, Maritza Garrido Lecca, también contribuyó a generar expectativas por la cinta y una buena taquilla.
Este filme no es el primero ni el único sobre lo que significó para el país, para sus ciudadanos y sus policías, la insania de Sendero Luminoso. Pero sí es el primero en enfocar, como argumento principal, la lucha titánica de los miembros del Grupo Especial de Inteligencia del Perú (GEIN), en su intento por capturar al enigmático ‘camarada Gonzalo’, Abimael, de quien solo tenían una foto de 1977, donde se ve su rostro gordo, y al que apodan ‘Cachetón’. Ni siquiera sabían si estará vivo a muerto.
Los protagonistas dentro del GEIN son el líder del grupo, el jefe Berlanes (siempre correcto Toño Vega), pero sobre todo los agentes Carlos Zambrano (Pietro Sibille) y Gabriela Coronado (Nidia Bermejo). Ambos llevan una mochila personal, tan grande y pesada como la titánica misión que les han encomendado: ‘Atrapar al líder de los terroristas’, que hace la vida imposible al país con sus atentados, apagones y asesinatos.
Zambrano es el típico agente enfrentado con la autoridad corrupta, que hace naufragar su matrimonio al ser ‘castigado’ y enviado a trabajar a Puno, por atrapar a un narco protegido por generales, y Bermejo es una ayacuchana enigmática. Lo mejor de la película recae en los actores Pietro Sibille, notable, entre la desesperación de perder a su familia y cumplir con su patria.
Bien Toño Vega como el jefe del GEIN, que tiene que remar contra la corriente porque, pese a la importantísima labor de su equipo, es saboteado por un general títere de Vladimiro Montesinos y sus esbirros, y debe recurrir a gente externa, como agentes de la CIA norteamericana, para que le suministren apoyo logístico.
Los actores salvan el filme porque la línea argumental es peligrosamente complaciente con el grupo terrorista Sendero Luminoso.
Y allí, la responsabilidad de que la cinta se hunda en la inverosimilitud argumental y hasta en lamentables remedos de ‘Misión imposible’, como en la escena en que Zambrano escapa de las mazmorras del SIN con un lapicero, para salvar a su compañera. Aunque más pareciera de ‘MacGyver’.
El director no nos presenta el fenómeno terrorista en su real dimensión. Al parecer, para el guionista los ‘malos’ eran los agentes del SIN de Montesinos y no las huestes de la hiena Abimael, de allí que desvíe el argumento fundamental entre la policía y un grupo demencial perfectamente estructurado, una máquina de matar, presentando al ‘enemigo’ senderista en la figura de un joven ‘confundido’, hermano de Gabriela, por quien al final hasta los protagonistas arriesgan su vida para protegerlo de los agentes del SIN.
Un thriller sin villanos definidos siempre va a decaer. Nos presentan a Abimael como el bailarín borracho de ‘Zorba el griego’, Maritza Garrido Lecca es una bella chica que enseña danza a ‘chiquillas rubiecitas’, la elección de estudiantes terroristas para un centro federado de ‘La Cantuta’, nos la presentan a unos senderistas del mismo tipo que los estudiantes de un Cenecape que se van a la barra del programa ‘Yo soy’.
Nada que ver con los terrucos que este Búho soportó en San Marcos, donde aterrorizaban a los estudiantes. Eran elementos fanatizados, con miradas de odio y marchaban por el campus con capuchas tipo Ku Klux Klan. En todo el filme los senderistas son cobardes como el ‘cajero’ terrorista Arana, que delata a Abimael para ‘proteger a su esposa y sus hijos’ o el colmo, el único coche-bomba que es detonado en la película y la única muerte causada por Sendero ¡se produce de casualidad! ¡¡Y todavía el senderista salva a su hermana al obligarla a salir del auto!! Lo lógico es que el fanático muriera merecidamente despedazado, como morían muchas veces los terroristas al colocar sus explosivos homicidas, pero en la visión del director, lo salva.
Lo que no se salvan son estas incongruencias que menoscaban lo que fue el extraordinario trabajo del GEIN, que combatió a un ejército de asesinos, que degollaban niños y despedazaban a luchadores como María Elena Moyano y miles de peruanos. Algo que nos hubiera gustado ver en lugar de una visión timorata y hasta complaciente del fenómeno subversivo. Apago el televisor.