Este Búho continúa cumpliendo la cuarentena y aprovecha para repasar los archivos de cómo se inició este misterioso virus que ya ha matado a más de 344 mil personas y contagiado a más de cinco millones en el mundo. La versión, llamémosle ‘oficial’, nos dice que todo comenzó en diciembre del 2019, en la ciudad de Wuhan, en la parte central de China. Cuando se organizaban los festejos para recibir el ‘Año Nuevo Chino’ y comenzaban a arribar oleadas de turistas de todo el planeta, sobre todo de Europa, Estados Unidos y de los países llamados ‘Tigres asiáticos’. Al hospital de Wuhan empezaron a llegar grupos de enfermos con neumonía, pero lo que resultaba un misterio era cómo la habían contraído.
Si bien la causa se desconocía, los primeros infectados tenían algo en común: eran trabajadores del Mercado Mayorista de Mariscos en Wuhan. Ese centro de abasto, cinco veces más grande que el Mercado Central de Lima, para una ciudad de 11 millones de habitantes -la séptima más poblada del país- no solo expendía productos marinos que llegan en camiones refrigerados desde la costa, ubicada a más de mil kilómetros. Allí también se vendían animales exóticos vivos como murciélagos (mamífero alado sindicado como el transmisor del virus al morder a otros animales como el cerdo), serpientes, zorros, ranas, sapos, conejos, vísceras de liebres, perros y otros.
El terriblemente contagioso virus encontró en ese enorme lugar su coto de caza, como aquí en los mercados mayoristas de Lima, Callao y provincias. Y como Wuhan es una ciudad importante, muchos infectados extranjeros tomaron en el aeropuerto internacional vuelos directos a sus países de origen: en Europa, Asia, Australia o Estados Unidos. Cuando el 30 de enero las líneas aéreas norteamericanas cancelaron sus vuelos a China y Donald Trump prohibió los viajes de sus compatriotas a ese país, así como la entrada a sus aeropuertos de aviones llegados del gigante asiático, ya era demasiado tarde. El contagio se había esparcido a otros continentes.
Pero pasada la conmoción inicial, comenzaron los enfrentamientos entre las dos principales economías del mundo: la china y la estadounidense. Desde Norteamérica, voceros allegados a la administración Trump empezaron a soltar la ‘teoría conspirativa’ de que el virus no brotó ‘casualmente’ en Wuhan, sino que habría sido producido en un laboratorio del gigante comunista para ‘infectar América’. La prensa independiente de Estados Unidos ironizó sobre esta tesis llamándola ‘la teoría de Ethan Hunt’ (por el intrépido espía de Misión Imposible). Hasta el secretario de Estado, Mike Pompeo, comenzó a llamar a la pandemia ‘el virus de Wuhan’, calificativo que fue criticado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) porque ‘estigmatiza’ al país asiático. Pero los chinos no se quedaron callados.
A finales de marzo, su ministro de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, tuiteó un mensaje provocador: ‘es posible que el ejército estadounidense sea el que trajo la epidemia a Wuhan. ¡Estados Unidos debe ser transparente y publicar sus datos! Quieren estigmatizar a China calumniándola pese a los esfuerzos por controlar la epidemia. Dejen de lanzar acusaciones infundadas’. Tremendo misil del hombre clave de la política exterior china recibió la respuesta de Pompeo, quien citó al embajador chino en Washington y lo ‘cuadró’ por la ‘sistemática actitud de altos miembros de su gobierno de difundir teorías conspirativas que lamentablemente tienen mucho eco en las redes sociales’.
Las gravísimas acusaciones lanzadas por el ministro chino, sin ninguna prueba, a la larga le costaron la cabeza. Lo reemplazó otro connotado dirigente del Partido Comunista, Wang Yi, quien el último domingo, durante una conferencia virtual, dejó su postura mucho menos agresiva que la de su antecesor y lanzó una preocupante advertencia: ‘algunas fuerzas políticas de Estados Unidos están tomando como rehén las relaciones entre China y USA, empujando a nuestros dos países a una guerra fría’.
Mientras, la administración Trump es incapaz de aplanar la curva de contagios en su territorio: más de un millón 700 mil infectados y los muertos superan los 98 mil. Sin embargo, salvo algunos estados, no hay rígidas cuarentenas y los aeropuertos todavía reciben vuelos internacionales de algunos países, a diferencia de la mayoría de naciones latinoamericanas que han cerrado sus fronteras. Apago el televisor.