Este Búho está consternado ante los condenables hechos de grave violencia ocurridos en el partido del fútbol mexicano entre el local Querétaro y Atlas, en el estadio La Corregidora. Resulta extraño que las autoridades mexicanas dijeran que no hubo fallecidos, mientras videos colgados en YouTube y en portales independientes mostraban hinchas sin vida en las gradas del estadio.
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Esta violencia acontecida en un escenario de fútbol trae a mi mente la tragedia en el Estadio Nacional del 24 de mayo de 1964 -la peor en toda la historia futbolística-, donde en un partido del Preolímpico entre las selecciones juveniles de Perú y Argentina por un cupo a las Olimpiadas de Tokio ¡murieron 328 aficionados y 500 resultaron heridos!
El partido se inició sin incidentes. Argentina llegaba con un equipo prometedor, con las estrellas del poderoso Racing Club: el arquero Mario Agustín Cejas y Roberto Perfumo y en Perú destacaban un joven cañetano, el crema Héctor Chumpitaz, los aliancistas Javier Castillo y Armando Lara en la defensa, y el moreno Víctor ‘Kilo’ Lobatón de la ‘U’ en la delantera.
Argentina tenía cuatro victorias consecutivas y la Blanquirroja sumaba dos triunfos, un empate y le resultaba imperioso ganar. El Estadio Nacional estaba atiborrado con casi cincuenta mil personas, pues no había, como en la actualidad, la llamada ‘perrera’ que divide a las tribunas con la pista atlética.
Antes, de las tribunas llegabas fácil a la cancha. A los 18 minutos, tras un mal rechazo del arquero nacional Barrantes, el ariete Mafredi anotó el 1 a 0 para los albicelestes. Perú se fue con todo.
A los 35 minutos el zaguero Morales intentó rechazar pero ‘Kilo’ Lobatón puso el pie y la bola ingresó al arco de Cejas. ¡Gol!, gol legítimo que gritaron los seleccionados y los hinchas, pero el árbitro uruguayo Ángel Pazos lo anuló argumentando una inexistente ‘plancha’ del morocho delantero de Universitario.
VICTOR MELACIO VÁSQUEZ, ‘NEGRO BOMBA’
Los peruanos protestaron, pero nadie más que un hincha que estaba ubicado muy cerca del campo de juego, Víctor Melacio Vásquez, ‘Negro Bomba’, un elemento de mal vivir de La Victoria, que había llegado ‘de boleto’ al estadio. ‘Bomba’ no soportó que se reanudara el partido y anularan el gol. Se trepó de la alambrada, ingresó a la pista y corrió a la cancha con la intención de agredir al árbitro.
Antes que lograra su cometido fue capturado por la Policía. Los perros empezaron a morder al invasor al tiempo que los efectivos lo agarraban a palazos. Este violento espectáculo indignó a los espectadores, que también empezaron a trepar porque desde las partes altas presionaban a las partes bajas.
El coronel de la Policía Jorge de Azambuja, ante la invasión, ordenó el uso de las recién llegadas ‘bombas lacrimógenas’, las que un ejército de policías lanzaron a la tribuna norte y sur. Los asistentes nunca habían respirado esos gases tóxicos reservados para los huelguistas universitarios y obreros que en esas fechas estaban en pie de lucha callejera.
Los asistentes al estadio se desesperaron al sentir asfixia y salieron despavoridos buscando las salidas, pero, ¡horror!, todas las puertas de metal estaban cerradas. Los primeros quedaron aplastados, pisoteados, otros murieron por asfixia.
Cuando se abrieron, los socorristas se encontraron con un cuadro dantesco. 328 muertos fueron colocados alrededor del estadio. Pero la violencia no quedó allí, hinchas enardecidos salieron a saquear e incendiar automóviles, ómnibus y grandes almacenes como el de Goodyear.
Allí también murieron revoltosos reprimidos por las balas de la Policía y hasta el Ejército. El ‘Negro Bomba’, que era el ‘hombre más buscado del país’, fue capturado por la Policía de Investigaciones (PIP) después de dos días en una covacha en San Martín.
Este elemento ya había protagonizado disturbios parecidos durante un partido de Alianza Lima y en dos de la selección nacional. En este siglo ‘Bomba’ sería una persona proscrita para los estadios de fútbol.
‘EL GOL DE LA MUERTE’
En su libro ‘El gol de la muerte’ (2014), el periodista Efraín Rúa consigna un valiosísimo testimonio histórico de la tragedia, el de un sobreviviente: “La masa humana me llevó hasta la puerta. Quise regresar y no pude. Caí en las gradas. Sobre mí cayó un joven con la cara ensangrentada y que no podía respirar porque tenía las costillas rotas. Él fue quien me salvó: me cubrió con su cuerpo y soportó todas las pisadas. Cuando la puerta se abrió, la gente salió pasando por encima de nosotros. Arrastrándome logré salir a la calle. El que me cubrió con su cuerpo quedó en las gradas”.
El testimonio de una tragedia que nunca debió ocurrir, pues al día siguiente un testimonio gráfico de El Comercio demostraba que el argentino Morales rechazó el balón y Lobatón lo introdujo sin tocar al albiceleste. Fue ‘el gol de la muerte’. Apago el televisor.
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