Las Elecciones Municipales y Regionales serán el domingo 2 de octubre.
Las Elecciones Municipales y Regionales serán el domingo 2 de octubre.

Este Búho mira sin optimismo las próximas elecciones municipales. Muchos de los candidatos a cargos públicos tienen más denuncias que propuestas, y si tienen propuestas, estas son insostenibles, demagógicas, imposibles, que no resuelven necesidades urgentes.

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Antes del cierre de esta columna, se reveló una acusación contra el candidato de Juntos por el Perú, Gonzalo Alegría. Su propio hijo lo denunció por violencia y agresión sexual en la comisaría de San Isidro en 2021.

Es una perla entre tantas, como las del candidato Daniel Urresti, quien sigue en juicio por difamación agravada y una acusación por participar en el homicidio del periodista Hugo Bustíos. En tanto, su competidor Rafael López Aliaga posee denuncias por violación de la libertad del trabajo, contra la fe pública y contra la función jurisdiccional.

También cuenta con antecedentes por conducir en estado de ebriedad. George Forsyth no se queda atrás. Denunciado por abuso de autoridad, peculado, delitos cometidos por funcionarios, negociación incompatible, concusión y cohecho pasivo. Y registra cargos por violencia contra la mujer y violencia en entorno familiar.

¿Cómo resolverán estos candidatos, líderes en las encuestas, los grandes problemas de la capital? ¿Con qué autoridad moral pretenden ocupar el sillón municipal? ¿Cómo enfrentarán el crimen?

Ayer leí en este diario el lamentable asesinato de un joven estudiante en San Martín de Porres, quien se resistió a un atraco y recibió un disparo por la espalda. Su celular le costó la vida. Se registran tantos casos parecidos todos los días y en todos lados que uno camina por la calle con la sensación de que en algún momento le tocará.

Hemos llegado a ese nivel de inseguridad, de paranoia colectiva. Lima, la ciudad de los 10 millones de habitantes, se ha convertido en una zona liberada, sin autoridad, sin límites.

Los colegas de policiales cada día reportan casos más sanguinarios de raqueteo y extorsiones. Son organizaciones criminales que muchas veces operan desde la cárcel o están conformadas por migrantes ilegales. Hace un par de días conversaba con un albañil.

Llegó a casa para hacer algunos arreglos. “¿Búho, te acuerdas de ese ingeniero que fue acribillado en su camioneta hace un par de semanas en Villa María del Triunfo? Era mi hermano”. Claro que lo recordaba. Aquel asesinato también fue registrado en estas páginas.

Se trataba de un ingeniero civil que fue emboscado en la puerta de su casa y recibió 8 balazos a quemarropa. “Él había ganado una licitación para hacer unas cinco obras en un distrito del sur. Teníamos trabajo hasta mediados del próximo año. Lo mataron para que otros se queden con las obras. Él era un trabajador honesto, padre de familia, un gran hermano. Hace una semana como hoy lo estábamos enterrando”, me relató.

No se trata de comprar patrulleros o motos como golosinas. O contratar serenos por miles o policías en sus días de franco. Se trata de planificar una estrategia integral, que pise tierra, adaptada a nuestra realidad. Un trabajo conjunto entre la Policía y las organizaciones civiles.

Tecnología de punta al servicio del ciudadano, que conecte a las entidades distritales, y que no sean islas distantes. De formar a los serenos y estos, en vez de ser utilizados como carroñeros en operativos contra pequeños vendedores, sepan actuar frente a actos delincuenciales.

Desde la municipalidad, acompañar a la niñez. Rescatarlos del camino chueco. Brindarles alternativas de recreación y aprendizaje. Prevenir el delito, le dicen los expertos.

Alguna vez, el temible sicario ‘Popeye’, brazo derecho del narcotraficante Pablo Escobar, le dijo a este columnista en Medellín que para detener la delincuencia era importante: “Fortalecer la justicia, hay que llevar equipos de alta tecnología, intervenir los teléfonos, los WhatsApp. Debe existir mucha inteligencia en las calles, tener redes de informantes. Hay que hacer unas leyes extraordinarias para detener a los sicarios. Y lo más importante, que el Estado haga presencia en los barrios pobres, que lleven deporte, cultura. Tiene que intervenir en los barrios, pero amablemente”.

Sin embargo, lejos de poner propuestas concretas sobre la mesa, los actuales candidatos están concentrados en lanzarse pullazos, en sacudirse de acusaciones, en refregarse en la cara sus trapitos sucios.

Encima, es una vergüenza que estén pagando para aparecer en ese programa de Chibolín que tiene 2 puntos de rating. El hambre de poder, o quizá su propia naturaleza política, los obliga a jugar con las ilusiones del ciudadano. Solo nos queda informarnos para no caer en sus promesas vacías. Apago el televisor.

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