Este Búho no es ajeno a las tendencias y las modas que siguen los jóvenes. Desde hace semanas no he parado de leer recomendaciones, reseñas y comentarios sobre la aclamada serie ‘La casa de papel’, que se emite vía Netflix. En su quinta temporada, estrenada recientemente, la producción española conquistó las audiencias de todo el mundo y ya se convirtió en la más popular y vista de las últimas semanas.

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La historia de unos atracadores, que se caracterizan por utilizar la máscara de Salvador Dalí y overol rojo, está cargada de intriga, romance, enfrentamiento y muerte, coctel perfecto para que los millennials se queden enganchados y realicen maratones de noches enteras. Pero la exitosa serie no siempre tuvo la multitudinaria sintonía de la que goza hoy. Se estrenó en mayo del 2017, por la cadena Antena 3.

Su audiencia española estaba decreciendo alarmantemente pese a lo original de su guion. Bastó que la multinacional Netflix comprara los derechos de distribución para su plataforma y presentara la totalidad de la serie de un solo ‘porrazo’, para que la audiencia se torne adicta no solo en España, pues se convirtió en el TV show de habla extranjera -no inglesa- más visto en la historia de la compañía multimedia.

Lo original de la serie es que el espectador, desde el primer capítulo, se encuentra con un grupo de carismáticos ladrones que están dentro de la Fábrica Nacional Moneda y Timbre. Todo funciona a la perfección, pero uno no sabe quiénes son ni cómo entraron.

Mediante ‘flashbacks’ nos enteramos de que el ‘cerebro’ del atraco es ‘El profesor’ (un genial Álvaro Morte), un ratón de biblioteca. Sus desarrolladas neuronas circulan de forma inversamente proporcional a su nula experiencia en la brava carrera de asaltante de bancos. Entonces recluta a los mejores atracadores para el robo que ha planificado durante 20 años.

Aquí la serie bebe de la mítica cinta de asaltos de Quentin Tarantino, ‘Reservoir dogs’, cuando el hombre orquesta del robo a una joyería convoca a los mejores delincuentes, que no se conocen entre sí, y les pone sobrenombres como ‘señor Naranja’, ‘señor Rosa’ o ‘señor Blanco’. ‘El profesor’ también le da sobrenombres de ciudades a su equipo mixto de malhechores: ‘Tokio’, ‘Nairobi’, ‘Río’ y ‘Berlín’, entre otros. En la quinta temporada podemos ver una referencia clarísima al clásico filme ‘El perfecto asesino’ y no diré en qué escena para evitar ‘spoilear’ a mis lectores.

En la última temporada, el escenario ya no es la Fábrica Nacional Moneda y Timbre, sino el Banco de España. Ya no es ‘Raquel Murillo’ (Itziar Ituño) quien va detrás de los ‘choros’, pues se ha vuelto parte de ellos; sino ‘Alicia Sierra’ (Najwa Nimri), una oficial obsesiva, perversa y sádica. La policía no es más la única encargada de recuperar el orden, sino los ‘Rambos’ de las Fuerzas Armadas, dispuestos a matar con tal de controlar el edificio estatal.

La convulsión social que ha despertado el atraco se refleja en los cientos de curiosos que se congregan a las afueras del edificio tomado, la mayoría vestidos como los bandidos, a quienes ven como los ‘Robin Hood’ del nuevo milenio y como ejemplo de ‘resistencia’, como una forma de rebelión frente al poder opresor.

A pesar de ser delincuentes, uno termina encariñándose con los personajes y, si no es con ellos, con sus sentimientos. “Todos nos hemos sentido alguna vez como esa persona indefensa que no tiene capacidad para luchar contra algo grande”, explicó el actor español Álvaro Morte sobre ese ‘feeling’ que los protagonistas han tejido con el televidente.

La creación de antihéroes simpáticos, humanos, que se enamoran con locura, que rabian, que temen, hacen que uno se solidarice con ellos, que los entendamos, que los queramos. La muerte de los personajes más queridos del grupo de asaltantes ha sido un ingrediente indispensable para llevar la serie a clímax emocionales que no se superan con facilidad. El despliegue bélico, con bazucas, ametralladoras, lanzallamas, granadas, helicópteros de guerra es otro de los aspectos más llamativos y entretenidos de la serie. ‘La casa de papel’ ya genera gran expectativa para el lanzamiento de la segunda parte de la quinta temporada, programada para diciembre. Sería el cierre de la historia. Si se quiere romance y guerra, aunque ambos parezcan inherentes, bien vale ver esta megaproducción de Netflix que no tiene pierde para un fin de semana tranquilo en casa.

Apago el televisor.

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