Este Búho maldice al coronavirus y comprueba que esta segunda ola es más letal y traicionera. En la primera murieron conocidos, padres de amistades, sus abuelos, pero pocos de mi generación. Este año, entrañables amigos, también periodistas, se han ido inexplicablemente. Como el reportero gráfico, fundador y jefe de Fotografía de Trome por 17 años, Roberto Bernal, ‘La Tota’.
Roberto llegó a fundar el diario en junio de 2001 y encabezó un excelente equipo de reporteros, a muchos de los cuales formó en su famosa ‘escuelita’. No era el típico jefe ‘renegón’ o abusivo con los nuevos. Bernal tenía un excelente ojo desde que se inició en la revista Oiga, de Paco Igartua, en 1986. Luego pasó a El Nacional, Expreso y El Sol, hasta que llegó a Trome.
Como buen sanmarquino -estudió psicología- era un colaborador nato, sin poses ni engreimientos. Leo los centenares de mensajes en las redes de sus compañeros que en algún momento trabajaron a su lado y ahí comprobamos su don de gente y caballerosidad. Este columnista no se resigna cuando un colega muere por culpa del virus asesino. Hubiese preferido que si se tenía que ir de este mundo, fuera en una arriesgada comisión periodística de las centenares que cubrió en su amplia trayectoria.
Así debíamos despedirlo y no suplicando una cama de cuidados intensivos, que no había por culpa de Vizcarra. Tampoco consiguió vacunas a escondidas como el ‘Lagarto’, que gestionó para él, su familia y centenares de ‘buitres VIP’.
Así se fue nuestro amigo, como más de cien mil peruanos que no alcanzaron una cama UCI y por piedad terminaron en ‘Las Torres’ de la Villa Panamericana, para expirar en un ambiente aséptico, pero sin respiradores. Su muerte es injusta, un profesional con seguro social y ahorros, pero que no le sirvieron de nada por la desidia de un Ejecutivo con los traidores Vizcarra y Mazzetti y un gobierno de emergencia que no reaccionó a tiempo y prefirió embarcarse, en noviembre, en una absurda pelea por una reforma policial fracasada.
Creo que ‘La Tota’ estaría de acuerdo con mis palabras y hubiese preferido inmolarse como nuestra amiga, la guapa y excelente fotógrafa Evita Castro, con quien laboré en Página Libre en 1990. Cuando cerró el periódico, Evita ingresó a trabajar como fotógrafa personal del flamante presidente Alberto Fujimori.
En un viaje rutinario a Cañete, la camioneta de la fotógrafa que seguía velozmente el carro del ‘Chino’ se despistó y dio varias vueltas de campana, y nuestra amiga falleció instantáneamente. Esa noche en el velorio, recuerdo haber visto a Roberto Bernal. Fue uno de los que rumió su indignación y dijo: ‘Es el colmo, Fujimori ni siquiera vino al velorio de su fotógrafa’.
Roberto pudo tener un final parecido, cuando lo mandaron a cubrir los huaicos y casi termina arrastrado por una avalancha de inmensas piedras. O las comisiones en Oiga cubriendo los atentados terroristas y los viajes a Ayacucho. ‘La Tota’ arriesgó el pellejo como buen reportero de raza, como los valientes periodistas que se inmolaron en Uchuraccay. Pero le tocó morir por el desgraciado virus.
En este verano también se han ido destacados periodistas. La voz emblemática de la narración deportiva de RPP, el ‘Chato’ pero inmenso relator Ítalo Villarreal, quien cubrió mundiales de fútbol, olimpiadas, eliminatorias mundialistas y Copa Libertadores. Ítalo no solo era relator, sino un maestro y formador de jóvenes, y un destacado dirigente gremial. También abogado, fue presidente del Círculo de Periodistas Deportivos del Perú en una junta directiva de lujo, con históricos colegas como Lucho Izusqui Tataje, Raúl Dreyfus y ‘Pichirro’ Salinas.
Con Ítalo me reencontré en diciembre. Había retornado a la directiva del Círculo. ‘Búho, después de fiestas nos reunimos, hay muchos proyectos’. Lamentablemente, no pudo ser. Quedan para la posteridad las narraciones de partidos inolvidables.
También se nos fue Dante Mateo, el otro ‘tigre’ de la narración de RPP, igualmente de Covid. Con Mateo y otros periodistas deportivos cubrimos la final de la Copa Libertadores entre Cruzeiro de Brasil y Cristal de Perú, en Belo Horizonte, y también nos ‘escueleó’ por su gran experiencia.
Otro destacado periodista que partió, José ‘Pepe’ Aquije Cabezas, notable diagramador que paseó su arte por La República, El Nacional, Caretas y Ojo. Todos recordamos su alegría y su don de gente. Y sobre todo porque era un gran sibarita. En estos tres emblemáticos periodistas le doy mi homenaje a todos los hombres de prensa caídos, a quienes nunca olvidaremos. Y a los que todavía respiramos, a cuidarnos. Apago el televisor.