Este Búho nunca olvidará aquella vez que conoció al gran actor y productor teatral argentino Osvaldo Cattone, fallecido hace unos días. Fue en aquellos tiempos maravillosos, en que con mi gran amigo Carlos ‘Carlao’ Espinoza, y los destacados periodistas deportivos Ernesto ‘Neto’ Cavagneri y José ‘Ruckelly’ Reynoso, veraneábamos todos los lunes en la bucólica playa El Silencio e íbamos al restaurante, a orillas del cristalino mar, de nuestro gran amigo ‘Román, El pescador’.
Todos los famosos recalaban en sus mesas, porque el pescado salía fresquecito de sus redes. Ese lunes estábamos departiendo con un grande: Adolfo Chuiman, quien vivía en Punta Negra, pero siempre bajaba a la playa a degustar los cebichitos de Román. ‘Carlao’ y Chuiman, hinchas acérrimos del Boys, esa mañana, se enfrascaron en una conversación pelotera. En eso llegó al local un personaje conocido por todos. ‘Ahí está Osvaldo Cattone’, me codeó ‘Neto’.
Efectivamente, el famoso director de las grandes obras teatrales que se presentaban en el Marsano llegaba con dos jóvenes. En ese momento, este columnista ingresó al túnel del tiempo y me acerqué, decidido a decirle todo lo que yo sabía de su gran trayectoria. Y de lo agradecido que estábamos de que un argentino haya logrado bajar del sitial elitista al teatro local, desde su llegada, para masificarlo a los diferentes estratos sociales que estaban ajenos a él.
Esa mañana, cuando me presenté y me puse a conversar largo y tendido con Osvaldo, le conté una anécdota muy familiar. A finales de los setenta, uno de sus más apoteósicos triunfos fue la puesta en escena de ‘La novicia rebelde’, la clásica película protagonizada por Julie Andrews. Fue tal el éxito de la obra en el teatro Marsano, que hasta salió un disco cantado por Regina Alcóver, la mamá de Gian Marco.
El impacto de la producción hizo que muchos colegios adaptaran esa obra para el Día de la Madre. Uno de ellos fue el colegio Santa Isabel de Hungría, donde estudiaban mis cuatro hermanas. Nunca olvidaré que todos los días ensayaban en mi casa con las canciones, como la inolvidable ‘Do re mi’. Cuando le conté, se emocionó. Pero lo más alucinante fue lo que ocurrió el día del estreno, algo que las monjas no podían creer. ¡¡Osvaldo Cattone había llegado a ver la puesta en escena de las estudiantes, a pedido de la ‘directora de la obra’, la alumna Vicky Torres!!
Este columnista conocía a Cattone de mucho antes, cuando era un niño. Época en que veía con mi abuelita, en el ‘boom’ de las telenovelas peruanas internacionalizadas, ‘Nino’ (1971), una coproducción peruano-argentina, donde Cattone hacía del pituco que le quitaba la novia (encarnada por la también argentina María Aurelia Bisutti) al humilde carnicero Nino (Enzo Viena). Luego Nino se enamoraba de su vecina, la bella y sencilla Gloria María Ureta. A partir de ahí, Osvaldo nunca más se iría del Perú y dejó en Argentina tres matrimonios. Uno de ellos con la gran primera dama del teatro argentino y reconocida actriz de cine, Amelia Bence. Incluso, se especuló en su momento que tuvo un intenso romance con Susana Giménez cuando esta era una ‘chibola’.
Al llegar al Perú, Cattone era un soltero codiciado. Pero él solo tenía amor por el teatro. El arte en el país está de luto y espero, así como el Ministerio de Cultura le da homenajes póstumos a cómicos, que también se lo dé al gran Osvaldo Cattone. Descansa en paz, maestro.
Apago el televisor.