Este Búho tiene el libro ‘Música para camaleones’ de Truman Capote (Nueva Orleans 1924-California 1984) en un lugar privilegiado de mi biblioteca. Y ahora, en estos tiempos de aislamiento obligatorio por la maldita pandemia, he gozado tremendamente reelerlo. En realidad, su publicación no era esperada por el público.
Capote, además de ser un extraordinario escritor, era un parlanchín superlativo. Desde 1965 venía anunciando que iba a publicar una novela que retratara fielmente el estilo de los ‘ricos y famosos’. Hasta le había puesto título: ‘Plegarias atendidas’.
Pidió millonarios adelantos a su editorial, que se frotaba las manos pensando que la anunciada obra iba a ser un boom de ventas, como lo fue ‘A sangre fría’. Pero pasaban los años y la ‘novela total’ no aparecía. Presionado por los contratos, decidió publicar en 1975 tres capítulos de su ‘obra maestra’ en ciernes como ‘adelanto’, en la revista ‘Esquire’.
Pero el último de ellos, aparecido en noviembre, tuvo el efecto de una bomba atómica para las amigas ricas y famosas del escritor, ‘sus cisnes’, como las llamaba. El capítulo titulado ‘La Cote Basqué 1965’, en alusión al exclusivo restaurante francés de Manhattan, donde Capote se reunía con esas mujeres glamorosas y famosas, quienes le confiaban sus más íntimos secretos, como Gloria Vandervilt, Marella Agnelli o la hermana de Jackie Kennedy, Lee Radziwill, casada con un príncipe.
Allí el escritor narra detalles íntimos. Contaba violaciones, infidelidades, pasados vergonzantes de esposos y esposas de la élite de la sociedad mundial. Tales confesiones originaron divorcios, ruptura de amistades y hasta un suicidio.
El pequeño Capote nunca midió el calibre de su pluma y lo único que logró fue ‘suicidarse socialmente’. Todas, absolutamente todas las damas de sociedad que lo invitaban a sus palacios o a viajes en sus yates, le cerraron las puertas. Fue una etapa terrible en la vida del escritor que se dedicó al alcohol, al consumo de cocaína y barbitúricos. ‘Estaba tan enfermo que pensaba que nunca más iba a volver a escribir’, sostuvo.
El novelista se refugió en California, porque para su mala suerte, o mejor dicho, por su lengua viperina, había contado que el escritor Gore Vidal fue echado a patadas por Bobby Kennedy de una fiesta en la Casa Blanca tras haber insultado a la madre de este. Vidal lo demandó por un millón de dólares.
Truman, para librarse del juicio, dijo que Lee Radziwill, hermana de la esposa del presidente Kennedy, le había dado ese dato, pero Lee, la única amiga que le quedaba entre las socialités, le mandó una carta a Gore Vidal rechazando ser la fuente de Capote. El autor de ‘Otras voces otros ámbitos’ estalló en furia y la llamó ‘traidora’ en un programa de televisión.
‘Ella creía que me iba a morir y pensó, mejor me preocupo por Gore, pero desafortunadamente para ella este maricón está vivo’, aclaró en un programa en vivo. Definitivamente había cavado su propia tumba.
Se autoexilió en Los Ángeles, en casa de la exesposa del presentador de televisión Johnny Carson. Sin embargo, si bien abusaba del alcohol, drogas y barbitúricos, se dio tiempo para reflexionar sobre su trabajo creativo. Así nació ‘Música para camaleones’(1980), su último libro publicado en vida.
Presenta seis breves piezas iniciales de magistral concepción y ejecución. Luego una extraordinaria novela corta, ‘Ataúdes tallados a mano’, donde lleva a sus últimas consecuencias el enfoque testimonial de ‘A sangre fría’ y relata la espeluznante historia del mandamás de un pueblo, Quinn, un psicópata que se dedica a asesinar de la manera más increíble a los jurados que lo perjudicaron en un juicio.
Finalmente, siete conversaciones y retratos, entre los cuales destacan el magistral texto en el que Capote acompaña a una limpiadora de departamentos en ‘un día de trabajo’, mientras se fuma ‘un tronchito’. También la famosa, enternecedora y agridulce semblanza de Marilyn Monroe, ‘una hermosa niña’, y finalmente el descarnado autorretrato del propio Truman. Un libro difícil. Apago el televisor.