Este Búho abre sus ojazos y lee que la Fiscalía solicitó 18 años y 4 meses para el holandés Joran Van Der Sloot por haber intentado meter droga al penal de Juliaca, en Puno. Según la acusación, habría coordinado el ingreso de 297 gramos de cocaína y 140 gramos de marihuana que los agentes encontraron ocultos al interior de betarragas. Su actual pareja, Eva Pacohuanaco, quiso burlar todos los controles para introducir la droga hasta el Pabellón 5 donde está recluido Van Der Sloot.
Tengo que ingresar al túnel del tiempo para recordar que este psicópata asesinó cruelmente a la universitaria peruana Stephany Flores y, además de robarle, la abandonó y huyó a Chile, desde donde fue extraditado. Inclusive, el homicida tuvo el cinismo de mandar una carta donde dijo que espera ‘que los padres de Stephany puedan albergar el perdón en sus corazones para que lo perdonen’. Eso sonó a burla.
Años antes también destrozó los corazones y el alma de otra familia, la de la escolar estadounidense Natalee Holloway. Ese fantasma lo perseguirá toda la vida.
Verano del 2005: Una vez terminados sus estudios secundarios, la promoción de Natalee emprende un viaje a Bahamas. Ella tenía 18 años y era una chica inocente, que nunca había viajado sin la compañía de su madre. En la discoteca casino de Nassau conoció a Joran, un joven experto en el arte de conquistar chiquillas y aficionado al casino. La muchacha se deslumbró ante un jugadorazo encantador de serpientes. El ‘floro’ de Joran funcionó a la perfección, una vez que le dio de tomar ¡tequila! a una chica que nunca había probado cerveza. La escolar se puso, lógicamente, fuera de sí y el asesino, en vez de llevarla donde su grupo de amigas para que la acompañen a su hotel, aprovechó que estaban bailando y la sacó ‘solapa’ del local con ayuda de sus dos amigotes, los hermanos morochos Deepak (21) y Satish Kalpoe (20).
La introdujeron en un auto y se la llevaron con rumbo a la playa. Lo que sucedió después allí, al principio fue un misterio. La chica nunca llegó a su hotel. Nadie daba pistas sobre su paradero. Pasaron días y solo con la llegada de la madre y el padrastro de la joven, la policía recién pisó el acelerador, presionada además por el Consulado norteamericano. Recién ahí dieron con el auto de los hermanos y los metieron a la cárcel.
El comisario, que era amigo del padre de Joran, un influyente abogado que se preparaba para juez, quiso incriminar solamente a los hermanos en la desaparición, pero estos le confesaron a la madre de Natalee toda la verdad.
Cuando lo detuvieron, Joran afirmó que él dejó a la chica en la playa porque se sintió mal y no quería levantarse. ‘Pensé que se recuperaría y se iba a ir después a su hotel’, dijo cínicamente. El caso se truncó por la intervención del padre del asesino, quien demostró que lo siniestro se hereda. Ante los jueces títeres de Nassau, dijo las tristemente célebres palabras: ‘No body, no case’ (sin cuerpo, no hay caso).
Efectivamente, pese a las evidencias, la justicia de Bahamas no procesó a Joran y lo dejó en libertad. Tiempo después, fue filmado y grabado por un periodista holandés que se hizo pasar por taxista.
Ahí, el psicópata, fumando un ‘troncho’, le contó -a manera de confidencia- que lanzó a la chica al mar desde un bote, en un lugar donde nadie la encontraría. Increíble que este criminal siga haciendo de las suyas en un penal de máxima seguridad y qué pena por las mujeres que son arrastradas a su círculo vicioso de drogas y muerte.
Apago el televisor.