Este Búho no puede dejar de preguntarse por qué un virus, que no es el Covid-19, está carcomiendo a las élites peruanas. La bacteria de la mentira, que se introduce en la mal llamada ‘clase política’, la que ya no tiene credibilidad ante la opinión pública.
El pueblo es escéptico, ya no les cree a los políticos. Pero tiene un respeto por los profesionales en otras áreas de la vida económica, social y cultural del país. La Universidad Cayetano Heredia, por ejemplo, labró por años un bien ganado prestigio de ser una institución seria y estar a la vanguardia no solo de la formación de futuros médicos, sino al tener un instituto de investigación científica al nivel de los mejores de Sudamérica.
Por supuesto que esto no fue fruto del cuestionado doctor Germán Málaga, cuya misión era velar por la rigurosidad y confiabilidad del estudio de las vacunas de Sinopharm y terminó como un ‘dealer’, distribuyéndolas a su esposa, hija, cuñada y a un ejército de poderosos por motivos que se niega a revelar al mismo estilo de la mafia italiana de la ‘Omertá’.
El prestigio académico y científico de esta casa de estudios no lo forjó don Germán, quien ahora es considerado un apestado, al punto de que los doctores egresados de la ‘Cayetano’ se apresuran a aclararle a este Búho: ‘Por favor, dígale a sus lectores que Málaga no estudió en nuestra ‘alma mater’, él egresó de una universidad en provincias’.
Fueron, por lo tanto, otros médicos anónimos quienes ‘quemaron pestañas’ investigando sin reclamar aplausos ni retribuciones monetarias, ni arribismos con el poder. Todo el prestigio labrado con tanto sacrificio ha sido seriamente mellado por culpa de este galeno con pinta de mercader de la ‘cachina’. Inclusive, habló con ese léxico cuando ante los congresistas dijo: ¡Yo no soy el dealer de las vacunas!
Pero se comportó como tal al llevarle, según su propia confesión, la vacuna a Vizcarra a Palacio y al hermanísimo del moqueguano a su casa de San Isidro. Esas vacunas debían estar destinadas a los heroicos médicos intensivistas que en setiembre y diciembre morían en los hospitales de todo el país. ¿De dónde salió este ‘científico’ que prefirió inocular las vacunas irregularmente, sin autorización, a los altos funcionarios de la Cancillería y del Ministerio de Salud? Y no solo para ellos, sino también para sus hijos, esposas, suegras, cuñados, choferes y ‘amiguitas íntimas’. Y lo peor es que ante el escándalo, que ha sacudido las conciencias del Perú entero, cínicamente solo pidió perdón a su hija ‘por meterla en este lío’.
En verdad hay que preocuparse de que gente como este señor o Pilar Mazzetti ocupen cargos tan importantes en el país. Málaga coronó su siniestro perfil volviéndose ‘chistosito’ cuando le preguntaron ¿por qué vacunaron al dueño del chifa Royal?, ¿cuáles fueron los criterios? Y este respondió: ‘Porque los funcionarios chinos ya se habían cansado del Burger King y prefirieron comida china’. El mismo empresario chifero amenazó con querellarlo.
Es lamentable que los responsables de este monumental e ilegal tráfico continúen como si nada, dando entrevistas cachacientas por Zoom. La Fiscalía debería levantar los secretos bancarios de todos estos funcionarios coludidos en el escándalo y chequear sus movimientos financieros. Podría ser que no solo ‘de buenas gentes’ les entregaron vacunas los empresarios chinos. Málaga se niega a entregar la relación real de los beneficiados con el antídoto VIP. Una prisión preventiva podría ayudarlo a ponerse serio y empezar a cantar más alto que Pavarotti.
Apago el televisor.