Este Búho recibe una llamada. “Buhito, el viernes se conmemora un año más del fallecimiento de nuestra poeta universal: Blanca Varela”. Es el gran vate Leoncio Bueno al otro lado del teléfono, lúcido a sus 101 años, con la memoria fresca y recuerdos a montones de su entrañable amiga.
Miro mi calendario y sí, la semana entrante se cumplen 12 años sin la gran escritora limeña. “Yo la fui a entrevistar dos veces para la revista ‘Oiga’. Ella era una criatura admirable”, me dice Bueno ya con la voz marchita.
Este columnista ha escrito ríos de tinta sobre Blanca Varela y conoce muy bien su poesía. O eso creo. La he repasado innumerables veces, en distintas etapas de mi vida, y la sigo descubriendo en cada verso.
La admiro no solo por su arte -que ha rejuvenecido con el tiempo-, sino porque fue una mujer empoderada y con su talento supo ganarse un lugar preponderante en un mundillo literario gobernado por varones, y viene bien celebrarla a puertas del ‘Día de la mujer’.
Disfrutó la vida como pocas: cultivó amistad con los más grandes pensadores de su época, como José María Arguedas o Jean Paul Sartre, viajó como quiso y se enamoró perdidamente del reconocido pintor Fernando de Szyszlo, con quien se casó y de quien algunos años más tarde se divorció, porque “las mujeres le movían las caderas y él enloquecía”.
Eso sí, nunca se pudo reponer de la muerte de su segundo hijo, Lorenzo, quien falleció en un accidente aéreo el 29 de febrero de 1996. “Desde entonces no fue la misma. Ella estaba disgustada con el destino, con la naturaleza desalmada. Por un lado comprendía, decía que la naturaleza tiene mucho de bueno y más de malo”, me cuenta el vate Leoncio Bueno.
A propósito de esta fecha especial, se acaba de publicar el libro ‘Entrevistas a Blanca Varela’, editado por Jorge Valverde Oliveros. Una ‘joyita’ en donde se recogen decenas de entrevistas que ella concedió durante diversas etapas de su vida. De allí quiero tomar un extracto de la conversación que sostiene con el periodista Mario Campos de El Comercio en 1997 y, precisamente, aborda el tema de la pérdida del hijo:
“-¿Cómo es su poesía después de la muerte de Lorenzo?
Es mucho más oscura. Es más oscura porque ya venía buscando, cierto tipo de… perdón, es muy difícil hablar de poesía.
-Y le sigue siendo duro hablar de Lorenzo.
Bueno, ya casi Lorenzo entró en el mismo ámbito de la poesía.
-Se ha quedado usted rota.
Me hace tanta falta mi hijo, tanta falta. Falta para vivir, para lo cotidiano. Era un muchacho de tanto talento. Pero no porque fuera hijo de Szyszlo o de Blanca Varela. Lorenzo era un muchacho con sus propios valores, que iba a dar tanto, que ya había dado tanto. El padre Gustavo Gutiérrez me dijo que no retuviera solamente las malas noticias, que recordara también las buenas, porque cuando mi hijo nació, fue una gran noticia. Pero yo me he quedado huérfana”.
En otra entrevista, con la escritora Rosina Valcárcel en 1996, confiesa: “Es probable que la pérdida de mi hijo Lorenzo algo me haya cambiado, no lo sé con exactitud. Es tal el contacto con el escándalo, con el horror de la muerte. ¿Quieres que te diga una cosa? Aunque suene escalofriante, casi no me sorprendió. Eso es terrible, porque es algo que yo esperaba. Creo que hay que esperar esas cosas terribles, ese es el destino en la vida, pero no lo esperaba evidentemente. A la última persona que hubiera esperado que le sucediera era a uno de mis niños”.
Al hijo ausente, Blanca Varela le dedicó este conmovedor poema: “Si me escucharas/ tú muerto y yo muerta de ti/ si me escucharas/ hálito de la rueda/ cencerro de la tempestad/ burbujeo del cieno/ viva insepulta de ti/ con tu oído postrero/ si me escucharas” (‘Si me escucharas’).
Una trombosis a la carótida el mismo año de la muerte de su hijo le quitó poco a poco facultades físicas y deterioró su salud precipitadamente. A pesar de ello, pudo publicar ‘Concierto animal’ y ‘El falso teclado’, dos poemarios que los críticos ubican dentro de sus más grandes obras, después de ‘Ese puerto existe’.
Logró los máximos reconocimientos como los premios ‘Octavio Paz’, ‘Federico García Lorca’ y ‘Reina Sofía’, su obra se universalizó, pero la poeta nunca más fue feliz. Falleció el 12 de marzo de 2009 y sus cenizas fueron esparcidas en el mar de Paracas. “Buhito, allá, a donde van los que dejan este mundo, mi amiga Blanca Varela debe estar apachurrando a su hijo Lorenzo y al pícaro ‘Gody’, como llamaba al pintor”, suspira Leoncio Bueno a través del hilo telefónico. Click. Apago el televisor.