Cronenberg me deslumbró con sus filmes que tienen como punto de partida lo complejo, malsano e irracional de la naturaleza humana.
Cronenberg me deslumbró con sus filmes que tienen como punto de partida lo complejo, malsano e irracional de la naturaleza humana.

Este Búho se refugia en su casa en la soledad de la madrugada y abre bien los ojos para hacer una de las cosas que más me gusta: ver películas. Mis lectores saben que soy amante del cine. Y el canadiense David Cronenberg es uno de mis directores favoritos. No soy crítico de cine, solo un aficionado, pero me permito recomendarles algunas de sus películas.

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Pueden buscarlas en Netflix, Amazon, Polvos Azules o su ‘hueco’ favorito. En la década de los 80, Cronenberg me deslumbró con sus filmes que tienen como punto de partida lo complejo, malsano e irracional de la naturaleza humana. Después de ver una de sus cintas, sales tan conmovido o con una repulsión que te puede dar vómitos. En todo caso, podemos definirlo como tierno y malsano. No hay finales felices en su cinematografía. Es más, sus personajes se van deteriorando poco a poco, tanto mental como físicamente.

En ‘La mosca’ (1986), el científico Brundle termina literalmente convertido en algo peor que una mosca y, aun así, repulsivo y desquiciado, le pide a su amada que lo elimine para evitar matarla. En la extraordinaria ‘Inseparables’ o ‘Pacto de amor’ (Dead Ringers, 1988) Jeremy Irons, en notable doble actuación, encarna a dos ginecólogos gemelos obsesionados por una mujer con dos úteros.

La autodestrucción, la manipulación, las deformidades del cuerpo humano o los poderes paranormales, psicológicos, siempre persiguen al canadiense (recordamos la aterradora ‘Scanners’ de 1981), o llevando al paroxismo las tesis de Herbert Marshall McLuhan, sobre el peligro de los grandes medios de comunicación.

En ‘Videodrome’ (1983) muestra cómo al observar un programa sadomasoquista de gran rating, los televidentes acababan con un tumor en el cerebro. En 1996, Cronenberg filmó ‘Crash: Extraños placeres’, donde retrata a un extraño grupúsculo que siente placer sexual al chocar sus autos y lacerar sus cuerpos, siendo el ‘punto g’ y el orgasmo total encontrar la muerte en el choque. Los participantes entran a una adictiva espiral de adrenalina de la que es difícil salir con vida, o al menos sin terminar mutilados. Humano, demasiado humano, así podemos definir al maestro, aunque sus cintas no sean del gusto de la Academia y siempre es marginado. Otra película que me impactó fue ‘Promesas peligrosas’ (2007), donde destaca el gran Viggo Mortensen.

El director canadiense exploró una minoría en Inglaterra: los migrantes rusos, inmersos en una sociedad excluyente y un poder oculto y cruel: la mafia rusa. Nikolai Luzhin (Mortensen) es el discreto chofer ruso de una de las más poderosas familias del crimen organizado de Europa del Este. El futuro de esa familia corre grave riesgo por culpa de Kirill (Vincent Cassel), el hijo violento que no se cansa de cometer errores. Nikolai se ve en la disyuntiva de seguir siendo leal a su peligroso y sanguinario jefe o defender a Anna Khitrova (Naomi Watts), la hermosa comadrona de la que se ha enamorado. La propia vida de Nikolai está en riesgo en este juego cruel en el que un error se paga con la muerte. Un filme imperdible con una extraordinaria actuación de Mortensen. Ahí también brilla la siempre bella Naomi Watts. Apago el televisor.

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