Este Búho no podía dejar de rendirle un homenaje al notable actor peruano Eduardo Cesti fallecido a los 78 años. Hoy cumpliría un año más, pero se nos fue de un paro respiratorio tras luchar años contra la diabetes. Para el imaginario popular, don Eduardo siempre será el entrañable ‘teniente Gamboa’, protagonista de una de las mejores series peruanas de todos los tiempos y la más exitosa de la década prodigiosa de la TV nacional de los ochenta.
Era la época de oro de Panamericana Televisión. Mario Vargas Llosa había jalado a su primo Luis Llosa para que sea productor general de ese inolvidable espacio cultural que conducía todos los domingos: ‘La torre de Babel’. El joven cineasta le presentó un proyecto a Genaro Delgado Parker: una serie policial donde el protagonista sería un teniente de la entonces Policía de Investigaciones del Perú (‘PIP’), los llamados ‘rayas’ que eran temidos por los delincuentes que se habían adueñado de la ciudad después que los militares dejaron el gobierno a los civiles. ‘Papaúpa’ aceptó, pero también sacó otra serie donde el héroe era un guardia civil, ‘Barragán’, para que ‘no haya celos’ con los uniformados de la ‘GC’. Pero, definitivamente, nadie recuerda a ‘Barragán’ y todos a ‘Gamboa’. Sobre todo por la gran actuación del actor principal, Eduardo Cesti, quien provenía de las canteras del teatro y que logró, contra la opinión de ‘Papaúpa’, que Llosa lo contratara para el papel de ‘Gamboa’.
El broadcaster quería a un policía pintón, tipo Tom Selleck de ‘Magnum’, pero Llosa le recordó que los detectives de la televisión más exitosos eran feos como ‘Kojak’ (Telly Savalas) y, más bien, tenían que tener cara de avispados y ser excelentes actores. Cesti se inspiraba en detectives tipo ‘Columbo’ (el feo Peter Falk), siempre iba acompañado de su subalterno, este sí todo un galanazo, Jorge García Bustamante como el ‘alférez Maldonado’.
La serie marcó época. Actuaban como villanas bellas actrices (Lourdes Berninzon) y de policía femenina, la primera de la tele nacional, la guapísima ‘ojos de gata’ Diana Quijano, quien después triunfó en Telemundo Miami, y como debutante la recordada Marilda Castro, deslumbrante en un capítulo alucinante: ‘El rapto de la novia’, cuyo guion lo escribió el mismísimo Mario Vargas LLosa.
Eduardo comenzó su carrera en 1963 y trabajó en emblemáticas telenovelas nacionales como ‘Simplemente María’, ‘Natacha’ o ‘Los de arriba y los de abajo’. Como muchos actores provenientes del teatro serio -le gustaba interpretar obras de Bertolt Brecht- y que lograron la celebridad en la masiva televisión o el cine, prefirió, fuera de los sets de grabación, llevar una vida lejos de las cámaras y la prensa de espectáculos.
Antes de caer enfermo, lo veían trotando o montando bicicleta en su barrio de Los Cipreses, cerca a San Marcos. Su vida fue el teatro, la televisión, el cine y sus hermanos los actores. En el 2008 hizo el papel de su vida en la película ‘Pasajeros’, del peruano Andrés Cotler. Interpretó al pintor Pedro Hidalgo, un marginal, alcohólico, drogadicto, que entabla una relación especial con una joven prostituta (Mónica Sánchez). La crítica se rindió ante una actuación tan sublime y maciza que le ‘robó’ la película a sus compañeros Mónica Sánchez y Pietro Sibille. Su última aparición en TV fue en la serie ‘Tribulación’ (2011) y en el cine en el filme dirigido por Aldo Miyashiro: ‘Atacada: La teoría del dolor’ (2015), donde hizo un papel que era la antítesis de su personalidad: un tipo racista y prepotente. Ahí compartió roles con una mujer con la que debe estar montando una obra de teatro en el cielo: Sofía Rocha.
Pero la diabetes le jugó, como a otros grandes, una mala pasada. Le tuvieron que amputar una pierna. Imposibilitado de caminar, siendo un hombre que estaba viviendo solo, fue trasladado a una casa de reposo.
Sus últimos años fueron difíciles a pesar de que el Congreso lo condecoró junto al gran Tulio Loza. Y felizmente sí llegó a recibir una pensión de gracia otorgada por el gobierno tras una campaña que hicieron sus colegas para que el Estado se la reconociera.
El legendario Adolfo Chuiman, quien inició su carrera interpretando a clásicos del teatro en el mítico grupo Histrión y luego pasó a ser estrella en TV, fue uno de los que más lamentó la partida de Cesti. ‘No concibo a nadie que se llame actor si no ha hecho teatro’, expresó compungido el gran ‘Papá’.
Este columnista nunca olvidará el inicio de la serie con el pegajoso musical: ‘No dejes que escape/es un peligro en la calle/Gamboa, Gamboa’, que interpretaba la bella Roxana Valdivieso mientras salía el gran Cesti de un auto con su revólver en mano. Inolvidable. Descanse en paz ¡Gamboa!
Apago el televisor.