Este Búho aprovecha las horas de aislamiento voluntario para leer poesía o narrativa de escritores nacionales. Uno de ellos es Alonso Cueto (Lima, 1954). Hijo del insigne educador y filósofo Carlos Cueto Fernandini, así que lo que se hereda no se hurta. Después del desmoronamiento del corrupto régimen de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, Cueto se dedica a investigar dos casos terribles de asesinatos y violaciones de Derechos Humanos, que culminaron en sendas novelas que este columnista devoró con satisfacción. ‘Grandes miradas’ (2003) está basada en un hecho escalofriantemente real: el asesinato del juez probo César Díaz Gutiérrez por orden de Montesinos. ¿El motivo? Ser incorruptible e investigar los ‘chicharrones’ de un gobierno ladrón y un Poder Judicial comprado por el oscuro jefe del SIN en la sombra. Díaz Gutiérrez (38) fue encontrado muerto en su departamento de San Luis con un cable eléctrico alrededor del cuello. Pero lo deleznable de este caso es que los llamados ‘diarios chicha’, comprados y controlados por Montesinos, se dedicaron a desviar las reales causas de su muerte y difundieron al unísono la versión de que ‘murió en una orgía gay’.
El narrador recogió los testimonios de sus familiares, amigos, colaboradores del juzgado y trazó un perfil del magistrado escrupulosamente honesto en tiempos en que el capitoste de la mafia en el Poder Judicial era Rodríguez Medrano, con quien había tenido varios encontronazos. Así define al juez en la obra: ‘Tenía un defecto admirable. Era un maniático del bien. Un ángel con la espada ardiendo por la justicia. Su trabajo como juez le daba empleo a su idealismo. Estaba decidido a entregarse a una causa. (pág. 26)’. En la ficción el juez se llama Guido Pazos y la trama, luego de su asesinato, se vuelve vertiginosa con la aparición de su novia, Gabriela, que sufre no solo por el dolor de perder a su futuro esposo, sino por la campaña de destrucción de su memoria emprendida por los diarios vendidos.
La joven no buscará una reivindicación del buen nombre de su pareja, sino buscará vengarlo y no vacilará en recurrir a cualquier medio con tal de llegar hasta el ‘Doc’... para asesinarlo. Para este fin, se hace amiga de Ángela Maro, periodista del diario popular ‘El Pata’, comprado por el asesor, donde tergiversaron la información y difaman al juez. Ella se ve obligada a sumergirse en el detritus del mundo de Montesinos y sus fiestas con sus socios: altos jefes militares corruptos, empresarios, ministros, periodistas mermeleros y políticos del partido del ‘Chino’, y no vacilará en acostarse con una ‘amiguita’ de Vladi, quien la introduce en las cerradas fiestas del asesor en un gran hotel limeño.
La novela te atrapa porque hay un suspenso ‘in crescendo’ a medida que la joven continúa escalando para llegar al verdugo que dio la orden y también a quienes lo ejecutaron. El mismo Cueto reconoció que ex profesamente les dio a los diálogos ‘una dimensión cinematográfica’. Por eso no sorprendió que tres años después de publicado el libro se estrenara la película ‘Mariposa negra’, basado en la novela, un filme dirigido con mucho temple por Francisco Lombardi, con notables actuaciones de Melania Urbina, en el papel de la novia vengativa, y Magdyel Ugaz, como la periodista.
Dos años después Cueto publicó ‘La hora azul’ (2005), que venía con el plus de ser galardonada con el prestigioso Premio Herralde de España. Si en ‘Grandes miradas’ nos presentó el crimen de Montesinos a un juez incorruptible, esta obra es la otra cara de la medalla. El novelista nos introduce en el infierno desatado por Sendero Luminoso en Ayacucho y los excesos y violación de los Derechos Humanos en la lucha antisubversiva. Nos muestra el desgarrador testimonio de los que sufrieron la brutal represión y abusos sexuales de algunos mandos militares en la zona de emergencia.
Cueto reveló que un amigo le contó la historia, que un jefe de un cuartel en Ayacucho ‘secuestró’ a una muchacha y abusó de ella hasta que escapó. En la ficción, Adrián Ormache es un abogado de la élite limeña, con un prestigioso bufete, pero se entera de que su padre, un alto oficial de la Marina, cometió atroces crímenes en Ayacucho. Hay una foto del progenitor militar y la muchachita desnuda. A partir de allí, el abogado viaja a Ayacucho y se introduce en un mundo donde las historias de horror se multiplican. Cueto se habría inspirado en el libro de Ricardo Uceda ‘Muerte en el Pentagonito’, pero también asistió a sesiones de la Comisión de la Verdad, donde escuchó ‘in situ’ testimonios de supervivientes y víctimas tanto de la violencia senderista como de la represión militar. Por eso, su novela es desgarradora pero también es una historia de amor, la del abogado que suplanta al padre en su obsesión por Miriam Anco, la guapa mestiza ayacuchana a la que su padre violó y secuestró y a quien encuentra trabajando en una peluquería en San Juan de Lurigancho. Dos novelas para leerlas en pleno toque de queda. Apago el televisor.