Este Búho estuvo haciendo zapping la noche del último domingo. Como no podía ser de otra manera, los principales programas políticos ‘Cuarto Poder’, ‘Panorama’, ‘Día D’ y ‘Punto final’, dedicaron todos sus informes al coronavirus. De todo lo que vi, se me quedaron las palabras del ministro de Salud, Víctor Zamora: ‘Se vienen dos semanas muy duras, roguemos a nuestros dioses’. Confesión reveladora, aunque este columnista ya sabía que las cifras oficiales del Ministerio de Salud (Minsa) no reflejan en realidad el número real de infectados, y que la tristemente célebre ‘curva de contagio’ del cuadro de la evolución (contagios-muertes) de la epidemia nos muestra una aterradora subida. Los más de 2500 contagiados y 92 fallecidos que arrojan las cifras oficiales hasta ayer no serían el reflejo real de la situación, porque podrían ser muchos más.
No basta que el presidente Martín Vizcarra continúe con su muletilla de todos los mediodías: ‘Eso ya lo teníamos previsto’. Creo que lo que no habían considerado el mandatario ni su equipo es la falta de civismo de un grueso sector de la población, sobre todo en las zonas populosas, que han actuado con una terrible irresponsabilidad suicida al no cumplir las directivas de la cuarentena, pues salen a las calles en tropel con cualquier pretexto.
Por culpa de ellos, la inmovilización social obligatoria seguramente no terminará este domingo y se extenderá más días. Muchos peruanos no han entendido que la única manera de evitar los contagios es recluirse en casa, salir solo por emergencias con mascarilla y guantes y respetar el protocolo de un metro de distancia entre ciudadanos. El caso de una periodista peruana, que con su familia fue víctima del virus en España, debe hacer reflexionar a la población. O sin ir más lejos, veamos lo que ocurre en Guayaquil, donde los lugareños -zona porteña mismo Callao- se burlaron del toque de queda decretado por el inepto Lenín Moreno y hoy viven el terrible drama de tener muertos por el virus en plena calle, en estado de descomposición, sin que nadie se atreva a moverlos. Pero vamos al drama de nuestra compatriota.
María de los Ángeles es una periodista, casada y con dos hijos, que vive en Leganés. Ella brindó su testimonio para que los peruanos tomen conciencia de que la única manera de evitar el contagio es respetando la cuarentena. En su caso, su esposo contagió a la familia porque fue a trabajar en un lugar donde ya había muerto un compañero por el flagelo. Fue durante los días en que el gobierno español demoró en decretar el aislamiento obligatorio. Ella, su pareja y su hija mayor sobrevivieron para contarlo, pero no así un tío de su marido, de ochenta y seis años, quien nunca salía de casa para no contagiarse. ‘Solo una vez salió para cerrar la puerta del portón del edificio. Tocó la manija de la calle, a los días le vino la fiebre con otros síntomas característicos de la enfermedad y falleció por afecciones respiratorias’.
Otro peruano que también murió en Madrid víctima de la pandemia fue un conocido abogado sanmarquino experto en Derecho Internacional. El jurista últimamente alcanzó notoriedad cuando el ‘hermanito’ César Hinostroza fugó a la Madre Patria. El letrado fue muchas veces consultado por diversos canales de televisión sobre las posibilidades legales del prófugo. En Perú era recordado por ser un fogoso dirigente de izquierda de la Facultad de Derecho de la Universidad San Marcos, en los convulsionados primeros años de la década de los ochentas. Muchos recuerdan sus acalorados debates universitarios con sus condiscípulos de la facultad, el ex jefe del Inpe, Julio Magán, el comentarista político Víctor Andrés Ponce y el abogado laboralista Pedro Villanueva. Otro peruano más que se va de este mundo tristemente solo, directo a un crematorio por culpa de este virus del diablo. Que les sirva de advertencia a todos aquellos que toman como un juego la cuarentena.
Apago el televisor.