Este Búho siempre creyó en un dicho antiguo que dice: ‘Quien siembra vientos, cosecha tempestades’. Eso imagino que debe estar pensando Joaquín ‘Chapo’ Guzmán en su encierro, en una fría cárcel en Estados Unidos. Todos saben que el sanguinario y menudo narco manejaba su temible organización criminal desde la cárcel del DF, de donde se fugó de manera espectacular por un túnel que daba desde su ducha hasta un maizal.
Cuando lo recapturaron perdió todos los privilegios y fue recluido en una prisión de máxima seguridad en Ciudad Juárez, pero al fin y al cabo, era su ciudad, estaba ‘en casita’. Ahora, juzgado en una corte de Nueva York, uno de sus otrora amigos y hombres de confianza, Miguel Ángel ‘El gordo’ Martínez, testifica contra él.
Aclaró que nunca traicionó a su jefe, nunca le robó ni conspiró contra él, pero el cabecilla del ‘cártel de Sinaloa’ mandó asesinarlo en cuatro oportunidades, todas cuando el ‘Gordo’ estaba preso en México.
Las tres primeras veces fue a cuchilladas, de las que se salvó de milagro. Como recuerdo, tiene más de una docena de cicatrices de puñaladas que le perforaron los pulmones, el páncreas y los intestinos, además de varios cortes en la cara. La última vez le lanzaron una granada a su celda y también sobrevivió de forma inexplicable. Por eso, ahora Martínez, con identidad nueva, confirma que Guzmán fue el líder de su organización criminal y dio detalles de las rutas de la droga que introducían a Estados Unidos, así como de las millonarias coimas que entregaban a policías corruptos mexicanos.
Pero en octubre del 2015, cuando el ‘Chapo’ estaba prófugo, el actor ganador del Oscar, Sean Penn, se entrevistó con él en la selva mexicana. El narco es un psicópata, líder de una organización criminal que ha ejecutado terribles masacres a bandas rivales, a poblaciones civiles, a policías y militares.
El hombre de baja estatura era el cerebro de una organización que extiende sus tentáculos no solo exportando metanfetamina, cocaína o marihuana a Estados Unidos, sino que también ‘trabaja’ con organizaciones criminales de Perú y Colombia. Esa entrevista con Penn fue posible gracias a la actriz Kate del Castillo. Sí, la misma que protagonizó ‘La reina del sur’ y que el 2012 lanzó un polémico ‘tuit’ donde le pedía públicamente al prófugo narcotraficante: ‘Sería bien ‘padre’ (bueno) que usted, señor ‘Chapo’, traficara con amor. Desconfío más de las autoridades del gobierno que lo persigue’. El mismo actor reconoce que Kate fue el nexo que permitió la entrevista, pues ella mantenía contacto con el capo, aun después de su última fuga. Cuando se produce el esperado encuentro entre los dos actores y el más grande narcotraficante del planeta, Penn se enternece, como cuando asistía a los mítines de Hugo Chávez, y escribe: ‘El ‘Chapo’ recibe a Kate como un padre que le da la bienvenida a una hija que regresa de la universidad’ (sic). Sostiene que pretendió darle la mano, pero el prófugo lo abraza efusivamente. El exesposo de Madonna cuenta que Guzmán tiene fascinación por la fama. ‘¿En tu país hablan de mí?’. El ‘Chapo’ se emocionó al ver a la actriz.
Cuando trajeron una botella de tequila, de la marca que promociona Kate del Castillo, Guzmán brinda: ‘No suelo beber, pero quiero beber contigo’, le dice a ella. En el texto se lee que el capo no consume drogas y amenaza con que ‘puede inundar de metanfetamina, cocaína y marihuana a todo el mundo’. Penn le pregunta: ‘¿Conoció a Pablo Escobar?’. Le responde: ‘Sí, lo conocí una vez en su casa. Una casa grande’. Al final quedan en regresar en ocho días para realizar la entrevista, grabarla y tomar fotografías. Solo se toman una foto ‘para que los editores sepan que estuvimos juntos’, le dice Penn al narco.
Para su mala suerte, el cerco del Ejército impidió ese segundo intento, a pesar de los esfuerzos del actor y Kate. Al final, le mandó un cuestionario con mensajes encriptados en Blackberry y Guzmán aceptó grabar sus respuestas, que son ahora difundidas. Después de veinte años se pudo escuchar su voz. Este columnista, al leer el cuestionario, no oculta su decepción. Esa es la diferencia entre un verdadero periodista y un aficionado. Penn en ningún momento le encara al sanguinario jefe del cártel de Sinaloa sobre las masacres y los miles de muertos que su organización perpetra en México, ni las consecuencias del flagelo de la droga y la corrupción de las instituciones que generan cárteles como el suyo en las sociedades. Le preguntó sobre su ‘mamita’ o ‘sus miedos’. Increíble. Apago el televisor.