Este Búho no deja de sorprenderse de lo impredecibles que pueden ser las audiencias televisivas y del poder arrasador e hipnótico que ofrecen las plataformas ‘streaming’ como Netflix a la hora de presentar una serie. Este es el caso de ‘La casa de papel’. Se estrenó en mayo y acabó en noviembre del 2017, por Antena 3. Su audiencia española estaba decreciendo alarmantemente pese a lo original de la trepidante trama. Pero bastó que la multinacional Netflix comprara los derechos de distribución para su plataforma y presentara la totalidad de la serie de un solo porrazo, para que la audiencia se torne adicta no solo en España, pues se convirtió en el TV show de habla extranjera (no inglesa) más visto en la historia de la compañía multimedia. Y ya hablan de que es la mejor serie española de la historia.
Lo original de ella es que el espectador, desde el primer capítulo, se encuentra con un grupo de ladrones que están dentro de la Fábrica Nacional Moneda y Timbre. Los delincuentes visten como uniforme overoles rojos con una máscara del genial pintor Salvador Dalí. Todo funciona a la perfección, pero uno no sabe quiénes son ni cómo entraron. Mediante ‘flashbacks’ nos enteramos de que el ‘cerebro’ del atraco es ‘El profesor’, un tipo con pinta de ‘catedrático de Ciencias Sociales de la Católica’. Sus desarrolladas neuronas circulan de forma inversamente proporcional a su nula experiencia en la brava carrera de asaltante de bancos. Entonces recluta a los mejores atracadores. Aquí la serie bebe de la mítica cinta de asaltos de Quentin Tarantino, ‘Reservoir Dogs’, cuando el hombre orquesta del robo a una joyería convoca a los mejores delincuentes, que no se conocen entre sí, y les pone sobrenombres como ‘señor Naranja’, ‘señor Rosa’ o ‘señor Blanco’. ‘El profesor’ también le da sobrenombres de ciudades a su equipo mixto de malhechores: ‘Tokio’, ‘Nairobi’, ‘Río’ y ‘Berlín’, entre otros.
¿Por qué esta serie fracasaba en la tradicional emisión semanal de Antena 3 y con Netflix batió todos los récords y se volvió un fenómeno mundial, al punto de que se venden en todo el planeta millones de polos con la máscara de Dalí y el tema de la serie, ‘Bella Ciao’, ha retornado a las radios y ha sido reeditado el CD con sus innumerables versiones, una de ellas de la inolvidable Mercedes Sosa? Ese tema es hilo conductor de la trama y aparece en partes fundamentales de la misma. Es una canción de la resistencia italiana contra el fascismo.
En una parte, ‘Berlín’, uno de los choros, cuenta que el abuelo de ‘El profesor’ fue un partisano antifascista y le enseñó esa canción. ‘Nosotros también somos resistencia’. Como la serie funciona como si estuviéramos en tiempo real, hay cámaras de la policía, encabezada por Raquel Murillo, y el telespectador puede asistir a los dramas humanos de cada uno de los atracadores. Es como si los televidentes fueran rehenes, o como si se fundieran en la piel de los mismos ‘Tokio’, ‘Berlín’ o ‘Nairobi’. Su éxito radica en lo trepidante y a veces inverosímil, por ejemplo, cuando ‘El profesor’ debe resolver los problemas que se suceden en ‘la casa’ e ingresa hasta vestido de payaso.
‘La casa de papel’ justifica su calidad de fenómeno por sus excelentes actuaciones, su locura, el mito de que ‘el ladrón nace bueno y la sociedad lo corrompe’ o que se tiene todo el derecho de robar al ente que fabricó ‘miles de millones de euros de la nada’. Tan entusiasmados quedaron con la serie que ya se preparan la segunda temporada del 2019, con el mismo director, Álex Pina, y con un financiamiento monstruoso, como acostumbran las multinacionales. Recomiendo pasarse una madrugada viendo la atrapante ‘La casa de papel’, pues como decía ‘El profesor’ a su equipo: ‘Si ustedes no tienen nada que perder’. Apago el televisor.