Este Búho, un lunes por la madrugada, escuchó cantar a ‘Los Abuelos de la Nada’. Abrió sus ojazos y se encontró en cable con una película alucinante. Me sacó toda la modorra lechucera. Era un filme sobre la tristemente célebre ‘Madrina’ Griselda Blanco, la colombiana responsable de inundar Estados Unidos con la maldita cocaína a inicios de los ochenta, antes de Pablo Escobar. Este columnista se quedó con la boca abierta esa madrugada viendo ‘Cocaine Godmother’ (‘La madrina de la cocaína’) y ¿saben quién interpretaba a la siniestra Griselda? La bellísima Catherine Zeta-Jones, con harto maquillaje y grasa de por medio. Las críticas no se hicieron esperar, porque los colectivos -cuándo no- reclamaron que a esa psicópata ‘la debía interpretar una latina’. La actriz galesa respondió: ‘Estaba obsesionada con ese papel desde que vi la serie ‘Cocaine Cowboys’. Es que ese documental descubrió el verdadero papel de la narcotraficante colombiana que inició el negocio de exportación de coca a los Estados Unidos. La Blanco estaba tan enamorada del crimen que bautizó a su último hijo y engreído con el nombre de un mafioso legendario: ‘Michael Corleone’, aquel heredero de ‘El padrino’ de la inolvidable novela de Mario Puzo y el filme de Francis Ford Coppola. Fue un ‘pasero’ afroamericano de California quien, en ‘Cocaine Cowboys 2’, delató a la ‘Madrina’. Contó que le escribió y la visitó en la prisión, pero desde esa mañana ella se enamoró de él. Su nombre es Charles Cosby y relata cómo desde que conoció a la ‘Madrina’, su vida cambió. Se hizo su amante, socio y se convirtió en millonario, aunque después la traicionó por miedo. Griselda Blanco fue asesinada en 2012 cuando compraba en una carnicería de Medellín. Era una abuelita de 65 años vestida sencillamente. Ya se había retirado y no se parecía a la glamorosa, sanguinaria y multimillonaria reina del narcotráfico, responsable de 250 asesinatos, incluidos los de sus tres esposos. Por eso también la apodaban “La Viuda Negra”.
Griselda nació el 15 de febrero de 1943 en un pobrísimo barrio a las afueras de Cartagena de Indias, aunque otros aseguran que fue en Santa Marta. Su madre era una prostituta y cuando la niña tuvo once años, se trasladaron a Medellín. Allí Griselda, con otros niños pordioseros, se dedicaba al robo. Un día esa pandilla infantil secuestró a un menor de 10 años, hijo de una familia adinerada que se demoró en pagar el rescate. Unos muchachos le dieron una pistola y ella mató al infante. En la empobrecida Medellín, antes de que se iniciara el ‘boom’ de la exportación de cocaína, encontramos a una Griselda de 13 años ejerciendo la prostitución infantil. A esa edad conoció a Carlos Trujillo, un falsificador de visas y documentos para ingresar a Estados Unidos. Se casaron y tuvieron tres hijos. Una noche discutieron por dinero y ella lo mató. Es probable que ya estuviera en amoríos con otro maleante, Alberto Bravo, uno de los primeros narcotraficantes de Medellín a inicios de los años 70. A fines de esa década se trasladó a Miami y decidió establecer allí su negocio. Griselda también mató a Bravo y huyó a California. Allí vivía en una sencilla casa en las afueras de la ciudad con su madre y su hijo Michael Corleone, fruto de su relación con Darío Sepúlveda. Allí la capturó la DEA el 20 de febrero de 1985. Detenida sin fianza, la conoció Charles Cosby, un ‘pasero’ negro que se enamoró y la fue a visitar a prisión. ‘La Madrina’ enloqueció por el recio y joven moreno. “No pudo soportar que su brazo derecho, Jorge ‘Rivi’ Ayala, aceptara testificar contra ella (en relación a varios asesinatos que le había ordenado). Fue allí que (asustada ante una posible sentencia de muerte), contrató a sicarios para que por 5 millones secuestraran a John Kennedy, el hijo del expresidente, con el fin de usarlo como rehen para lograr su liberación. Eso ya era una locura. Por eso me alejé de ella y se lo conté todo a las autoridades”, relató Cosby en ese documental. ‘La Madrina’ pasó 20 años en una prisión y la deportaron a Colombia en el 2004. Tenía millones en los bancos y vivía tranquila en una fortaleza de Medellín. Pero esos documentales revivieron viejos odios. Tenía demasiados enemigos, a los que nunca iba a engañar con su nueva vida de dulce abuelita, y la mataron a su estilo. Si hubiera imaginado que la lindísima Catherine Zeta-Jones la iba a interpretar, se hubiese muerto en paz. Apago el televisor.
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