Este Búho, tras la terrible muerte de los tres valientes bomberos, no podía evitar reflexionar sobre lo que una persona necesita para vestir el uniforme rojo. Sobre todo en el Perú, donde no reciben el apoyo del Estado, casi nunca se reconoce su labor y hasta son víctimas de maltratos cotidianos, como en el transporte público porque están exonerados del pago de pasaje.
Para ser bombero, no es necesario ser una persona grande de tamaño, ni el más fuerte, ni tener una salud perfecta, ni siquiera ser el más valiente. Se debe, ante todo, ser una buena persona. Y tener vocación de servicio. Sentir esa necesidad de ayudar al desvalido, al que está en problemas, incluso, a costa de la propia vida.
Como hicieron la madrugada del martes Alonso Salas Chanduví, Raúl Lee Sánchez Torres y Eduardo Porfirio Jiménez Soriano, quienes ingresaron a la fábrica de zapatos en llamas para buscar a las personas que pudieron haber quedado atrapadas. No eran unos loquitos que enfrentaban a las llamas para quedar como valientes. Quien ha estado cerca a un incendio sabe del peligro que se vive.
Estos bomberos entraron porque creían que podía haber personas a punto de perder la vida y no las podían dejar abandonadas. Así, el espíritu solidario que hay en cada bombero, especialmente en nuestro país donde no reciben paga, encarna lo mejor de las personas.
Este columnista pensaba: ¡Qué diferencia con personajes como el exasesor presidencial Carlos Moreno! El tipo hasta se daba el lujo de tener una oficina en Palacio de Gobierno, donde en solo dos meses recibió a decenas de representantes de empresas privadas de salud con los que acordaba sucios ‘negociazos’ a costa del Sistema Integral de Salud, el famoso SIS, creado para garantizar la salud de los más pobres.
Al mal médico parecían faltarle las horas del día para planear arreglos bajo la mesa para llenarse los bolsillos en perjuicio de los enfermos sin dinero. ¿Cuántos otros Carlos Moreno hay agazapados en el Estado, realizando en este mismo momento ‘negociazos’ millonarios con los que se harán ricos con dinero de todos los peruanos y de los cuales jamás nos enteraremos?
La desgracia ocurrida a los tres ‘hombres de rojo’, que enluta a sus familias y a todo el país, nos recuerda que no todo está perdido para los peruanos. Aún quedan personas buenas. Aunque nos sintamos decepcionados y escépticos frente a tanta corrupción, injusticia y desigualdad. Como ya dije, los bomberos no exigen sueldos -que sí los merecen-, pero sí mejores equipos para hacer su trabajo.
Cuando estemos en problemas de verdad, siempre podremos contar con ellos. Como cuando en plena guerra con Chile, un día después de la batalla de San Juan, aquel 14 de enero de 1881, trece bomberos italianos, pertenecientes a la Bomba Garibaldi de Chorrillos, decidieron correr el riesgo de despertar la ira de los criminales soldados invasores, al intentar apagar el fuego que estos habían iniciado para arrasar con el exclusivo balneario limeño.
Como consecuencia, los trece italianos fueron salvajemente torturados y asesinados por los cobardes enemigos, que se ensañaron con ellos con una rabia difícil de explicar. Alonso Salas, Raúl Sánchez y Eduardo Jiménez, muertos el último miércoles en el cumplimiento de su deber, ya forman parte del panteón de los bomberos héroes de nuestro país. Apago el televisor.