Este Búho se entera que acaba de morir un grande del cine. Dejo por un momento las aguas tormentosas de la política para comentar sobre este cineasta de culto. Debo confesar, como siempre, que no soy crítico de cine, solo un cinéfilo desde muy chiquillo, cuando me ‘zampaba’ a la cazuela del cine ‘Mirones’.
Bernardo Bertolucci dejó verdaderas ‘joyas’. ‘El último emperador’ fue la cinta que arrasó con los premios Oscar en 1987, obteniendo las dos estatuillas más codiciadas de la noche. Premio a la mejor película y al mejor director, además de obtener siete más, como a mejor banda sonora, gracias al gran trabajo del músico japonés y actor en el filme, Ryuichi Sakamoto, y del notable David Byrne, factótum, en esos tiempos, del grupo de culto norteamericano ‘Talking Heads’.
El italiano dio un batacazo en Hollywood, porque era temido, después de dirigir, en 1972, una película totalmente transgresora: ‘El último tango en París’. Protagonizada por el gran Marlon Brando, quien se dedica en toda la película a mantener sexo en un departamento de alquiler con una chica de veinte años, ‘Jeanne’ (María Schneider), que también llega para rentar el inmueble.
María murió en el 2011 y sacudió al mundo cuando reveló que la escandalosa escena de la sodomización, a la que es sometida por Brando en la cinta, no fue fingida, sino que se consumó con total realismo. ‘Como era jovencita, pensé que así se trabajaba en el cine’, dijo.
Pero Bertolucci conmovió a este columnista cuando estrenó su obra maestra ‘Novecento’, llamado en español ‘Mil novecientos’ (1976). Fue su proyecto más ambicioso, el recrear la historia italiana de inicios del siglo XX a partir del nacimiento de dos bebés en una hacienda. ‘Olmo’ (Gérard Depardieu), hijo de un campesino, y ‘Alfredo’ (Robert de Niro), hijo de un hacendado. Pese a que crecen juntos y son entrañables amigos, en la hacienda comienza a manifestarse la ‘lucha de clases’ que marcaría la primera mitad del siglo XX en muchas partes del mundo. El nacimiento de los movimientos de obreros y campesinos que adoptarían la ideología comunista y el fascismo italiano, de capataces sanguinarios como ‘Attila’ (impresionante Donald Sutherland).
‘Olmo’ es izquierdista y su amigo ‘Alfredo’, pese a que no comulga con el fascismo, tampoco hace nada para evitar sus actos vandálicos y masacres a campesinos. Así se impuso Mussolini y se convirtió en el ‘Duce’, aliado de Hitler, y llevó a Italia a perder la guerra, y a la muerte de millones de jóvenes reclutas. Nunca olvidaré que ‘me soplé’ las tres horas y media que duró la cinta en el cine ‘Country’, en Lince.
Cuando salí a medianoche no había micros y las ‘lolitas’ me rondaban. Pero en mis oídos seguían retumbando los cánticos de los fascistas: ‘Somos los fascisti, terror de comunisti’. Y en otra escena de choque, ‘Attila’ agarra un tierno gatito y le dice a su pastora de ‘camisas negras’: ‘Este gato es un comunista’. Lo coloca contra la pared y lo destroza a cabezazos, mientras la sangre le chorrea por el rostro y se impregna en sus dientes con una sonrisa diabólica.
Bertolucci, junto a Pier Paolo Pasolini, fue la mejor expresión del cine italiano. Pero había una diferencia: Pasolini era transgresor nato, provocador, gay confeso y provenía de los barrios bajos, donde buscaba ‘puntos’ y encontró trágica muerte a manos de uno de ellos.
Bertolucci provenía de una familia aristocrática. Pero eran solo dos caras de una misma moneda. Una visión crítica de su tiempo. ‘El último emperador’ se basó en la autobiografía del último soberano de China, antes que hubiera una revolución y se instaure la dictadura comunista de Mao Tse Tung. ‘Puyi’ fue coronado cuando tenía tres años y fue idolatrado por millones. Vivió como un dios, hasta que Japón invadió Manchuria y lo utilizaron como emperador títere. Por eso, cuando Mao llegó al poder, lo mantuvieron en cautiverio. Luego, durante la ‘Revolución Cultural’, liderada por jóvenes fanáticos maoístas tipo senderistas, descabezaron a los líderes del partido comunista que le habían dado la espalda a Mao. ‘Puyi’ fue ‘reeducado’ y terminó como jardinero. El versátil actor John Lone (‘Madama Butterfly’, ‘El año del dragón’) encarnó al emperador. Hasta siempre, maestro. Apago el televisor.
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