
Este Búho se indigna, como todo el Perú, por la increíble liberación de Jhon Cruz Arce, sindicado cabecilla de la sanguinaria organización criminal ‘Los Pulpos’ de Trujillo, responsable de múltiples asesinatos, secuestros, extorsiones, torturas y otros gravísimos delitos.
Estaba condenado a 25 años de prisión por doble homicidio, pero de manera sospechosa acaba de ser liberado ocho años antes de cumplir su sentencia. Todo gracias a que recibió el beneficio penitenciario del ¡dos por uno! Cómo es posible que alguien tan peligroso y con semejante prontuario obtenga esas ventajas.
Ahora que el tipo ya está en las calles, y en Trujillo temen que su presencia origine una sangrienta guerra de bandas por el control de las actividades ilegales, las autoridades se culpan entre ellas. ¡Nadie es responsable de haberlo dejado libre!
Investigaciones policiales revelaron que, estando preso, Jhon Cruz continuaba dirigiendo a su organización criminal en la ejecución de diversos delitos. ¡Hasta cuándo las autoridades del Instituto Nacional Penitenciario, del Poder Judicial y de otras entidades del Estado van a seguir atentando contra la seguridad de los peruanos! Parece que están más preocupados en garantizar los ‘derechos’ de los criminales que matan, que de los ciudadanos honestos.
Por eso la gente desprecia a los políticos y a los burócratas. Me pongo en los zapatos de la población, que todos los días hace malabares para subsistir en medio de la recesión económica y encima es víctima de lacras que la asesinan si no paga un maldito cupo. No hay país que pueda crecer con esta ola delictiva que nos agobia.
ACABEMOS CON LA MAFIA
Hay que imitar cómo se aniquiló a las mafias en otros lugares. Nueva York ha sido el centro de todo tipo de historias violentas. La ciudad terminó por convertirse en un símbolo de la prosperidad, pero a la vez contrastaba la terrible violencia que cortaba en canal a la urbe. Algo de esa percepción de Nueva York, como centro del mundo, es parte del documental de Netflix ‘Fear City: New York vs. the Mafia’, del director Sam Hobkinson, que este columnista devoró en una madrugada.
El documental, de tres capítulos de cincuenta minutos, nos muestra que a inicios de los ochenta el centro de Manhattan experimentaba un explosivo boom inmobiliario. En cada cuadra se construían inmensos rascacielos que dan trabajo a miles de obreros de la construcción civil, y esas moles de concreto demandan inversiones de millones de dólares. Los sabuesos del FBI siguen los negocios turbios de las cinco familias de la gran ciudad. Los Gambino, Lucchese, Colombo, Genovese y Bonanno, que controlan el tráfico de drogas, las apuestas, las extorsiones, la prostitución y hasta los recojos de basura.
Pero gracias a las interceptaciones telefónicas legales a los capos de la mafia y sus lugartenientes y ‘soldados’, descubren que están obteniendo ilícitamente millonarias cantidades en la extorsión de las grandes constructoras y los sindicatos. Aparecen en el documental dos importantes exjefes de esas familias que relatan cómo eran los ‘capos’, sus excesos y los terribles crímenes que cometieron. Un capataz de una construcción de sesenta pisos fue asesinado a golpes y su cuerpo lanzado del piso 56. Así terminaban los que se oponían al llamado ‘Club del concreto’, que integraban las cinco familias delictivas de la ciudad.
Cada millonaria construcción era ‘propiedad’ de esos facinerosos que extorsionaban a los legítimos constructores y a los trabajadores. También nos presentan los testimonios de los veteranos agentes del FBI que lograron desmantelar la estructura criminal altamente organizada e impenetrable. El documental nos muestra cómo los agentes se las arreglaron para instalar micrófonos en sus casas, negocios, inclusive en sus propios automóviles, arriesgando sus vidas. Un momento culminante sucede cuando, gracias a esas escuchas, lograron detener a los jefes de las cinco familias, incluido el ‘capo de capos’ Paul Castellano, quien moriría acribillado en 1986.
También escuchamos cómo los mafiosos hablan sobre sus negocios turbios, asesinatos, disputas y ajustes de cuentas. Finalmente, la serie explica todo el proceso y las dificultades que vivieron los agentes del FBI y fiscales para armar un solo caso y así lograr sentencias para los jefes de estas sanguinarias familias del crimen que azotaban a la ‘Capital del mundo’. Este columnista se pone a pensar en el grado de inseguridad ciudadana que se está viviendo en el país.
Los extorsionadores balean todos los días a mototaxistas, microbuseros, cebicherías, farmacias, peluquerías, bodegas, distribuidores de cerveza, colegios. Cualquier tipo de emprendimiento, por más humilde que sea, es conminado a pagar cupos. ¿Y vamos a detener estos crímenes liberando a las lacras más peligrosas? La ciudadanía está indefensa. Apago el televisor.









