Este Búho ve la foto de Alejandro Toledo jugando billar en Estados Unidos y no puede dejar de pensar en el título de una película de Pedro Almodóvar: ‘¿Qué hemos hecho para merecer esto?’. Aseguran que la imagen fue tomada en un bar de Los Ángeles, ahí donde se escucha música en rockola y la cerveza te la llevan unas meseras de politos pegados y shortcitos más ‘calentones’ que los de Millet. Toledo estaba ‘taqueando’ despreocupado, sin importarle que la justicia de su país le haya dictado ¡18 meses de prisión preventiva! y le exija que regrese y se ponga a derecho. Y no por delitos menores, pues se le acusa de recibir una coima de 20 millones de dólares de la empresa Odebrecht por la construcción de la Interoceánica.
En una sinuosa y alucinante ruta del ‘dinero sucio’, Alejandro Toledo y su esposa Eliane Karp, hoy también con orden de prisión preventiva, no dudaron en coludir a Eva Fernenbug, la anciana madre de la mujer belga, como la receptora de los millones con los que compraron propiedades en Lima por más de cinco millones de dólares. De ahí partieron las mentiras del ‘chakano’ en este caso: 1) ‘Esa plata se la pagó el Gobierno alemán por el holocausto judío’. 2) ‘Eran los ahorros de mi suegra’. 3) ‘Mi suegra recibió una herencia’. 4) ‘Mi amigo Josef Maiman le prestó plata’. Puros embustes, ya que luego se descubriría toda la verdad, la conexión de Ecoteva, las reuniones con Jorge Barata y la posición angurrienta del Cholo de Cabana que, según el mismo Barata, elevó sus pretenciones de coima a ¡treinta y cinco millones de dólares!, conformándose al final con veinte.
Pero las mentiras de Alejandro Toledo no arrancaron este año. Nunca olvidaré cuando en la campaña electoral de 1994, el director de un diario popular me mandó llamar de un solo grito: ‘¿Quién es ese tal Toledo? -Dicen que nació en Cabana y estudió en Harvard-. ¿Dónde queda ese lugar...? Ándate y averigua si su historia es cierta o puro cuento’. Fui el primer periodista en llegar hasta la recóndita Cabana y todavía más adentro, específicamente Ferrer, el pueblito casi en ruinas donde nació. En ese lugar descubrí su primera gran mentira. Juraba que era graduado de Harvard. Falso. Solo realizó un curso de extensión universitaria sobre un tema relacionado con la economía.
Pero veintitres años después, la propia asociación de alumnos de la Universidad de Harvard, a través de su cuenta de Twitter, volvió a aclarar que NUNCA cursó estudios en esa prestigiosa casa de estudios. La única vinculación que tiene Alejandro Toledo con esa universidad es que fue miembro del Instituto de Harvard para el desarrollo internacional en el año 1990. Nada más. Para su suerte, en ese entonces a los candidatos no se les investigaba ni se les castigaba si mentían en su hoja de vida. Pero ya empezaba muy mal. La segunda y más terrible mentira fue el del caso Zaraí Orozco, la niña piurana que le exigió que la reconozca como hija y a quien el Cholo negó en mil idiomas.
El caso Zaraí desnudó todo su histrionismo y justificó los calificativos de ‘mitómano’ que le endilgaban Jaime Bayly y Alvaro Vargas Llosa, quienes destaparon el caso. Aun con su imagen por los suelos, ello no impidió que Alejandro Toledo derrotara a Alan García. Ya en el gobierno, el Cholo, acorralado y contra la voluntad de su esposa Eliane, anunció al país: “Zaraí es mi hija, es una chica inteligente y tendrá todo mi apoyo moral y económico”. Increíble. ¿Dónde quedaba la palabra del candidato que negaba a la niña y aseguraba que era una venganza de sus enemigos: El ‘Doc’, Laura Bozzo, Lucrecia, Bayly y Alvarito? Pero con lo que se graduó de ‘Pinocho’ fue con su famosa historia del ‘secuestro’ en el ‘Hotel Melody’.
En marzo del 2000, Alejandro Toledo enseñaba en ESAN. Según Eliane, su esposo salió a las ocho de la mañana y no regresó en todo el día, ni siquiera en la noche. Al rastrear los gastos de su tarjeta de crédito, la policía y la esposa supieron que había realizado consumos por catorce mil soles. Eliane denunció un ‘secuestro’ como parte de la campaña del SIN para filmarlo en un video pornográfico. Pero la verdad era otra. Toledo había salido con cinco lolitas del local ‘Two Star’ y enrumbó al ‘Escarabajo’. Allí las mandó a comprar licores para él y perfumes y lencería fina para ellas.
El empleado de la Farmacia Deza contó a los investigadores del banco que el Cholo le firmó los vouchers en el ‘Escarabajo’ y luego en el ‘Melody’: “Nadie lo obligó ni estaba secuestrado”, dijo. En el 2005, la revista Caretas reveló el examen médico al que fue sometido Alejandro Toledo en la clínica San Pablo, cuyos resultados arrojaron intoxicación alcohólica, barbitúricos y restos de cocaína. Eliane quiso hacer pasar la ‘perdida’ de su esposo como secuestro para no pagar los catorce mil soles de consumo de la tarjeta. Luego, armaron el ya clásico cuento del ‘rapto’ organizado por el SIN. Todavía quedan más perlitas de estos dos, ahora prófugos, que eran y son tal para cual. Apago el televisor.