Del saque somos carnecita... Me quiero quedar un buen rato en Rusia. Así sea haciendo hueco a mi bolsillo. Yo no me hago paltas por el idioma, la comida que es rica y alguno que otro blanco que te mira ‘grueso’. Con mi traductor del smartphone hasta ‘tiro maicito’ a las coloradas. Pero la verídica que no tengo mucha cabeza para contarles mi caminata por Moscú y Saransk. Solo como, tomo y sueño con mi selección. La fórmula más segura es consiguiendo mínimo un punto. No es de alivio. Hay que remar duro y parejo. El fútbol es impredecible. La palabra favorito ya no existe. Sí, señores...
Hay que ser malcriados, conchudos, cara de palo y relajados en el buen sentido de la palabra. O sea, sueltitos de huesos. El estrés, presión, nervios, tensión y tortícolis solo restan. El show, cábalas y suerte es un ratito. Aquí no te salvan partidos eso de tocar una novia o determinada manía o costumbre. El jueves solo tendremos chances si todos están en su mejor nivel. A media caña es por las santas hueveras. Ya no están Platini ni Zidane, pero siempre hay un cerebrito que batutea al equipo. Y ese es Antoine Griezmann, el atacante que cierra el 4-2-1-3 de Didier Deschamps, quien recibe palos, porque no gusta, no encandila, no atrapa con sus estrellas. Son veloces y técnicos, pero he volteado a varios ‘pecho fríos’. Recuerden que Colombia le ganó 3-2 en el mismísimo París. Ayayayay...
Parece que juegan con zapatillas de ballet y guantes de seda. Son buenos, pero también inocentones. El zambo Umtiti comete penales infantiles y los laterales Pavard y Hernández son chamaquitos sin mucha experiencia. Lo mejor está en la volante donde Pogba te la pisa, te hace ‘huacha’ y es el mejor protegiéndose con los brazos. Te mete manazos, el codo y nadie se le planta cuando le pone turbo a sus trancazos. Parece un caballo loco. Llega a las dos áreas con fuerza y se muestra para la pared. Hay que bajarlo de su nube como sea. Curuju...
Tenemos que ir sobre Kanté, la aduana del equipo y mejor recuperador del mundo. Hay que apretarlo para conducirlo al error. Es impresionante lo que transpira, no baja de 12 kilómetros por partido. Por los costados están Dembélé y Mbappé. Son máquinas nuevecitas de 21 y 20 añitos, y dicen que serán mejores que Neymar. Falta para que igualen al brasileño. Advíncula y Trauco que no pasen mucho, porque con espacios nos hacen la fiesta. Que se planten como muros y Carrillo con Flores o Cueva que hagan el recorrido. Australia no les dio respiro en ningún sector. Su portero Hugo Lloris es taco 5. Nada del otro mundo y varias veces ha hecho la del ‘Chavo’. Hay que probarlo y apretarlo cuando quiera salir con los pies. No es su fuerte. A veces se le va la lancha. Que Ramos y Rodríguez estén atentos si ingresa el grandazo Giroud. Es un tanque por arriba y criterioso con el balón. No hay que dejarlo girar ni cabecear. Este no será un partido. Es una final. Como la del 15 de julio. No habrá un trofeo, pero si rememoramos lo del 82 en el ‘Parque de los Príncipes’, donde ese día la Torre Eiffel se achicó, habrá 33 millones de sonrisas. Así es... Me voy, soy fuga.