Del saque somos carnecita... Soy terco, sí. Soy caprichoso, también. Por enésima vez compro pasajes horas antes de viajar y me aplican el abuso. Ya me consagré de ensalada. Siempre la quiero pegar de recursero y a veces no resulta. Conseguí boleto para Madrid con escala en Bogotá por 1500 cocos y dije gol. Cuando llegué al counter me cobraron 90 dólares por una maleta y 120 por un adicional más. En Colombia tenía que volver a pagar y en euros. O sea, ese ticket salió 1820 sin contar el ‘ave’ que me lleva a Barcelona y luego el ida y vuelta a Qatar. La neta es que estoy de más. He renegado más que cuando el ‘Gato’ le pide a la ‘Ojitos Hechiceros’ que se cuide y alimente bien. Ya me curaron. Estos son peores que los que te hacen la cascada. Sí, señores...

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Ya en el avión me bajaron las pulsaciones. La hermosura de la aeromoza fue un calmante. Pero me rayaba mi compañero de chilingue Jaime Mario Lature, la voz del fútbol. No reaccionaba por la subida de tarifa y parecía que quería convulsionar. Es que mi causa no compra jabón porque se acaba muy rápido. Le golpeas el codo y abre los dedos del pie, menos los bolsillos. Medio vuelo se la pasó hablando fuerte del impasse que ocasionamos en la cola de la línea aérea. Y por siaca que a mucha gente le ocurre lo mismo. Curuju...

Gracias a Dios que cambió nuestro humor cuando desembarcamos en el aeropuerto El Dorado. Mucho pincel. El artístico que es natural y el médico que es full siliconas y pompis. Pero les voy a confesar algo. Cada vez que escucho a una colombiana me mueve el piso. Me emboban al mango, en one, y eso que uno es callejero. Había unas señoras en filas en migraciones y adelante de mí estaba una colocha igualita a Karol G. De pronto le propone a su amiga: ‘Es que me quiero tomar una Postobon con usted’. Yo alucinaba que le decía: ‘Marica ya’. Como la cantante en la presentación de su video ‘200 copas’. Me desarmó. No quería que avance la gente para seguir disfrutando de su voz. La muchachita seria. Ni un juego de luces. Uno es entrador y nada. La pegaba que era mi primera experiencia en un avión y seca. Contestaba lo justo. Al final cuando recogía mi equipaje me regaló una sonrisa. Me tocó una sana. No todas son ‘diqueras’ y caminan con ‘sugar daddy’ y ‘sponsors’. Rexuxa...

Estoy con hambre voraz y me siento en el restaurante Wing Station. Pido unas alitas a la barbiquiú con papas grandes y una Sprite heladita. Son 38 mil pesos, que al cambio son 10 dólares o 35 soles. Luego de una siestita, o sea chorreadita en un sillón, toca su respectivo mufin en Dunkin. Su desengrase con su ‘cocacolón’ y otra vez a chapar la conexión rumbo a Barajas. Allí me espera una comitiva del Callao que me jalará hasta la estación del tren para llegar hoy por la noche a la ciudad donde el ‘Cholo’ Sotil hizo historia. Recorreré con ustedes cada paso de la selección. Un favor, no soy ‘Betico’ ni botado. No soy revendedor ni el organizador del evento. Tengo una centena de llamadas para entradas y ni siquiera todavía se han acreditado los periodistas. Lo mío es información. Así que los que me quieren saludar, ver y joder un rato, los espero con los brazos abiertos. Ayaaayyyayay... Me voy, soy fuga.

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