Este Búho ya escribió de mil maneras y no sé qué otra forma emplear para describir la pesadilla que vive el pueblo del . El puerto chalaco estaba llamado a ser el mejor y el más moderno terminal portuario de América Latina, y la región debió convertirse en una ciudad próspera, con servicios públicos cubiertos en su totalidad. Pero la realidad es triste. Los millones de dólares del canon no han llegado a zonas por décadas abandonadas a pocas cuadras de los edificios públicos y las lujosas oficinas de las autoridades políticas.

¡Tenemos la playa más contaminada de Sudamérica y debería darnos vergüenza! — Diario Trome (@tromepe)

A Los Barracones, Ciudadela chalaca y Puerto Nuevo y Centenario donde el tiempo parece haberse detenido, nunca llegó algún atisbo de modernidad. ‘Carpayo’ es la playa más sucia y pestilente de Latinoamérica, un ‘galardón’ que causaría profunda vergüenza a un funcionario diligente y al servicio de su comunidad. Pero a otros les resbala, prefieren despilfarrar el dinero de los contribuyentes en regalos a programas de espectáculos, como el de ‘Chibolín’.

Patético. Esto se refleja en aspectos más importantes y trascendentales de la vida política y social de la comunidad. El puerto se ha convertido en la salida para contenedores ‘preñados’ con toneladas de cocaína. Muchas navieras ya no quieren atracar en sus instalaciones por temor a verse involucradas en las redes del poderoso narcotráfico. Muchos estibadores fueron captados por las bandas organizadas de la delincuencia común. Se consolidó esta alianza que se sella a punta de asesinatos de los competidores.

¿Dónde estaban los servicios de inteligencia policial? ¿Cómo no se dieron cuenta que jóvenes delincuentes, que hace cinco años se disputaban los barrios por la microcomercialización de droga y hasta se mataban en líos de faldas, se convertirían en capos del narcotráfico a gran escala con socios en Europa y contactos en México? Si no hubieran cometido el error de atentar contra Gerald Oropeza, no se habría destapado esta olla putrefacta que involucra a ‘Tony Montana’, ‘Caracol’, ‘Renzito’, ‘Jota’, y seguramente a los chacales del ‘El Chapo’ Guzmán.

Estos delincuentes chalacos, muchos de ellos veinteañeros, no pudieron establecer solitos este tipo de negocios sin que las autoridades políticas, policías incluso del más alto rango, fiscales, jueces y periodistas, vendidos a la podredumbre del dinero sucio, les hayan dado luz verde para convertir la región en el viejo oeste o, peor, en el Chicago de los años 30. Pero ojo, están muriendo niños acribillados y nadie dice nada. ¿Qué seguridad ciudadana puede haber si un fiscal no acusa a un declarado asesino y un juez le da ‘arresto domiciliario? ¡Y lo peor es que ese mismo delincuente sale de su ‘arresto’ a robar, a balazos, a cambistas en Miraflores! Es solo un caso de cientos.

En pleno asesinan de 20 balazos a ‘Lisura’, quien se había convertido en pastor en una iglesia y gritaba ¡basta de matanzas! Horas después, desalmados balean un taxi para matar al pasajero y hieren al taxista y la hijita del objetivo. ¿El resultado? La niña muerta. La delincuencia común se ríe del Estado de emergencia. Los asesinos en el Callao son peor que chacales, pues no respetan nada, ni la vida de mujeres y niños. Hasta los más sanguinarios delincuentes tienen códigos. En la película ‘Caracortada’ (1983), de Brian De Palma, Tony Montana acepta ayudar a matar a un funcionario incómodo.

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Su tarea era llevar en su auto al sicario, llegado de Sudamérica y que no habla inglés, para que haga el ‘trabajito’. Al carro de la víctima le habían puesto una bomba que, para detonarla, debían estar cerca. Montana no tiene problemas, pero el día elegido para el crimen, el periodista recoge a su mujer y sus dos hijos. Tony le dice al asesino que espere otro día, pues no puede asesinar niños y mujeres, pero el criminal no acepta y cuando va a activar el explosivo, Montana le dispara en la cabeza.

La Región Áncash, por mucho menos de lo que ocurre en el Callao, fue intervenida de raíz y removieron sus autoridades, porque César Álvarez, ‘La bestia’, había instaurado el reino de la corrupción, pero también el Poder Judicial estaba putrefacto y los magistrados probos marginados y hostilizados. Pero la Región Áncash y sus mafias eran un jurel frente a los tiburones blancos que hay en el Callao. ¿Por qué no intervienen el primer puerto? Las amenazas, las extorsiones, son el pan de cada día. Este gobierno está de salida. A Ollanta Humala le faltó carácter y liderazgo. La población esperaba que ponga ‘mano militar’ a la delincuencia y cayó derrotado ante el azote de la inseguridad ciudadana. Este puerto heroico de gente entrañable no merece esta triste realidad. Apago el televisor.

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