Este Búho ya no se sorprende del temible accionar de avezados delincuentes. Que una banda de al menos diez asaltantes, en cuatro motos y un automóvil, se haya atrevido a desatar un tiroteo a las 9:45 de la mañana en el Barrio Chino de la calle Capón, una de las zonas más comerciales del Cercado de Lima, en la que hay varias agencias bancarias con vigilantes armados, dice mucho del grado de inseguridad que padece el país. Los rateros acorralaron a los cambistas que compran y venden dólares en la zona y, a los que opusieron resistencia, los redujeron con paralizadores y encima los balearon.
El saldo fue dos heridos y una gran suma de dinero robada. Luego los pistoleros fugaron del Barrio Chino haciendo disparos al aire, como quedó grabado por cámaras de seguridad. Pudo haber muerto una madre de familia que hacía sus compras, o un niño, por una bala perdida. A este paso, solo falta que asalten en la Plaza de Armas. Los robos se multiplican de forma alarmante, los ciudadanos desesperados piden más seguridad, pero es por gusto porque nadie hace nada.
Horas antes del atraco en la calle Capón, una Cúster fue asaltada por dos pistoleros que amenazaron matar a más de diez pasajeros. Un joven, en una reacción suicida, se abalanzó sobre uno de esos cobardes y le dispararon en la pierna. Una chica también recibió un tiro en una pierna. Su nombre es Karci Ninantay, quien hace pocos días tuvo la desgracia de sufrir un primer asalto.
¡Dos atracos en una semana! La pobre, sentada en una silla de ruedas y llorando de terror, imploró a las autoridades: ‘¡Por favor, hagan algo. Más seguridad, esto ya no se puede soportar!’ En la víspera, otro estudiante, uno más de tantos, era abaleado sin misericordia para robarle su celular. De milagro no lo mataron.
Los criminales están de feria porque saben que hay pocos policías en las calles y, encima, su capacidad de respuesta es limitada. No me parece normal que los delincuentes, que robaron en el Barrio Chino de la calle Capón, hayan podido escapar con tanta facilidad. No hablamos de un pueblito alejado, sino de una zona comercial bastante concurrida a pocas cuadras del Congreso de la República, del Ministerio Público y de Palacio de Gobierno, donde abundan los policías armados. ¿Si estos ocurre en el corazón de la ciudad, qué no pasará en los distritos más alejados y con una casi nula vigilancia policial? Ante este panorama, el Gobierno no sabe cómo responder.
El presidente Humala está en otra. Seguramente, anda más preocupado en lo que le espera cuando deje el poder. Insisto, la inseguridad ciudadana es el problema que más agobia a los peruanos, no solo a los habitantes de Lima. En segundo puesto está la economía. No solo Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski deben exponer sus propuestas, en los dos debates que sostendrán este mes, sino también sus equipos técnicos. Los peruanos ya están hartos de los expertos en seguridad que dan diagnósticos del problema. Lo que todos esperamos es que nos digan cómo solucionarán esta crisis de inseguridad. Queremos conocer cuáles son sus planteamientos.
Por ejemplo, algo de lo que nadie habla: ¿cuánto del presupuesto de la Nación piensan destinar para la seguridad ciudadana? No se trata solo de decir que solucionarán el problema. ¡Hay que tomar medidas efectivas cuyos resultados se noten! Queremos saber cuál es el candidato más capacitado para enfrentar esta crisis, cuál es la mejor propuesta y cuál tiene el mejor equipo técnico para realizar los cambios que se necesitan. Los debates presidenciales pueden decidir quién será el próximo presidente. Se necesita coraje y mano dura. Los peruanos estamos cansados de vivir con el miedo permanente de que maten a nuestros hijos. ¡Hasta cuándo! Apago el televisor.
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